Manchester frente al mar de Kenneth Lonergan

Título: Manchester frente al mar.

Título original: Manchester by the Sea.

Año: 2016.

Dirección y guion: Kenneth Lonergan.

Música original: Lesley Barber.

Montaje: Jennifer Lame.

Dirección de fotografía: Jody Lee Lipes.

Reparto: Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, C. J. Wilson, Gretchen Mol, Kara Hayward, Anna Baryshnikov, Tate Donovan, Matthew Broderick.

Página web oficial 

Si tuviéramos que resumir esta película para los muy cinéfilos, podríamos decir que vendría a ser como si un guion de un melodrama clásico de Douglas Sirk lo hubiera dirigido Robert Bresson. Atendiendo al primero, el director alemán, en una serie de entrevistas que emitió RTVE con motivo de un ciclo dedicado a él entre los años 1982 y 1983, explicaba que muchas de sus películas venían a ser parecidas a un rondeau, es decir, tenían una estructura circular (de hecho, le encantaba que el título en francés de su film Ángeles sin brillo -1958- hubiera sido La Ronde de l’aube), sólo que entre el punto final y el punto inicial el espectador sufría una contundente diferencia en relación a su percepción de las imágenes debido al desarrollo argumental que la película había tenido. Manchester frente al mar es y también tiene una sutil estructura circular y también el modo en que el espectador va a percibir la escena inicial y la escena final va a ser radicalmente distinto debido a los sucesos de los que vamos a ser testigos, pero, frente al barroquismo visual, preciosismo estético e intensidad interpretativa de Sirk, Kenneth Lonergan opta por un estilo que nos recuerda en más de un momento al ascetismo visual del francés Bresson: sobriedad, frialdad y máxima contención narrativa.

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En un sentido más profundo, esa doble influencia también la podemos detectar en dos de los elementos temáticos de Manchester frente al mar. Si los melodramas de Sirk eran el retrato oculto de las contradicciones y oscuridades de la brillante América de los años 50, el film de Lonergan es el retrato de una Nueva Inglaterra gris y decadente, en última instancia, el análisis despiadado del contexto sociológico que ha llevado a Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, un contexto en el que la tríada esencial del american way of life (estabilidad familiar, éxito profesional y fervor religioso) está dando señales evidentes de quiebra.  Y es que, junto a la dimensión sociológica, hay otra dimensión que no es tan obvia y que, en esta ocasión, remite a Bresson. Si este tenía como el tema central de su obra el de la acción de la gracia de Dios sobre el ser humano, aquí, aunque la cuestión religiosa es tratada con escepticismo no disimulado, no es menos verdad que el cumplimiento de unos determinados valores y la posibilidad de redención de las faltas del pasado ocupan un lugar privilegiado en el desarrollo de la historia.


 Manchester frente al mar trata de cómo el protagonista, interpretado por un magnífico Casey Affleck, tiene que volver a su pueblo natal como consecuencia de la muerte de su hermano mayor y tiene que empezar a cuidar de su sobrino huérfano. Resumida así la trama, parece que estamos ante una película convencional. Sin embargo, hay varios elementos que provocan que el resultado final se aleje de ese convencionalismo y provoque, seguramente, el desconcierto del espectador medio. En primer lugar, porque el director (y guionista) sitúa sistemáticamente el distanciamiento del protagonista respecto a su entorno como eje de su estrategia narrativa, de modo que toda la película queda impregnada de una gelidez  que llega a ser, en algunos momentos, verdaderamente insoportable. En segundo lugar (y sirviendo de compensación a ese primer elemento), la película tarda casi toda su primera mitad en revelar el verdadero conflicto interior del protagonista, de modo que lo que parecía el drama inicial se abre a un drama más profundo y desolador, siguiendo una estructura que puede recordar a Hiroshima Mon Amour (1959) de Alain Resnais, La decisión de Sophie (1982) de Alan J. Pakula o Paris, Texas (1984) de Wim Wenders. Ello provoca que se vaya generando una tensión en el espectador por saber qué se esconde tras los elementos de extrañeza que salpican sutilmente la narración y sirve para atemperar la terrible frialdad que los fotogramas van transmitiendo.

Un guion muy moderno y sólido, grandes interpretaciones. #CasseyAffleck huele a #Oscar @jmcruzbar Clic para tuitear

Con un guion muy moderno (formado, en realidad, por tres fragmentos que tienen, cada uno de ellos, su propio clima y ritmo) y de una gran solidez, las magníficas interpretaciones del reparto (a destacar las de Michelle Williams, Kyle Chandler, Gretchen Mol, el joven Lucas Hedges y, sobre todo, un soberbio Casey Affleck, que huele a triunfo en los Oscar) acaban por crear una película redonda, de la que se puede disfrutar plenamente si logramos superar las aristas que Kenneth Lonergan, deliberadamente, nos ha puesto en el camino para construir una historia que parece un trozo palpitante de vida puesto ante nuestros ojos para enseñarnos que, a veces, la satisfacción puede provenir de no cumplir con los planes que nos habíamos trazado concienzudamente.

 

Nota (de 0 a 10): 8.

Lo que más me gustó: La solidez de un guion magníficamente construido. La interpretación de Casey Affleck.

Lo que menos me gustó: Va a desconcertar al espectador medio.