Revista MoonMagazine, medio acreditado en el Festival de Málaga.

Crónica de José Manuel Cruz.

Diario Lunático del Festival de Málaga. Primera parte

El Festival de Málaga siempre ha sido la gran oportunidad fallida para el cine español. Resulta paradójico que un cine obsesionado con atraer público a los títulos que produce, no preste mayor atención a un certamen que, a pesar de las críticas que se le pueda hacer, siempre cuenta con un público volcado y entusiasta y que ha constituido, en numerosas ocasiones, la pieza esencial para que numerosos films acabaran contando con una inesperada carrera comercial de éxito. El otro lado de la cama (2002) de Emilio Martínez Lázaro, Smoking Room (2002) de Roger Gual y Julio D. Wallovits, Torremolinos 73 (2003) de Pablo Berger, Un franco, 14 pesetas (2006) de Carlos Iglesias, Pagafantas (2009) de Borja Cobeaga, Carmina o revienta (2012) de Paco León o 10.000 Km. (2014) de Carlos Marques-Marcet son buenos ejemplos. Pero la industria no acaba viendo todo el potencial del certamen (que podría ser, perfectamente, el Sundance del cine español) y no hace una apuesta firme y decidida por él. Lo cual explica muchos de los peculiares rasgos de este festival…

Este año, la gran novedad es que de ser un Festival de Cine Español, ha pasado a ser un Festival de Cine en Español, de modo que la Sección Oficial ha pasado a absorber la antigua Sección Territorio Latinoamericano, la cual siempre se desarrollaba con suma discreción a pesar de la calidad que atesoraban muchas películas que se proyectaban en ella —en los años que he cubierto el certamen, recuerdo films espléndidos como Colosio: El asesinato (2012) de Carlos Bolado, El sueño de Lu (2012), María y el araña (2013) de María Victoria Menis o Besos de azúcar (2013) de Carlos Cuarón-. Con ello, el Festival de Málaga ha afrontado uno de los cambios más importantes de sus veinte años de historia y le ha permitido enriquecer la Sección Oficial con títulos procedentes de Argentina, Uruguay, Cuba, Chile, Colombia, México y Brasil. En definitiva, en 2017 han coincidido en el certamen el vigésimo aniversario de su celebración, la introducción de una importante novedad y la complicada situación de la industria cinematográfica en España y Latinoamérica. En suma, un cóctel interesante que hemos tenido la oportunidad de degustar durante unos intensos e imprevisibles días.

#Crónica de un #festival que apuesta por el #cine en español @festivalmalaga @jmcruzbar Clic para tuitear

Viernes, 17 de marzo. (Pero, ¿el Festival ha empezado o no?)

La jornada inaugural en Málaga suele ser similar a la vuelta de reconocimiento en las carreras de Fórmula 1. Nunca sabemos si, de verdad, ha empezado el Festival o si estamos en modo de pruebas para comprobar que toda la maquinaria está bien engrasada. Tuvimos la oportunidad de ver dos películas de la Sección Oficial pero, ambas, fuera de concurso (lo cual reforzó esa impresión de evanescencia que acabo de comentar) y las dos, además, encuadradas dentro del género de terror. ¿Susto o muerte? Bueno, evidentemente, logramos sobrevivir…

Inauguraba el certamen El bar de Álex de la Iglesia. El bar es una película heredera de los clásicos films de claustrofobia. Piensen en Náufragos (1944) o La soga (1948) de Alfred Hitchcock, El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel o la reciente Los odiosos ocho (2015) de Quentin Tarantino y se harán una idea: unos personajes atrapados en un recinto cerrado y que se tienen que enfrentar a una situación que les supera y no comprenden. La clave de este tipo de films está, por supuesto, en crear un microcosmos de personajes lo suficientemente variopintos como para que se vayan encadenando momentos explosivos que no hagan más que alimentar la tensión de la trama. El guion de Álex de la Iglesia y su inseparable Jorge Guerricaechevarría lo consigue y viene a reflejar ese espíritu de época en el que estamos sumidos (la escena final es ilustrativa a este respecto) en que el individualismo más feroz se está imponiendo a cualquier otro tipo de consideración. A partir de ahí, la habitual tendencia a la desmesura y la falta de contención en su estilo del director bilbaíno provoca que el resultado final quede por debajo de todo el potencial del proyecto. De todos modos, El bar es una película disfrutable que logra mantener todo el tiempo la atención del espectador.

#ElBar, de Alex de la Iglesia, #terror claustrofóbico a lo Tarantino. @festivalmalaga @jmcruzbar Clic para tuitear

En esta segunda jornada del Festival de Málaga sorprendió agradablemente el film Maniac Tales, codirigido al alimón por Kike Mesa (productor y alma mater del proyecto), Rodrigo Sancho, Denise Castro, Enrique García y Abdelatif Hwidar. Maniac Tales es una película de terror formada por 5 historias que bebe del espíritu de films como Refugio macabro (1972) de Roy Ward Baker, los films de episodios de la productora de terror Amicus Productions, Creepshow (1982) de George A. Romero o En los límites de la realidad (1983) de Joe Dante, John Landis, George Miller y Steven Spielberg. No obstante, cada director bebe de sus propias referencias e influencias de modo que el film se acaba convirtiendo en un sugerente batido visual que nos hace recordar desde Misery (1990) de Rob Reiner, pasando por Sin City (2005) de Robert Rodriguez hasta Spring Breakers (2012) de Harmony Korine. Medio en broma, medio en serio, Kike Mesa comentó en la rueda de prensa posterior al pase del film que su idea era llamar a la película Maniac Tales. Alguno te gustará. Y, de hecho, algo de eso hay. Habiendo cinco historias tan diferentes, es muy difícil que el aficionado al género no acabe disfrutando, como mínimo, con una de ellas.

Sábado, 18 de marzo (Tensiones sociales y familiares)

El sábado tuvimos la primera gran sorpresa del Festival: Selfie de Víctor García León, cineasta que no había abordado el largo desde la notable Vete de mí (2006), protagonizada por Juan Diego y Juan Diego Botto. Selfie es una película rodada al estilo de programas de televisión como Salvados, y en ella somos testigos de las vivencias del protagonista, Bosco, interpretado por Santiago Alverú, un joven pijo, hijo de un político detenido por corrupción, que ve cómo el mundo de rosa en el que vivía se viene abajo y se topa con la dura realidad. Selfie se convierte en una hilarante sátira que constituye un duro retrato de la España actual a pesar del humor que invade toda la historia. Alejada de cualquier tipo de maniqueísmo (de modo que no resulta nada complaciente con ninguna de las principales facciones políticas que existen en nuestro país), la película está rodada con gran frescura, desenvoltura y espontaneidad (logrando momentos francamente geniales como un cameo absolutamente improvisado, y sin que ella supiera que se trataba de una película, de la propia Esperanza Aguirre) y cabe destacar una magnífica interpretación de Macarena Sanz, que creo que se llevará alguna Biznaga (el premio del Festival) al final del certamen. Sin duda alguna, Selfie es una de las películas imperdible de esta edición del Festival de Málaga 2017.

#Selfie, de Víctor García León, sátira hilarante de la España actual. @festivalmalaga @jmcruzbar Clic para tuitear

Nieve negra de Martín Hodara es una coproducción hispano-argentina protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín, Laia Costa y Federico Luppi. Tenso thriller sobre los conflictos y heridas sin cerrar en el seno familiar, es un film con una historia potente y demoledora, que culmina con un soberbio y sutil desenlace, que por culpa de algunos desfallecimientos en su ritmo y algunos momentos resueltos con cierta torpeza no logra ser una película absolutamente redonda. No obstante, por las interpretaciones de su reparto y por lo perturbador de su narración, es una película que merece mucho la pena ver.

Excelentes Leo Sbaraglia y @bombitadarin en @NieveNegraOK. @festivalmalaga @jmcruzbar Clic para tuitear

El otro hermano es una coproducción hispano-argentino-uruguaya dirigida por Adrián Caetano y que está protagonizada por, nuevamente, Leonardo Sbaraglia, Daniel Hendler y Ángela Molina. Adaptación de una novela de Carlos Busqued (Bajo este sol tremendo), se trata de un noir rural, que bebe, desde el punto de vista literario, del universo de Jim Thompson y, desde el punto de vista cinematográfico, del estilo crudo y violento de Sam Peckinpah. El principal valor del film es una soberbia interpretación que hace Leonardo Sbaraglia de un personaje depravado y cruel, de las mejores de su carrera, que raro sería que no se llevara un premio al final del certamen (Sbaraglia es una de las figuras homenajeadas en esta edición al recibir el Premio Málaga SUR por toda su trayectoria, por lo que, sin duda, se convertiría en uno de los nombres clave del festival de este año). La película tiene un potente e impactante tramo final pero adolece de una primera parte que se alarga en exceso y que exige bastante paciencia al espectador. De todos modos, logra crear de forma convincente una atmósfera opresiva y asfixiante que se convierte en un factor determinante del desenlace final de la historia.

Rueda de prensa de El otro hermano. De izquierda a derecha, el productor Simón de Santiago, los protagonisras Ángela Molina, Daniel Handler, Leonardo Sbaraglia y la productora argentina ,Natacha Cervi

Leo Sbaraglia, Premio Málaga SUR @festivalmalaga. #Elotrohermano, #noir rural. @jmcruzbar Clic para tuitear

Domingo, 19 de marzo (Jornada de decepciones)

Este domingo, vivimos tres decepciones consecutivas con tres películas que encerraban grandes posibilidades pero que, al final, se desinflaban por evidentes problemas de ritmo y estructura narrativa.

La primera película de la jornada fue Amar de Esteban Crespo. El origen de esta película reside en dos cortometrajes que este director (nominado al Oscar por el corto Aquel no era yo en el año 2014) realizó hace ya más de diez años: Siempre quise trabajar en una fábrica (2005) y Amar (2005). El argumento de ambos se incorpora al largometraje presentado en el Festival como dos secuencias, una al principio y otra en un punto de inflexión importante de la trama. Los primeros 35 minutos de Amar dibujan una película muy interesante en la que tienen un peso importante los cambios en la forma de entender las relaciones sentimentales y los distintos grados de madurez de los personajes frente a esa realidad (diferencias que no sólo afectan a los adolescentes protagonistas sino también, y quizás hasta de forma más acusada, a los adultos). Pero este interesante planteamiento inicial se va difuminando poco a poco de forma que va ganando peso un enfoque que acerca el film al modelo de película clásica de adolescentes. Aunque la dirección de Esteban Crespo impregna, por un lado, de gran naturalidad y frescura a las interpretaciones (sobre todo, de las actrices y actores jóvenes) y, por otro, de un brillante preciosismo a su acabado visual, da la impresión de que este film queda por debajo del potencial que hubiera podido alcanzar si se hubiera aferrado a su apuesta inicial.

Otra importante decepción de este domingo fue la de La niebla y la doncella de Andrés M. Koppel (quien escribiera el guión de Intacto de Juan Carlos Fresnadillo). Adaptación de una conocida novela de Lorenzo Silva y protagonizada por Verónica Echegui, Quim Gutiérrez, Aura Garrido y Roberto Álamo, parecía tener todos los ingredientes para ser un thriller o un noir de alto voltaje. Sin embargo, la estrategia narrativa del film me parece claramente desacertada. Durante más de una hora, La niebla y la doncella no es más que una historia policíaca cuyo núcleo es averiguar quién ha cometido el asesinato inicial. El problema es que es difícil originar tensión cuando los sospechosos brillan por su ausencia, o, mejor dicho, cuando se ve venir desde el principio quién va a ser (evito spoilers) el asesino/a porque es el/la único/a sospechoso/a que hay. Al final, ello se convierte, por casualidad, en una virtud, porque, tras un giro brutal en la trama, se llega a un desenlace confuso y precipitado que sólo se ve paliado porque el/la asesino/a es quien efectivamente habíamos imaginado. Película fallida que hubiera necesitado de un guion mucho mejor estructurado.

Finalmente, este domingo pudimos ver la comedia argentina Me casé con un boludo, dirigida por Juan Taratuto y protagonizada por Adrián Suar y Valeria Bertuccelli. El director y la pareja protagonista ya realizaron en 2008 una brillante comedia, Un novio para mi mujer, y ambos actores ya estuvieron presentes en ediciones anteriores del Festival de Málaga con títulos interesantes: Valeria Bertuccelli en 2012 con La suerte en tus manos de Daniel Burman y Adrián Suar en 2012 con Dos más dos de Diego Kaplan. Me casé con un boludo, sin embargo, es una comedia que, poco a poco, va perdiendo el ritmo hasta desinflarse completamente. Su comienzo es brillante, con una preciosa muestra de “cine dentro del cine” en el que se homenajea claramente al cine de Alfred Hitchcock y la música de Bernard Herrmann que lo acompañaba. Pero la película se recrea tanto en esta parte inicial que, al final, toda su estructura queda desencajada y llega sin fuelle a lo que es la parte relevante de la trama. Es decir, otra película fallida que hizo que el domingo no nos fuéramos con un buen sabor de boca cinematográfico.

Lunes, 20 de marzo (Remontamos)

Dos películas, muy distintas entre sí, sirvieron para superar la “depre” del domingo (sobre todo, una de ellas).

Por un lado, El candidato de Daniel Hendler (a quien ya vimos en su faceta como actor en Nieve negra). Esta película es un ácido y demoledor retrato de la naturaleza de la política y de la falta de escrúpulos que acaba caracterizando la lucha por el poder. No cuesta mucho trabajo adivinar que el candidato que protagoniza el argumento es un trasunto del actual presidente argentino, Mauricio Macri, de modo que el componente satírico y de denuncia queda notablemente reforzado. El candidato empieza teniendo un aire de comedia que, poco a poco, se va deslizando hacia el drama más cáustico y, aunque su impactante desenlace resultará difícil de olvidar para cualquier espectador, su principal defecto es que el film no aprovecha todas las posibilidades que ofrecían su argumento y su enfoque. Es una película que se ve con interés pero que hubiera necesitado una mayor intensidad y pulso para ser verdaderamente afilada.

Pero, por otro lado, la película que nos sorprendió gratísimamente fue el documental Sara Baras. Todas las voces de Rafa Molés y Pepe Andreu. Este film logra evitar el típico enfoque hagiográfico hacia la figura protagonista ya que, aunque es obvio que está realizado desde la admiración a la bailaora Sara Baras, no es menos cierto que los realizadores profundizan en los distintos aspectos de su vida y de su carrera profesional para darnos una auténtica lección de vida y arte. La película es una sucesión de momentos irrepetibles en la que se nos transmite con plena viveza la personalidad de la bailaora, el proceso de creación artística, las dudas que asaltan a todo proceso creador, los caminos para lograr articular en un proceso colectivo a lo que, en principio, es una idea individual y, sobre todo, logra plasmar algunos instantes únicos de sus actuaciones que, sin duda, pasarán a ser imágenes para la posteridad por su valor artístico y documental. Sin duda alguna, esta película está a la altura de los mejores documentales musicales de Carlos Saura. Su calificación, por tanto. No hay que dudarlo: sobresaliente cum laude.

Sobresaliente cum laude para @sarabaras, de @rafamoles @AndreuMola @festivalmalaga @jmcruzbar Clic para tuitear

 

 

Y nada más por hoy. Todavía queda mucho Festival de Málaga por descubrir y disfrutar. Mucho Festival de Málaga que llevaros a vuestras casas, disfrutando del cine en español que pronto inundará las carteleras.

 

20º Festival de Málaga – Cine en Español: Diario Lunático (1)

José Manuel Cruz para Revista MoonMagazine