Roger Moore: la ironía al servicio de Bond

Si en el artículo anterior hablé del primer e icónico Bond, ahora toca hacer lo propio con quien lo sustituyó en esta popular saga de acción y aventuras. Una vez que Connery hubiera renunciado a volver a ponerse el smoking del agente secreto por excelencia, los productores no estaban dispuestos a que la gallina de los huevos de oro dejase de producir beneficios, por lo que raudos pensaron en un sustituto.

El elegido fue Roger Moore, que antes de encarnar a Bond ya había sido Simon Templar en la serie El Santo, y poco antes había compartido show con Tony Curtis en Los Persuasores. Por ello, Moore no se lo pensó a la hora de encarnar a 007.

La principal diferencia entre ambos Bond es el sentido del humor. Moore quiso alejarse lo más posible del rol frío y duro que era característico en Connery, pero a la vez no quería que su Bond fuese una prolongación de Templar en la gran pantalla. Por ello, se quedó en un término medio. Su forma de encarnar a 007 fue la de un gentleman inglés: irónico,  bon vivant, con gusto por el lujo y las mujeres bellas pero con la salvedad de que tenía licencia para matar y usar los más modernos gadgets proporcionados por Q a la hora de cumplir sus misiones.

Si por algo se caracterizan los films de Moore,  es principalmente por el sentido del humor. Algo de lo que carecían los de Connery, si bien había golpes de comedia, estos estaban algo más acentuados en la etapa del que fuera El Santo. Bien sea por él, o por alguno de los secundarios que aparecían en algún momento del metraje, como  por ejemplo la aparición del sheriff JW Pepper, en Vive y deja morir -debut de Bond como 007-, y en El hombre de la pistola de oro. Su rol era el de un sheriff típico del sur de Estados Unidos, bravucón, tosco y con tendencia a hablar más alto de lo debido.  Las dos veces que se cruza en el camino del famoso agente secreto, la primera en Louisiana y la segunda en Thailandia,  de vacaciones con su esposa, los vehículos en los que va montado acaban bastante destrozados.

Estas cintas eran algo más ligeras que las anteriores, destacaban algunas frases de Moore, gags humorísticos o sobre todo por una de las señas de identidad de este Bond: su levantamiento de ceja tan característico.

La principal característica de los films de Moore como Bond, además, es que al haber acabado ya el período más álgido de la guerra fría, había que buscarse nuevas amenazas y enemigos con los que 007 tendría que enfrentarse para que los villanos de turno no consiguieran su objetivo.

Roger Moore y Jane Seymour en Vive y deja Morir.

Roger Moore y Jane Seymour en Vive y deja Morir.

El debut de Moore tuvo lugar en 1973 con Vive y deja morir, cinta dirigida por un habitual de la saga como fue Guy Hamilton. La trama nos contaba cómo el famoso agente británico ha de enfrentarse con dos enemigos:  un misterioso señor de la droga conocido como Mr. Big, que amenaza con inundar las calles con dos toneladas de heroína para desestabilizar a sus competidores  y el Doctor Kananga, dictador de San Monique, rol de Yaphet Kotto a quien los aficionados al género de terror recuerdan por su papel en Alien el octavo pasajero. Kananga, se encuentra asistido por la bella Solitaire, papel de Jane Seymour -años después interpretaría a la famosa Doctora Quinn-, una echadora de cartas en quien el dictador confía ciegamente. Nuestro valeroso agente se verá envuelto sin quererlo también en el mundo del vudú, que cuenta con adeptos en la isla.

Varias son las características a destacar de este film: en primer lugar su acción tiene lugar en un país ficticio, cosa que no había ocurrido en las cintas anteriores; es la primera vez que Bond tiene relaciones con una mujer de color, la agente Rosie Carver interpretada por Gloria Hendry y no vemos aparecer a Q en ningún momento.

Destacar también que en el momento de hacer el film, la blaxploitation estaba en auge por lo que los productores aprovecharon la oportunidad para ubicar su acción enfrentando al agente secreto contra un capo de la droga. Esto hace que se dejaran de lado a los villanos megalómanos, para dejar paso a enemigos más terrenales o normales por así decirlo.

Christopher Lee y Roger Moore en "El hombre d ela pistola de oro". Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor.

Christopher Lee y Roger Moore en El hombre de la pistola de oro.

No habría que esperar mucho para que Moore volviera a encarnar a Bond, algo que ocurrió en 1974 con El hombre de la pistola de oro y que volvió a tener a Guy Hamilton en la silla del director.

La trama de la cinta es la siguiente: Bond es enviado por M para intentar conseguir el Solex, un aparato capaz de aprovechar la energía solar, a la vez que intenta evitar ser asesinado por Francisco Scaramanga, rol de Christopher Lee, conocido como el hombre de la pistola de oro y que tiene como siguiente objetivo acabar con nuestro protagonista.

Hervé Villechaize. Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor.

Hervé Villechaize en «El hombre de la pistola de oro».

Scaramanga se encuentra asistido por Nick Nack, papel de Hervé Vilechaize, un enano que desea hacerse con su fortuna. Pero Bond no se encontrará solo en su aventura, ya que contará con la ayuda de la agente británica Mary Goodnight, interpretada por Britt Ekland, que le ayudará a desbaratar los planes del enemigo.

Una de las mejores cintas de la etapa de Moore sin lugar a dudas, por no decir la mejor. Pese a que en su momento fuera criticada por sus altas dosis de comedia, tiene elementos que la hacen destacable: contiene un villano a la altura de nuestro protagonista -se podría decir que es su reverso oscuro-, localizaciones exóticas, la vuelta de Q con lo que ello conlleva. De nuevo en este film un intérprete aparece para volver poco después en otra película. Es lo que ocurre con Maud Adams, que aquí interpreta a una amante de Scaramanga y que no tardará en ser seducida por 007 con lo que ello conlleva: volver años después a ser la chica Bond en Octopussy.

Cuando se hizo la película, el cine de artes marciales estaba en pleno apogeo gracias a cierto artista marcial. Por lo que de nuevo este deporte hace su aparición en varios momentos, a la vez que gran parte de la acción y trama tienen lugar en diversas localizaciones asiáticas como Macao o Thailandia.

El regreso de Bond tendría lugar en 1977 con La espía que me amó. Lewis Gilbert fue el director para contarnos como 007 ha de hacer frente a la amenaza de Karl Stromberg, rol de Curd Jürgens, que amenaza con inundar el mundo y crear una sociedad bajo el mar.

La espía que me amó. Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor .

Barbara Bach y Roger Moore en La espía que me amó.

Tres son los elementos más destacados de esta cinta: en primer lugar la aparición de una de las chicas Bond más bellas, Barbara Bach en su papel Anya Amasova, una letal agente del KGB. La aparición de otro de los villanos míticos de Bond como Tiburón, un letal asesino con una dentadura mortífera y que volvería de nuevo en Moonraker,  interpretado por Richard Kiel y por encima de todo, el famoso Lotus Spirit, creación de Q que convertía el vehículo en un submarino.

A modo de curiosidad, el famoso director Stanley Kubrick colaboró de manera secreta en la iluminación de esta cinta como favor hacía su amigo Ken Adam, con la condición que este dato no se supiera hasta la muerte del famoso realizador de La naranja mecánica. Por otra parte, al final de los créditos nos decían que la siguiente aventura de Bond sería Solo para sus ojos, pero al final acabo siendo Moonraker.

En 1979 nos llegaba Moonraker, de nuevo dirigida por Lewis Gilbert. En esta ocasión Bond ha de frenar los planes de Hugo Drax, papel de Michael Lonsdale, que amenaza con matar a toda la población humana expandiendo un gas mortal extraído de una flor, inofensiva para plantas y animales, y así crear su propia sociedad idílica.

Lo que más se recuerda de este film es que Bond viaja al espacio, la ciencia ficción estaba de moda por aquella época gracias al estreno de cierta saga galáctica, por lo que de nuevo los productores aprovecharon la ocasión para mezclar al agente británico con uno de los géneros más famosos del cine.

Moonraker. Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor.

Moonraker. Moore en una aventura galáctica.

La chica Bond en esta ocasión fue Holly Goodhead, con los bellos rasgos de Louis Chiles, y Richard Kiel retomaba su rol como Tiburón. Una cinta extraña por mezclar dos géneros distintos como el thriller y la ciencia ficción, pero que en el momento de su estreno fue una de las más taquilleras de la saga del famoso agente.

En 1981 Bond volvía a la gran pantalla en Solo para sus ojos. John Glen, que fue director de segunda unidad en anteriores entregas era el director. La trama nos contaba cómo Bond ha de hacerse con el dispositivo ATAC, capaz de controlar submarinos nucleares ingleses, antes de que caiga en las manos de Aristotle Kristatos, papel de Julian Glover. La chica Bond era Melina Havelock, rol de Carole Bouquet, y que busca vengarse del villano por la muerte de sus padres orquestada por Kristatos.

Esta cinta fue un intento de volver a los orígenes de Bond, por lo que apenas hay grandes inventos de Q que son una de las señas de identidad de esta saga. A modo de curiosidad citar la aparición de Cassandra Harris, en el papel de una condesa. Harris fue la esposa de Pierce Brosnan,  el encargado, años más tarde de interpretar a 007, donde parte de la acción tiene lugar en nuestro país.

Bond volvía en 1983 en Octopussy, de nuevo dirigida por John Glen. En esta ocasión, Bond ha de impedir una crisis nuclear con joyas de por medio, provocada por un general ruso ansioso de poder, Steven Berkoff, que ha unido fuerzas con el príncipe afgano Kamal Khan, papel de Louis Jourdan,  que cuenta con su mortífero ayudante Gobinda, el actor hindú Kabir Bedi, famoso Sandokan, y con la contrabandista Octopussy, de nuevo Maud Adams, pese a que luego se pase al lado de los buenos.

Octopussy. Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor.

Octopussy. Muchos brazos para el Bond de Moore.

Moore ya empezaba a estar mayor para seguir interpretando a Bond, por lo que apenas tiene escenas de lucha, y cuando las tiene estas son cortas para que no se note demasiado el paso de la edad en el maduro actor. Una cinta simpática, pero que no llega al nivel de cintas tanto anteriores como posteriores.

Panorama para matar (1985), supone la última cinta de Moore como Bond y de nuevo vuelve a dirigirla John Glen. La trama nos cuenta como Bond ha de impedir que Max Zorin, papel de Christopher Walken, destruya Silicon Valley provocando un terremoto para hacerse con el monopolio de los microchips.

Esta cinta tiene uno de los mejores villanos de toda la saga, y la aparición de una chica Bond tan recordada como May Day, interpretada por Grace Jones, asistente  del villano, mientras que la chica Bond buena fue Stacey Sutton, la bellísima Tanya Roberts. También el film es recordado por ser la última vez que Lois Maxwell interpretaba a Moneypenny, la aparición del vengador Patrick Mcnee como ayudante de Bond y la de Dolph Lundgren  en un papel secundario.

Panorama para matar. Grace Jones. Moore, Roger Moore. Un Bond con sentido del humor .

Panorama para matar. Grace Jones, «la máquina».

A modo de resumen, he de decir que las cintas de Moore como Bond son algo más irregulares que las interpretadas por Connery. Tal vez el sentido del humor tuvo que ver en ello; los argumentos, mezcla de géneros en apariencia incompatibles o que en las dos últimas películas ya estaba demasiado mayor para un personaje tan físico. Estos factores influyeron en la calidad de esta etapa larga, 12 años en total, que nos regaló villanos, chicas y gadgets para recordar, pero también instantes para olvidar.

 

Hasta aquí la segunda entrega, la próxima estará dedicada de forma conjunta a Dalton y Brosnan.

Hasta entonces, pasad un buen verano.

Nos vemos en los cines.

Bond, todos son Bond.

Bond, todos son Bond.

 

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