Diario lunático del 20 Festival de Málaga

Segunda parte de la crónica lunática sobre el 20 Festival de Málaga. José Manuel Cruz para Revista moonMagazine, medio acreditado en el Festival.

Diario lunático del 20 Festival de Málaga – Cine en español (y 2)

En esta crónica, completamos la crónica del seguimiento que MoonMagazine ha realizado al 20 Festival de Málaga – Cine en Español. En esta segunda crónica, vamos a comentar las principales películas del palmarés y realizaremos una valoración global de esta edición del certamen. En posteriores artículos, publicaremos diversos reportajes y entrevistas que hemos realizado a lo largo de estos intensos y agitados días.

Martes, 21 de marzo (del infierno al cielo)

En relación a las películas que vimos el martes, hay que empezar hablando de la decepción que supuso la brasileña Redemoinho de Jose Luiz Villamarim. Me parece que tenemos que detenernos un poco en esta película por una peligrosa tendencia que se está expandiendo en una parte del llamado “cine de prestigio” (el que suele triunfar en los festivales y el que cuenta con las alabanzas de la crítica: indiquemos que Redemoinho). Se trata de la creciente preferencia por un cine realista “anarrativo”, con escasa tensión dramática externa, que parece asumir que la mera sucesión de imágenes, por el hecho de que se trate de imágenes, tiene un significado por sí misma. Es cierto que la fuerza de la imagen es brutal y que una imagen puede expresar más que lo que pueda hacer un millón de palabras. Pero ello no es, en realidad, así. Las imágenes pueden tener gran capacidad de expresión pero no todas las imágenes tienen la misma capacidad de expresión. Y, de hecho, hay algunas que carecen de ella. Para que una sucesión de imágenes nos comunique algo, hay que seleccionar las adecuadas y hay que proporcionar un contexto satisfactorio. Redemoinho trata de dos amigos de juventud que se encuentran después de muchos años. Uno, prefirió quedarse viviendo en su lugar natal, un modestísimo pueblo con un no muy elevado nivel de vida. Otro, se marchó a vivir a Sao Paulo. Su encuentro dará lugar a que afloren todos los fantasmas del pasado. En este film, durante más de una hora no sucede nada y toda la acción se concentra en los últimos 20-25 minutos. No piensen que lo que ocurre al final se justifica por lo que hemos visto previamente. Tras presentar a los personajes, la película tiene un larguísimo tramo que lo único que sirve es para que pueda llegar a la duración estándar de 90 minutos. Hay películas en las que, aparentemente, no sucede nada pero las imágenes sí que esconden conflictos larvados, dilemas interiores, dramas que se desarrollan en el silencio y el hecho de que los mismos no se manifiesten abiertamente provoca que se intensifique la capacidad narrativa del film —ejemplos de éxito artístico en este sentido son documentales como El sol del membrillo (1992) de Víctor Erice o En construcción (2001) de Jose Luis Guerín—. Pero este, desgraciadamente, no es el caso de Redemoinho. En contraposición, hemos tenido la oportunidad de ver dos documentales en los que, sin recurrir a explicaciones adicionales, tan sólo por el poder expresivo de las imágenes, el espectador es capaz de intuir qué está sucediendo, incluso más allá de lo que los propios protagonistas de ambos films están dispuestos a manifestar y confesarse a sí mismos: Desde que bailas de Álvaro Torrelli y Beatriz Osorno y Preso de Ana Tipa. Ya tendremos ocasión de comentarlos en el artículo que dediquemos específicamente a los documentales.