Perversidad, de Javier Sagastiberri

En Perversidad, segunda novela protagonizada al alimón por la suboficial Arantza Rentería y la oficial Itziar Elkoro, de la Ertzaintza, su creador, Javier Sagastiberri (San Sebastián, 1959), asienta las bases para lo que tiene toda la pinta de convertirse en una de las mejores sagas policíacas no solo de Euskadi, sino también del resto del Estado.

Jacobo Macallister Olarizu, abogado especializado en fiscalidad, un negurítico y muy religioso padre de familia, quien dos años antes de morir había decidido salir del armario presentándose a la gala de Mr. Gay Pride España en Chueca —con el consiguiente escándalo para los suyos—, ha aparecido asesinado en la playa de Azkorri. Para la resolución de este caso su autor diversifica la investigación en dos partes, bien diferenciadas por un capítulo que cumple las funciones de «tiempo muerto».

Las dos ertzainas, estas inteligentes guipuzcoanas que viven y trabajan en territorio vizcaíno (con esa ironía congénita con la que siempre nos ven nuestros vecinos, pero, en su caso —y es de agradecer— sin caer en el sarcasmo) se hacen querer desde su primera aparición. Arantza, guapa pero de hoscos modales, la poli dura y descarada, viste con el look de la izquierda abertzale y no se corta un pelo a la hora de interrogar; Itziar, la poli buena y tímida, amante del rock duro para compensar, complementa el carácter de la otra: pausada y observadora, es capaz de pasarse horas frente a su ordenador rastreando cualquier dato.

Formada por los tres primeros capítulos, en la primera parte es donde encuentro mayor cantidad de aciertos. Tras una canónica presentación de cadáver e investigadores se da por iniciada la investigación. Perversidad se desarrolla en 2012 pero incluso en este año tan reciente, ser gay en Neguri no es algo precisamente conveniente. Sagastiberri introduce sin tabúes a sus dos ertzainas en el ambiente gay de Bizkaia. Locales como La gaita escocesa o El sirimiri dorado, o personajes de la noche como La Marty (un ex delantero del Athletic, novio del asesinado que confiesa que terminó la relación por el carácter insufrible de Jacobo) y Gorka (dueño de un club de encuentros que les cuenta a Arantza e Itziar cómo tuvo que echar de allí a Jacobo por ser un masoquista excesivo) revelan el carácter enfermizo, atormentado, de la víctima. Gorka llega a decir: «Tratar con Jacobo era una experiencia parecida a asomarse a un abismo».

Sagastiberri sienta las bases de una de las mejores sagas policíacas. #Perversidad. @ereinargi. Clic para tuitear

Llegamos así a «Confesiones de una máscara», capítulo de igual nombre que la primera novela de Yukio Mishima. Cuenta el japonés en ese texto autobiográfico su infancia y juventud en un ambiente familiar opresivo dominado por la abuela, un ambiente que termina desembocando en el descubrimiento de la homosexualidad, sin ocultar su irreprimible atracción por la belleza, la muerte y la sangre. La máscara que el narrador se había construido para enfrentarse a un mundo y a una «normalidad» que la época le imponía acaba cayendo bajo la fuerza de los hechos. Sagastiberri iguala en crudeza a lo relatado por Mishima. En «Memorias de un monstruo», Jacobo Macallister, después de dejar escrito cómo «lo mejor es no haber nacido, y de nacer morir pronto», cuenta sin tapujos el episodio que de golpe ilumina su lóbrega mente. El abuelo Juan Manuel (el patriarca de la familia, un oportunista que gracias a las contratas se enriqueció durante los planes de desarrollo) envía a su afeminado nieto a un campamento militarizado de Cantabria para que aprenda en él lo que es la virilidad. Allí será brutalmente violado por el cura. Obligado a crear una máscara para ocultar su culpa y vergüenza, al igual que Mishima, este niño de 10 años se entrega en su caso a la religión católica. Su boda con Cristina (una tonta rica que nada sospecha del desbarajuste interno de su marido) así como la licenciatura de abogado en Deusto y el posterior ejercicio profesional, –su faceta «doctor Jekyll»–, no consiguen reprimir su «lado Hyde»: el de ese depravado que acude a clubs de sexo extremo y a quien obsesiona la despiadada idea de violar a su propio hijo, de 10 años.

«El castillo» cuenta las kafkianas pesquisas que Arantza e Itziar llevan a cabo para dar con el sacerdote que violó a Jacobo, principal sospechoso de su asesinato. Tras innumerables rodeos y contactos, las ertzainas —gracias a una monja, familiar de Itziar, que tiene influencias en el Vaticano— localizan al cura del campamento, pero para su sorpresa se enteran también de cómo al sacerdote lo asesinaron en 1999, 13 años antes que a Jacobo, y de cómo apareció emasculado y con su miembro viril en la boca. La vía queda agotada; hay que empezar de cero.

Como preámbulo a la segunda parte Javier Sagastiberri introduce en Perversidad un capítulo —el cuarto— titulado «Troncalidad» que viene a ser, tanto por extensión como por desarrollo de personajes y argumento, una pequeña novela dentro de una novela. Se cuenta el caso, asimismo investigado por Arantza Rentería e Itziar Elkoro, de una embrollada herencia: la de la familia Etxeburu, cuyo principal beneficiario ha aparecido en su caserío con la cabeza partida en dos por un preciso hachazo de aizkolari. 40 páginas que literalmente se devoran pero que, por no tener nada que ver con la trama principal que se nos venía narrando, desestructuran incomprensiblemente Perversidad. La quinta parte de páginas de un libro resultan demasiado para lo que es una transición o «tiempo muerto».

Esta segunda parte está compuesta por el capítulo 5 y el epílogo. La motivación monetaria pasa a ser ahora el móvil del crimen de Jacobo. Las ertzainas buscan algún cliente que haya sido perjudicado por el abogado financiero y que —como venganza— haya podido contratar a un sicario para que lo torture hasta la muerte. Comprobado por un experto en paraísos fiscales y blanqueo de capitales que la familia Olarizu está casi arruinada, entramos aquí en el inevitable terreno del «sálvese quien pueda». Mientras, Arantza e Idoia descubren cómo Jacobo, experto en fiscalidad internacional y territorios off shore, trató, mediante algún dudoso movimiento de fondos, de salvar a su familia perjudicando a alguien de indudable poder y con capacidad de reaccionar. Expertos hackers las ayudan a dar con el paraíso fiscal adonde Jacobo desvió 7 millones. Al final —y pese a su campanada en Chueca— la oveja negra ha sido la única con el talento y la capacidad suficientes para rescatar a esa familia suya de inútiles parásitos. Averiguar quiénes resultaron ser los estafados acaba por conducir a los asesinos de Jacobo Macallister. El final de Perversidad, en ese abandonado chalet de Plentzia, con un copioso tiroteo en el que nuestras queridas protagonistas se juegan la vida, conmocionará al lector.

 

Perversidad

Autor: Javier Sagastiberri

Colección: Cosecha roja, 24

Formato: 135 x 205 mm

Páginas: 256

Encuadernación: Rústica

Disponibilidad: Disponible

Fecha de publicación: 25-05-2017

ISBN: 978-84-9109-226-

Comprar AQUÍ

 

 

 

 

 

 

 

Reseña de Manu López Marañón