¿Es un negocio la literatura infantil? Santiago García-Clairac

Lo que las mujeres llamáis amor, lo inventamos hombres como yo para vender medias de nylon.

Esta cínica afirmación, que pertenece al publicista Don Draper, personaje central de la serie Mad Men, nos viene bien para abordar un tema que actualmente se debate mucho: ¿Es la literatura infantil un negocio inventado por las editoriales para vender más?   

Si fuese así, ¿deberíamos pensar que un determinado grupo de libros ha sido falsamente etiquetado para dar al público algo que realmente no existe?

Si nos fijamos en los best sellers, es fácil llegar a la conclusión de que esta literatura es pura mercadotecnia que ha triunfado gracias a las acciones publicitarias que la han sustentado. Pero si ponemos el foco en otros títulos, pensaremos que la literatura infantil es legítima y que se ha ganado un hueco en las estanterías por sus propios méritos.

Para mí, hay tres ejemplos que demuestran que la literatura infantil existe y que nació al margen del marketing: Alicia en el país de las maravillas, Peter Pan y El principito.

Carrol, Barrie y Saint-Exupéry concibieron de forma natural y con honradez un género: la #LIJ. Clic para tuitear

Esta trilogía, creada por tres autores de distinta nacionalidad y con diferentes intereses, comparte algunos elementos que pueden ahondar en la idea de que la literatura infantil es auténtica y sincera. Curiosamente, las tres obras han sido creadas por autores de una sensibilidad especial y nada común. Los tres títulos se encuentran en todas las estanterías de las grandes librerías superando la barrera del tiempo y de las ventas.

De alguna manera, las han convertido en marcas lucrativas que se explotan comercialmente. Las han llevado al cine, a la televisión, al teatro, al cómic y han sido utilizadas por un merchandising salvaje que las explota hasta decir basta. A pesar de que no nacieron con esa intención, fue el marketing quien, posteriormente, les colocó la etiqueta de obras de éxito, dando la impresión de que habían sido creadas para mayor aprovechamiento de empresarios hábiles, cuando realmente nacieron para transmitir emociones y sentimientos a los lectores infantiles. Estos tres escritores asentaron una parte de los cimientos de lo que hoy entendemos como literatura infantil de calidad. Lewis Carrol, James Barrie y Antoine de Saint-Exupéry concibieron de forma natural y con toda honradez un género que estaba cobrando vida: la literatura infantil.

La literatura infantil no es pues un producto del marketing moderno, a pesar de que hay quien se aproveche de esta técnica de venta para hacer facturaciones sobresalientes.

Los libreros, los bibliotecarios y los profesores saben muy bien que la literatura infantil no es un invento para generar ventas. Lo saben precisamente porque su profesión tampoco lo es.

¿Son fiables las listas de los más vendidos? Sí y no. El código de barras no es precisamente el mejor sistema para identificar la literatura infantil de calidad, pero tampoco es su enemigo. Los buenos libros se identifican rápidamente, basta con leer algunas páginas para detectar los que están escritos con el corazón. Son los que están escritos con el mismo estilo que utilizaron Carrol, Lewis y Saint-Exupéry.

Alicia, Peter y Principito son tres buenos pilares que nos pueden enseñar qué es la literatura infantil. Pero hay muchos más: Pinocho, Momo, La historia interminable, El pequeño Nicolás, El libro de la selva, Charlie y la fábrica de chocolate… Incluso Tintín y Astérix

Alicia, Peter y Principito, 3 buenos pilares que nos pueden enseñar qué es la #LIJ. @librosdesanti Clic para tuitear

Podemos encontrar grandes títulos infantiles actuales gracias a que hay excelentes escritores y escritoras que cultivan este género. Los iremos conociendo poco a poco. Iremos dando pistas, títulos y autores. Claro que sí.

Hoy nos contentamos con recordar a estos tres grandes autores que, en contra de las corrientes literarias imperantes de su época, se atrevieron a dirigirse a los niños y, sobre todo, al corazón de los que se sienten niños. Y es que la literatura infantil está también dirigida a un grupo de adultos… a los adultos que conservan la imaginación intacta, la ilusión por conocer cosas nuevas, la ingenuidad para creer que un niño puede volar, que una niña puede descubrir un nuevo mundo en la madriguera de un conejo o que un principito puede vivir en un diminuto asteroide y enseñarnos que, en la vida, las cosas importantes no se ven y están íntimamente relacionadas con la magia.

Lo que estos tres escritores hicieron fue algo más que dar forma a un nuevo género: se atrevieron a romper moldes y convirtieron en protagonistas a niños y niñas que sabían cosas que muchos adultos ignoran y que no aprenderán nunca debido a que han olvidado que fueron niños alguna vez. Alicia, Peter y Principito son tres personajes que abrieron una nueva ventana a través de la cual podemos ver la vida de otra manera, desde otra perspectiva y encontrar sentimientos inesperados.

Ya sabemos que habrá algunos Don Draper que querrán hacernos creer falsedades artificiales con tal de vender libros mal etiquetados, pero eso no significa de ninguna manera que todas las editoriales participen de esa idea.

Efectivamente, amigos lectores, la literatura infantil no es algo inventado por comerciantes para vender toneladas de papel impreso.

La verdadera literatura infantil nos toca el corazón.

Así que, desde aquí, enviamos un abrazo a Alicia, Peter, Principito, Nicolás, Mowgli, Bastian… y a tantos otros.

Que sepan que los queremos y que seguimos creyendo en ellos.

 

Artículo e ilustración de Santiago García-Clairac

Puedes seguir al autor en su web Los Libros de Santiago

 

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