Uno de aquellos vecinos del barrio valenciano del Cabanyal acosados por la alcaldesa Rita Barberá decide pasar a la acción y practicar un «terrorismo solidario» que lo libre de «esos aristócratas diabólicos que se ríen y disfrutan con nuestro tormento desde hace siglos». Es Rómulo, que tiene nombre de fundador y padece síndrome de Diógenes. Rómulo intentará ganar para su causa a Gloria (su hermana) y a Nevia (una suerte de Conchita Wurst fracasada que se cruzará en su vida). Tres personajes arrinconados por la historia que, en el interior de una burbuja repleta de cachivaches, debaten cómo salvarse a sí mismos y cómo salvar el mundo.

Llegados a este punto, uno percibe que Síndrhomo alude por igual al síndrome del filósofo cínico y al malestar de pertenecer al género «homo». También encontramos que Síndrhomo rima perfectamente con «palíndromo», lo que sugiere que estamos ante una obra que busca recorrer un camino inverso, volver al origen, desandar…

Así pues, si tienen la suerte de poder asistir a una representación de Síndrhomo, reparen en cada palabra, pues su logro estético no está en el argumento, sino en su ingenio verbal. Teatro de la palabra, por tanto, vocablos de los que carga el diablo.

María Cárdenas (Necochea, Buenos Aires, 1970) recibió por Síndrhomo el premio a la mejor autoría revelación en la pasada edición de los Premios Max de las Artes Escénicas. La autora, que firma sus trabajos como Iaia Cárdenas, ha trabajado desde 2013 en el seno de la compañía La teta calva, de la que forma parte también Xavo Giménez, director y ocasional actor de Síndrhomo.

Síndrhomo, de María Cárdenas: humor absurdo y subversión

María Cárdenas, mejor autora revelación en los XX Premios Max de las Artes Escénicas

Su obra es explícita en su valencianismo, con una alusión al concurso de fallera mayor, a la paella, al acoso urbanístico sobre el barrio del Cabanyal… No obstante, la situación puede extrapolarse a otros contextos. Como suele decirse, la obra trasciende con creces lo local. El texto alude al asunto del Cabanyal solo tangencialmente, en sus consecuencias sobre las personas, sobre Rómulo, Gloria y Nevia. Síndrhomo presenta, en efecto, la pintura absurda de tres personajes ateridos.

Teatro del absurdo, pues, en el que el ingenio verbal vence al argumento. Porque Síndrhomo tiene también algo de ionesco, y no solo en la reminiscencia del nombre de la compañía: los personajes parecen empeñados en propósitos desatinados, se cuestiona la sociedad y al ser humano a través del humor, se representa la mueca ante el abuso del poder… «El mundo se va a la porra y Rómulo va a salvarlo» pero, para ello, hablará con una lámpara como si fuese su madre difunta. Un absurdo, sin embargo, poético, que confunde identidades, que atribuye inesperados instintos maternales, que profundiza en la vulnerabilidad de los personajes.

Síndrhomo, de María Cárdenas: humor absurdo y subversión 2

Síndrhomo, de María Cardenas

Gloria, la hermana, ha conseguido muchas cosas, muchas… pero no ha conseguido que Romu la quiera. Tampoco ha colmado su aspiración de comprar un forfait y poder ver la vida desde la nieve en Sierra Nevada, junto a la gente que tiene dinero, no desde el otro lado de la valla. Se pregunta a veces qué hubiera sido de ella de haber nacido en otro lugar, con otro nombre, con otra familia. Y le sorprende la presencia de Nevia en casa de su hermano. Le pregunta con sinceridad «¿Tú te has dado cuenta de que él es un tío?». Gloria añora la nieve, pero repudia a Nevia… Gloria encarna la fragilidad, el ser humano barrido por las circunstancias que se aferra aún a un sueño. Merce Tienda pone sobre el alambre a Gloria, y dota al personaje de delicadeza y hondura.

Nevia es un travesti que no se ha quitado la barba y que tiene horror al silencio. Viene a desbaratar la paranoia de los hermanos con una paranoia de otro signo. Quiso ser María Magdalena en Jesucristo Superstar, pero fue rechazada quince veces. Peor aún, cree que no ha logrado ser fallera mayor porque es sudaca. No obstante, aporta el toque más alegre en esta familia depresiva. Su grito de guerra es «¡abajo el caraculismo!». Ambos hermanos acaban tomándola por su madre difunta, igual que a la lámpara. Pero Nevia oculta su vacío mediante las palabras: «Las palabras suelen estar más vacías que el propio silencio. Pero con las palabras todo es mucho más fácil. El que sabe hablar tiene mucho camino ganado. Dice pelotudeces sin parar y los pelotudos lo escuchan. Pero es mejor así, porque si se callaran se escucharía lo que piensan: pensamientos chungos». Leo de Bari encarna a Nevia. Pone en el personaje la energía de un clown e ilumina la escena tras su llegada.

Rómulo es el hermano paranoico que urde una rebelión contra los «señores del abismo» que «vomitan veneno de comida barata y cerveza más barata todavía», y que «están tapiando las ventanas y hasta cortándonos el wifi». Y los califica como lo que verdaderamente son: «… la verbena en la puerta de la casa, la calle cortada en hora punta, la arena en los ojos, la piedra en el zapato…», y hasta «el pimiento en la paella». Rómulo no podrá relajarse hasta que esos señores abandonen sus asientos de poder. En su ebria lucidez, Rómulo tiene también momentos de duda, en los que flaquea en su propia locura. Es entonces cuando ve el abismo: «A veces me parece que estoy cuerdo y me da vértigo». Expone, por fin, una propuesta de «terrorismo solidario» para acabar con el sistema. Nada excesivamente cruento. Todo lo contrario. Un apagón general que difunda la oscuridad y, por tanto, permita que las personas vean. Manuel Valls da vida a Rómulo. Juega eficazmente con los equilibrios de un argumento y un personaje desquiciados. También el director, Xavo Giménez, ocasionalmente interpreta a Rómulo.

Síndrhomo, de María Cárdenas: humor absurdo y subversión 1

Manu Valls, Leo Bari y Merce Tienda en Síndrhomo, de María Cárdenas

Nevia y Rómulo exponen, por tanto, razonamientos idénticos: tanto la palabra como la luz atoran el entendimiento.  El silencio ocasionará que se escuchen las ideas; la oscuridad, provocará la lucidez. Demasiado ruido, demasiada luz. Palabras que son ruido, luz que ciega: demagogia y señuelos alienantes. Se precisa, por tanto, un parón para poner las cosas en claro. El mundo está mal y hay que repensarlo.

#Síndrohmo de @LaTetaCalva Una propuesta radical para una situación insostenible Reseña @avazqvaz Clic para tuitear

Síndrhomo es una producción modesta y profesional en la que prima el talento. Pudo verse durante dos fines de semana de julio en la Sala Cuarta Pared, en Madrid. No teman, podrán aún verla, pues con seguridad —nos confirma la compañía— tras el verano volverá a la cartelera en varias ciudades españolas. Estarán próximamente en la Fira B de Mallorca, en Zaragoza, en Alicante y en Madrid.

La teta calva estará también en octubre con su obra Penev, que quedó finalista al espectáculo revelación en los Premios Max en 2015, en el Festival Internacional Mercosur (en Argentina y Uruguay), y en Chile, en el festival Cielos del infinito. Asimismo, la compañía sigue rodando con un espectáculo infantil, Las aventuras de Tom Sawyer. Por último, preparan una futura producción, ¿Qué pasó con Michael Jackson?, que estará lista para febrero de 2018.

Permanezcan atentos, pues cualquiera de las producciones de La teta calva merece la pena.

Síndrhomo

Autora: María (Iaia) Cárdenas

Dirección: Xavo Giménez

Intérpretes: Merce Tienda, Leo de Bari y Manuel Valls / Xavo Giménez

Espacio escénico y lumínico: Santo Fiera y Xavo Giménez

Producción: La teta calva

 

Reseña de Alfonso Vázquez