Roberto Alcázar empezó siendo un «intrépido aventurero español» pero se fue convirtiendo en agente de la Interpol, después en un detective y acabó siendo un icono de la posguerra que sobrevivió hasta un poco más allá de la Transición.

Su parecido con el creador de la Falange, negado por sus creadores, unido a su aspecto de caballero elegante, siempre encorbatado y con traje impecable, lo convirtió en un personaje adorado por varias generaciones de lectores que le vieron evolucionar a lo largo de más de 1200 aventuras en formato apaisado, vertical, en blanco y negro y con numerosas reediciones en bicolor y cuatricomía.

Sus creadores negaron todo parecido con el fundador de la Falange #RobertoAlcazar. @librosdesanti Clic para tuitear

Incluso su sonoro apellido fue negado por sus creadores que adujeron que se trataba de una «casualidad» y que nada tenía que ver con el de Toledo. Ni parecido con nadie, ni relación con ningún hecho histórico… y sin embargo, todo encajaba.

De pensamiento poco profundo y muy centrado en sus pesquisas, Roberto Alcázar no demostró ningún interés por las mujeres y se vio envuelto en aventuras repletas de traficantes, chinos, monstruos, gánsters, vagos, maleantes y otros seres clandestinos que ponían a prueba su insaciable determinación de insuflar orden en un mundo caótico habitado por toda clase de malvados que merecían los mamporros que nuestro héroe y su ayudante Pedrín les propinaban sin compasión y con el pleno convencimiento de que no merecían otro trato. Digamos, que mantenían limpio el planeta. (Se acuerdan de aquella campaña de publicidad de los tiempos de Franco «Matenga limpia España»?)

#RobertoAlcázar mantenía limpio el planeta, ¿como Franco mantenía limpia #España? @librosdesanti Clic para tuitear

Pedrín es un joven huérfano que se deja tutelar por Roberto Alcázar del que aprende el oficio pero deja claro que seguirá sus pasos y tomará el relevo cuando llegue el momento; toda una alegoría al papel que deben jugar las nuevas generaciones.

El primer número se publicó en 1940, un año después de finalizar la terrible contienda civil de la que nunca se hace referencia en las múltiples aventuras publicadas por la Editorial Valenciana. Estamos ante un «intrépido aventurero español» que no recuerda ni tiene noticia de que se haya producido ninguna guerra en su país.

Quizá no sea casualidad que la primera aventura de Alcázar transcurra en un trasatlántico de lujo, en alta mar, lejos de la tierra que le vio nacer, viajando solo, sin más compañía que su vestuario de hombre elegante, en cuya cubierta conoce a un polizón llamado Pedrín que ni siquiera tiene pasado y al que adopta sin pedirle más explicaciones.

De esta manera, nace un tándem que forma una familia en la no hay ni madre ni esposa, que ni necesitan, ni añoran ni echan en falta.

Unidos por su destino de deshacedores de entuertos, ambos viajarán por todo el mundo topándose, casi siempre de forma casual, con gente que necesitaba de su ayuda y de bandidos y conspiradores que intentan apropiarse del mundo con fines inconfesables.

La serie fue creada por Juan Bautista Puerto, guionizada por un comandante del ejército y dibujada por Eduardo Vaño, alcanzó un notable éxito y en 1958 alcazaba la tirada de 100.000 ejemplares a la semana. Consiguió una legión de fieles seguidores que sentían una enorme admiración por esta pareja de aventureros que luchaba para conseguir un mundo mejor y a los que daba una cierta tranquilidad saber que en España estas cosas no pasaban ya que se disfrutaba de una extraordinaria paz que permitía que sus mejores agentes pudiesen ir a deshacer entuertos en otros continentes.

#RobertoAlcazar resistió el paso del tiempo y la llegada de la tv, el peor enemigo de los tebeos. Clic para tuitear

Pasarán a la historia de la literatura popular de posguerra con todos los honores y por haber resistido el paso del tiempo y la llegada de la televisión que fue, posiblemente, el peor enemigo de los tebeos apaisados y de los héroes que los habitaban.

Sin embargo, podría decirse que Roberto Alcázar estaba más cerca de ser un símbolo que un personaje de tebeo. Observando atentamente los dibujos, no tenía más allá de dos o tres expresiones básica y apenas se destacaban sus rasgos y se identificaba por la forma general, bien conocida por otros motivos.

Quizá por eso no está de más hacerse una pregunta sobre su origen: ¿fue una creación literaria espontánea que respondía a criterios editoriales o fue un encargo?

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En cualquier caso, Roberto Alcázar y Pedrín hicieron bien su trabajo y supieron pasar a la historia de la literatura popular española.

 

Roberto Alcázar, el intrépido aventurero español

Artículo e ilustración de Santiago García-Clairac