Luna y Dragón es un artículo originalmente publicado en La Vetlla del Drac y traducido por su autora para Revista MoonMagazine.

Luna y Dragón

Hubo un tiempo en que la Humanidad creyó en la existencia de dragones. El mito y la verdad a veces van de la mano.

Concebían el dragón como un monstruo enorme, destructivo, implacable, con alas y aliento de fuego. Esta idea se encuentra, por ejemplo, en Enuma Elish (significa «cuando en lo alto»), epopeya mesopotámica que narra el origen del mundo, escrita hacia 1200 AC aproximadamente.

Uno de los protagonistas de la leyenda es la diosa Tiamat, mujer serpiente o dragón alado que personifica los océanos y lidera las hordas del caos, era tan peligrosa que su destrucción era condición previa para crear un universo ordenado.

Otro mito similar a este es el de los egipcios, allí el dragón de la oscuridad era Apophis, y cada mañana era expulsado por Ra dios sol. Representaban Apophis como una serpiente.

Luz igual a orden, oscuridad igual a caos.

Fue en Mesopotamia donde se fijaron las primeras observaciones concretas de la órbita lunar respecto de la tierra, con precisión, y allí se establecieron las llamadas series de Saros.

Saros significa ciclo o repetición, y es la periodicidad en que un eclipse se volverá a repetir de manera muy similar. Simplificando podemos decir que es la atribución de ciclos a estos fenómenos astronómicos que llamamos eclipses (ciclo nodal de 18 años y pico). Es mérito de los mesopotámicos la atribución de ciclos repetitivos a los movimientos celestes del sol, la tierra y la luna.

Iniciado el siglo XXI acompaña en la tarea diaria a los astrólogos, lo que llaman cabeza y cola del dragón (Nodo norte y Nodo Sur).

¿Cómo son estos movimientos celestes que determinaron?

Veamos un ejemplo, un dibujo actual de órbita lunar respecto la tierra.

Fijémonos bien.

Vuelva a mirar la órbita de la Luna, esta vez con imaginación y atención, ¿no aletea dando vueltas a la tierra? Hay que fijarse en el cruce de su trayectoria, dando vueltas a nuestro planeta, con respecto del plano orbital terrestre. El aleteo de la luna hace apogeo y perigeo respecto de la eclíptica. Es el batir constante de las alas.

 

 

La órbita de la #luna aletea dando vueltas a la tierra: es el #dragón. @dracmaycat Clic para tuitear

 

El aleteo (apogeo y perigeo) es el dibujo de las alas del dragón, navegando siempre en la dirección de los lugares Caput Draconis (Nodo Norte de la Luna)/Cauda Draconis (Nodo Sur de la Luna), con un ciclo de 18 años (el llamado «saros»).

 

 

 

¡Hemos encontrado el dragón alado! Tiene cabeza, cola, su aliento es de fuego (porque de vez en cuando es como el sol), y es creador de caos (caos de luz).

Tenemos el dragón, la órbita de la luna dibuja los movimientos cíclicos de sus alas (los perigeos y apogeos), su cabeza y cola crean los eclipses (se comen la luz), está en el origen del gran caos (falta de luz), su navegación tiene una dirección concreta (el Caput draconis la determina, cíclicamente).

Hace 3500 años, en Mesopotamia sabían que el dragón existía, que era real, auténtico y de una fuerza enorme y de mucho temer.

El dragón, por tanto, está aquí dando vueltas y más vueltas a nuestro planeta tierra. El olvido de nuestra civilización no nos exime de su vela constante. Muchos se interesan por los dragones y son pocos los que entienden de dónde provienen sus alas y por qué exhala fuego. Tampoco se imaginan lo grande y poderoso que es. Incluso hay quien cree que este enorme eje nodal de la órbita de la luna es exactamente el Kundalini de la tierra. ¿Y si Tiamat fuera un planeta perdido?

 

#Luna y #dragón: Luz igual a orden, oscuridad igual a caos. @dracmaycat Clic para tuitear

 

La epopeya Hitita dice así:

Y entonces se pudo contemplar una terrorífica visión, cuando dios y demonio entablaron combate. Vritra disparó sus agudos proyectiles, sus incandescentes rayos y relámpagos…

Después, los relámpagos se pusieron a centellear, los estremecedores rayos estallaban lanzados orgullosamente por Indra…

Y pronto el toque de difuntos de la perdición de Vritra sonó con los chasquidos y la lluvia de hierro de Indra. Perforado, clavado, aplastado, con un horrible grito el agonizante demonio cayó de cabeza…

E Indra le dio muerte con un rayo entre los hombros.

 

 

Al matar al dragón, Indra recuperó el agua para la tierra y esto hizo que el sol volviese a alzarse.

Finalmente con el sol, el aire, la tierra firme y los océanos, fue posible construir el mundo, ya que tenía todo lo que necesitaba.

¿Es así que como se dio forma definitiva al Sat de los dioses y de sus criaturas, mientras que el Asat invisible quedaría para siempre apartado y relegado a su no existencia?

Sin embargo, de este terrible mal nacieron los dones y fue entonces que de su vientre brotaron las aguas de la tierra hasta llenar los océanos.

Por ello, Asat no es solo la negación de Sat, ni tampoco es el «no existente».

Sat no es en sí mismo ni la «existencia» ni el «ser».

Sat es lo inmutable, la raíz siempre presente, eterna y sin cambio, de la cual y por medio de la cual procede todo. Asat es la fuerza potencial en la semilla que impulsa hacia adelante el proceso del desarrollo. Es lo que está constantemente transmutando, aunque casi no lo manifieste.

Sat nace de Asat, y Asat es engendrado por Sat.

La teoría de los opuestos complementarios, la evolución en forma de movimiento perpetuo y en círculo.

El Rig Veda, nos habla de un Universo compuesto de dos partes: el Sat y el Asat. Dentro de esta dicotomía cosmogónica el Sat es el mundo cierto, la parte destinada a las divinidades y la humanidad; mientras que el Asat, es el mundo no existente, es el territorio del demonio. El Sat es el ser, donde se encuentran la luz, el calor y el agua. Y está compuesto por tres esferas cósmicas:

  • La superior, que es el firmamento.
  • El aire sobre las cabezas de los hombres.
  • El suelo del planeta en que habitean.

El Asat es la nada. Allí solo hay oscuridad y negra noche. Está habitado por demonios. Un lugar apartado, en el tiempo y el espacio, relegado a la no existencia. La creación del Universo no fue solo un acto de voluntad divina. Por el contrario, necesitó de una lucha heroica entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal.

 

Artículo de ©Mayte Duarte Seguer

 

Bibliografia:

Saros

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Webgrafia: