Manuel Quiroga Clérigo. Para un homenaje a Gloria Fuertes

Tengo yo en mi blog un modesto apartado —La cebada al rabo— en el que intento dar voz a escritores de nuestro tiempo. Escritores vivitos y coleando, porque ya sabemos aquello de que «Después del burro muerto (con perdón), la cebada al rabo» (de ahí el título), y tengo la suerte de que, de vez en cuando, recibo entradas de Manuel Quiróga Clérigo que es un incansable hacedor de letras en todas sus manifestaciones. Estamos ante un poeta, narrador, dramaturgo, crítico literario y de cine… que participa en congresos, simposios y encuentros en todo el mundo.
Conferenciante, prologuista e invitado en seminarios, da cursos de poesía, literatura  y de ciencias sociales.
Es asimismo, fundador del Grupo Poético “Enero” (Madrid, 1969).

Pues bien. En esta ocasión, y con motivo del Centenario de Gloría Fuertes, Manuel Quiroga Clérigo me hace llegar este poema que sirve a la vez como homenaje a la autora y como incómodo prurito ante los tibios de corazón que miran a otro lado cuando algo les incomoda.

Sirva, pues, este poema como homenaje a quien lo inspiró y al Día de la Poesía celebrado recientemente.

 

 

Ni vírgenes de plástico

 

“En Nueva York los negros/tienen su virgen blanca

 

presidiendo el lavabo/junto a la cabecera”,

 

escribió Gloria Fuertes hace cincuenta años.

 

Eran tiempos de crisis: la del carbón, la del petróleo

 

la de Sofico Renta y la Nueva Esperanza,

 

La pertinaz sequía preocupaba al gobierno

 

y curas avispados hacían rogativas

 

para pedir la lluvia y larga vida al Papa.

 

Había virgencitas para todos los gustos,

 

en Cracovia, en Cuba, en Fátima y más cerca

 

y hasta la Almudena era bien bendecida

 

por obispos bajitos muy alimentados.

 

Por entonces también había negros ricos,

 

en Hollywood, Jamaica, en la calle de Atocha;

 

y Machín quería tener sus angelitos negros.

 

Existían también los dictadores blancos,

 

en Paraguay, en Persia, en Egipto, en España

 

que seguían tenido gran fe en las imágenes.

 

Ahora todo es más fácil pues se lee en la prensa

 

la necedad del mundo, la infamia de los blancos.

 

Por ejemplo un ministro se da golpes de pecho

 

y se siente contento porque fieros cuchillos

 

evitan que negritos sin pan ni mortadela

 

lleguen tan sólo a Europa a limpiar las letrinas

 

y a vivir en chabolas o bajo puentes rotos.

 

“Todo asusta” decía por entonces Gloria Fuertes

 

ni siquiera ellos tienen una virgen.

© Manuel Quiróga Clérigo

 

Gracias @CarrascalMara por traernos a este gran poeta y su Vírgenes de plástico a @RevistaMoonM Clic para tuitear

Antonia María Carrascal para Revista MoonMagazine