¿Quién no se ha visto alguna vez en medio de una mudanza? Si tus recuerdos, tus cartas de amor, tus diarios, la piedra que recogiste en un desierto lejano ya no tienen acomodo en otra habitación, pues te vas con lo puesto y sin rumbo fijo, ¿se trata de la mudanza definitiva?

Los expulsados del sistema, la clase media que nunca llegó a cuajar, quienes emigraron en los decenios de 1950 y 1960, los desahuciados, esos tres de cada diez españoles que la actual crisis ha puesto en riesgo de exclusión y pobreza, todos a quienes el viento de la historia ha segado la hierba bajo los pies están de enhorabuena, pues João Mota, Celia Nadal y Javier Manzanera tienen algo que decirles: no estáis solos, vuestra lucha es nuestra lucha.

Así, si me permiten parafrasear a Bertolt Brecht, es hora de decir la verdad, pues la hipocresía está alcanzando unos niveles de una pésima calidad.

Se ha hecho poco teatro, poca novela, poco arte sobre los efectos de la crisis actual sobre las personas. La pieza dirigida por João Mota disminuye esta insuficiencia. Teatro indudablemente comprometido, La mudanza es excepcional en este y en otros muchos sentidos: por su calidad artística, por su valentía, por su combinación de naturalismo y sentido del humor, por su originalidad y oportunidad y, sobre todo, por la interpretación de Celia Nadal y Javier Manzanera, que son, además, autores del texto. Y no es exageración: pocas veces se interrumpe la representación en un teatro para aplaudir una interpretación. El pasado martes 16 de agosto, en la sala off del Teatro Lara de Madrid, Celia Nadal y Javier Manzanera lo consiguieron sin proponérselo, no en una, no en dos, sino en tres ocasiones. Y nadie en la sala discutió la necesidad del aplauso.

La mudanza expone la realidad, encuadra una pequeña parte de la existencia de dos parejas en dos momentos de crisis suavizados por el humor. Dos momentos en los que las personas que no están chapadas para comportarse como héroes han de jugárselo todo: en 1961, Mari y Emilio, el matrimonio formado por un gallego y una murciana que han recalado en Lavapiés, emigran a Alemania como Gastarbeiter, trabajadores invitados. Cincuenta años después, Emilia, nieta de los anteriores, y Paco, su marido, son desahuciados de la misma casa por cuya conservación los abuelos lucharon, y buscan ahora una habitación prestada. Medio siglo ha pasado y las condiciones de la clase media no han mejorado.

Los dramas se circunscriben a la relación interna de las dos parejas. Lo demás son relaciones de poder. Hay aún una ilusión melodramática cuando no se percibe el peso de las instituciones sobre los hombros de los protagonistas, de los seres humanos. Pero en La mudanza es difícil mantener esta ilusión fuera de las relaciones íntimas. La enfermedad, la proximidad de la muerte pesan tanto como la ardua tarea de mantener los principios y la honestidad en una sociedad corrupta y banal que les ha robado todo. Al fin y al cabo, Emilio y Mari, Emilia y Paco, solo han intentado salir adelante con aquello que saben hacer, coser y tallar la madera, fotografiar el mundo.

La Mudanza no juzga, expone. Alcanza la sensibilidad del espectador y lo fuerza a reflexionar. ¿Son culpables los protagonistas de su propia ruina? Y, sin embargo, La mudanza tiene menos del espejo aquiescente de Stendhal que del martillo de Brecht. Su método es plenamente naturalista: contiene la gesta de los héroes cotidianos que luchan por la supervivencia.

El teatro, en efecto, es un medio eficaz para representar el mundo y comunicarse con el espectador, quien puede ver sublimadas sus experiencias, catalizadas sus intenciones y empujado a la acción. No hay un propósito en el arte más noble que este.

La mudanza es una producción más que sobresaliente de una modesta compañía, Perigallo Teatro.

Yo no me la perdería.

#Lamudanza, producción más que sobresaliente de una modesta compañía, #PerigalloTeatro @TeatroLara Clic para tuitear

Perigallo Teatro

La mudanza

Celia Nadal y Javier Manzanera en La mudanza

Celia Nadal y Javier Manzanera, autores y actores de los textos que interpretan, formaron en 2009 la compañía Perigallo Teatro, y desde entonces se han destacado por abordar temas comprometidos con una mirada realista, nostálgica (de un futuro mejor) y esperanzadora.

En La calle del Mariano recuperaron la mirada infantil sobre la calle, antaño espacio de juegos, hoy lugar de competitividad.

En Espacio disponible («una comedia con recao»), asistimos a la alucinante posibilidad de que la Luna se haya puesto en venta… Pero todo gira en torno a una pareja de personas mayores, de setenta años, que se plantean su función en una sociedad donde todo tiene un precio.

Y en La mudanza vuelven a tender una mirada nostálgica y realista sobre las transformaciones de nuestra sociedad: una misma casa acoge el drama personal de dos parejas que deben abandonar su hogar por dificultades económicas, la primera en 1961, la segunda en la actualidad.

Vuelve #LaMudanza, de #PerigalloTeatro, al @TeatroLara, Madrid. Reseña @avazqvaz Clic para tuitear

La mudanza

Autores: Celia Nadal y Javier Manzanera

Dirección: João Mota

Producción: Perigallo Teatro

Intérpretes: Celia Nadal y Javier Manzanera

Iluminación: João Mota

Vestuario: María Cortés

Escenografía: Perigallo Teatro

Composición y dirección musical: Santi Martín

Voz a capela en «Airiños»: Maruxiña Cao

Artesanía en madera: Juan de Arellano

Fotos en escena: Andrew Molloy

Realización audiovisual: Jaime Carrión

Diseño gráfico: Ruth Parra

Cartel para la gira: Sira González

Foto Pito: Lorenzo Rodríguez

Grabación musical: Funkameba Studios Madrid

Reseña teatral de Alfonso Vázquez