Aïda Ballmann: lo de la pureza de África ya me lo esperaba.

Cuando hablamos de cortometrajes, muchos lectores pensarán que las obras encuadradas en este formato solo son rodadas en los entornos próximos de los realizadores que abordan sus proyectos. Pero esa idea no es del todo exacta, como lo demuestran dos cortometrajes que no solo cruzan fronteras sino que han apostado por adentrarse en territorio africano para traernos las esencias de un continente que, cuando logra alejarse de las lacras de violencia e inestabilidad que suelen afectarle, proporciona al visitante una pureza y una limpieza de espíritu que deja huellas inolvidables en el alma.

El cortometraje sobre el que vamos a hablar hoy es Camino de tierra de la actriz y realizadora Aïda Ballmann y, en una próxima entrega, hablaremos sobre A donde nos esperan de Gustavo Gozalo y Augustin Marie Ndour.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann en la serie Lo que escondían sus ojos

Aïda Ballmann es una actriz canaria, de origen alemán, nacida en la isla de El Hierro (no se pierdan en la entrevista la pregunta que le hacemos sobre sus raíces y su nacimiento porque los lectores van a descubrir una historia verdaderamente apasionante). Tuve la oportunidad de descubrirla en el año 2014, en el 17º Festival de Málaga, cuando la sección Zonazine emitió el film The Extraordinary Tale (of the Times Table) de Laura Alvea y José F. Ortuño, un macabro cuento de hadas, realizado con una sorprendente imaginería visual, que fue una de las grandes sorpresas del certamen celebrado en dicho año. Me encontré con una actriz original y única, que sabía manejarse con una impresionante variedad de recursos y que contaba con un carisma muy, muy especial. Tras esta película, hemos podido ver a Aïda en las series de televisión El tiempo entre costuras, Águila roja y Lo que escondían sus ojos y en el documental La velocidad de nuestros pensamientos (2016) de Nacho Chueca.

Por supuesto, también ha participado en varios cortometrajes y, a continuación, enlazamos dos de ellos, en los cuales Aïda interpreta dos personajes radicalmente diferentes que dan cuenta de su gran versatilidad.

Golosinas (2014) de Iván López

GOLOSINAS cortometraje from Iván López on Vimeo.

Podredumbres (2014) de Juan Carlos Guerra

 

Hoy la entrevistamos por su primer título como realizadora, Camino de tierra, un cortometraje documental que muestra sus vivencias en Senegal y Gambia.

Este es el tráiler del corto:

 

Le preguntaremos ampliamente sobre lo que este proyecto ha significado para ella y sobre otros aspectos de una personalidad verdaderamente fascinante.

MOON MAGAZINE (M.M.): Hola, Aïda. Cualquiera que haya visto tu fotografía y le preguntemos sobre de dónde puedes provenir, seguro que respondería que vienes de Alemania o Escandinavia. Se sorprendería si le dijéramos que eres de las Islas Canarias, concretamente de la isla del Hierro. Hay una historia muy bonita detrás de tu nacimiento allí.

AÏDA BALLMANN: Mis padres, cuando se conocieron, eran muy viajeros y viajaron a África juntos y pensaban quedarse allí a vivir porque estaban un poco en contra del sistema alemán y querían encontrar su lugar, su paraíso para vivir y crear una familia. Pero resultó que mi padre se puso enfermo con varicela. Fueron a Alemania para que mi padre se curara y, después, se fueron a vivir a las Canarias, una vez que ya estuvo curado, con la idea de volver a África. Cuando estaban en las Canarias, se dieron cuenta de que mi madre estaba embarazada. Estuvieron en Gran Canaria unos meses y, después se fueron a El Hierro, porque prefirieron parir en Canarias, no en África. Y se enamoraron tanto de El Hierro que ya se quedaron allí. La sorpresa fue que, en vez de tener un hijo o una hija, iban a tener dos. Mi madre no lo sabía porque no se había hecho las pruebas que se tuvo que haber hecho. Y salimos dos chicas en lugar de una. En ese momento, fue como un evento muy curioso en la isla porque eran los primeros turistas que se habían quedado. Era, además, todavía, una sociedad muy atrasada en relación a España en cuanto a tecnología y medios. Mis padres, al tener un modo de vida tan diferente y tan buscado por ellos, fue un parto en casa y, al no esperar a dos, pues fue toda una sorpresa… Se rodearon de un médico y de una enfermera, que habían venido de Alemania para atender el parto, pero ya, en medio del meollo, tuvieron miedo y decidieron llevarnos al hospital. Mi hermana melliza salió primero y, después, yo. Mi padre salió de la casa para llamar a la ambulancia y, en esa época, todavía no había teléfonos fijos en todas las casas, sólo algunos muy contados y los teléfonos públicos. Fue al bar más cercano y dio la casualidad de que allí estaba el conductor de la única ambulancia que había en la isla pero estaba medio borracho. De todas formas, nos llevó al hospital. A mi hermana la tuvieron que llevar a Tenerife porque nació muy pequeñita. Y ese fue el principio de la vida de mis padres en la isla. En esos años, aún era una sociedad muy volcada en todo lo que ocurría, muy volcada hacia los vecinos… La gente entrega mucha fruta, mucha ropita… Era como una comunidad con mucha conciencia de apoyarse mutuamente. Fue un recibimiento para mis padres muy bonito. Se enamoraron de la isla y se quedaron. Después de nosotras, nacieron dos hermanas más y crecimos en medio de la naturaleza, con mucho tiempo libre porque tuvimos educación en casa a través de una escuela de educación a distancia en Madrid. Hacíamos exámenes y trabajos cada equis tiempo y el resto de las horas estábamos en casa. Eso nos ayudó muchísimo para desarrollarnos en otros niveles. No solo el normal de saber el contenido que teníamos que aprender cada año sino que también desarrollamos la autodisciplina y otras aptitudes que nos sirvieron una vez que nos incorporamos a la enseñanza normal. Para mi melliza y para mí, el primer año fue muy aburrido. Sacábamos buenas notas pero fue gracias a ese tipo de educación que recibimos.

M.M.: En esos comienzos, hay algo muy interesante que creo percibir. Naces en un cruce de sensibilidades que, más allá del elemento superficial de que al saber tanto español como alemán ha condicionado el tipo de papeles que has realizado en determinados momentos, explica muchos aspectos de tu posterior evolución artística.

AÏDA BALLMANN: Sí, totalmente. Porque mis padres, al buscar una educación diferente, en el momento en que teníamos cualquier interés, nos ayudaban a que lo desarrolláramos. Además, que mi madre fuera escritora y mi padre pintor, nos ayudó mucho a definir esa sensibilidad de la que hablas. Porque nos llamaban la atención sobre aspectos de la rutina diaria, de la vida, de la naturaleza, que, para otras personas, pueden pasar desapercibidos. Con esta sensibilidad de mis padres, pudimos abrir más los ojos y desarrollarnos. Aparte de eso, también me influyó que yo empezara a viajar muy pronto. Eso me ayudó a estar más despierta, más viva, a buscar las diferencias, de amar eso que sorprende… Todo eso me ayudó en mi arte. Ahora, cuando camino por la calle entre la gente, siempre me fijo en formas de ser y de comportarse: cómo se mueven, cómo se expresan, cómo es su cara, cómo se visten… Para mí, todo eso es material que incorporo después como actriz a la hora de hacer un personaje. Todo lo que hay a mi alrededor, lo incluyo en mi arte.

@AidaBallmann: Todo lo que hay a mi alrededor, lo incluyo en mi arte. #Entrevista: @jmcruzbar Clic para tuitear

Aïda Ballmann

Aïda Balmann junto a Ken Appledorn en The Extraordinary Tale (of the Times Table)

M.M.: Eso me ayuda a entender el carácter de tus interpretaciones. Por ejemplo, la de The Extraordinary Tale (of the Times Table). Haces un personaje muy peculiar en una película muy peculiar y lo interpretas de un modo que, probablemente, ninguna actriz lo hubiera hecho de forma parecida. Ese modo tan original en que lo hiciste tiene mucho que ver con tu forma de ver la vida, ¿no?

AÏDA BALLMANN: Sí. Yo creo que tuve la misma sensación al leer el guion. Porque todas las aptitudes que he ido desarrollando a lo largo de los años de repente vi que podía reflejarlas en ese papel. Por ejemplo, toda esa parte de pantomima, clown, malabares, expresión corporal, danza, aunque sea ridícula… Yo lo leí y dije, ¡uy!, esta es mi oportunidad para poder sacarlo todo a la luz porque, antes, estaba mucho más vinculada al teatro y con la película se me abrió el mundo de una forma en que vi que podía expresarme mucho mejor. Yo también creo que, si esa película la hubiera hecho otra actriz, habría salido un buen resultado, porque detrás había un gran guion, pero habría sido completamente diferente. Para mí, fue una gran suerte encontrarme con una película como esa.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann, en su peculiar interpretación en The Extraordinary Tale (of the Times Table)

M.M.: Tu carrera profesional empezó en el teatro. ¿Qué trayectoria tuviste y qué te aportó a tu carrera?

AÏDA BALLMANN: El teatro fue el inicio de todo. Antes de que yo empezara a estudiar, el contacto que he tenido con la interpretación es el teatro. El motivo por el que yo decidí ser actriz fue que me podía expresar, que podía contar historias actuales referentes a cualquier parte del mundo, transmitir cualquier emoción que el espectador pudiera sentir y que le sirviera para trascender esa realidad que se mostraba. Esa fue la base. Tuve la suerte de entrar muy pronto en una compañía de teatro infantil en Gijón, La sonrisa del lagarto, y, a partir de ahí, tuve la oportunidad de estudiar más a fondo el mundo del clown y la pantomima. Paralelamente, aparte de la escuela, me iba formando en diversas disciplinas del circo. Cuando me trasladé a Sevilla, entré a trabajar en el Parque Temático de Isla Mágica. Para mucha gente, es algo menos bien visto para el actor. Pero, para mí, fue una suerte porque podía subirme al escenario todos los días, tuvieras ganas o no las tuvieras, y trabajar más en mi técnica. O sea, afianzar todo lo que había aprendido en la carrera, comprobar lo que me valía y lo que no y desarrollar mi propia técnica. Para mí, empezó ese arte de engañar al público porque el día que subía al escenario, aunque no tuviera ganas, tenía que encontrar fórmulas para que no se me notara y el público se emocionara igualmente con lo que yo hiciera. Durante los tiempos de la carrera, recibes mucha formación teórica pero tienes menos oportunidades de aplicarlo en la práctica. Por eso, para mí fue una suerte poderme subir a ese escenario y poner en práctica todo lo que había aprendido. Después, cuando empecé con el cine, toda esa experiencia me sirvió muchísimo. Ayudó a definirme. Porque yo, realmente, soy más de cine que de teatro. Me siento mucho más viva pudiendo jugar con la cámara en un plano corto o en un plano largo, donde la interpretación cambia, que en el teatro, donde hay que llegar a diferentes filas de público pero que, llevado al cine, sería todo un plano general. La intensidad de la interpretación cambia en el teatro y en el cine.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann compartiendo escena con Adriana Ugarte en El tiempo entre costuras

M.M.: ¿Cómo es el trabajo en las grandes producciones televisivas en las que has podido trabajar? ¿Es muy diferente al que tiene lugar en una producción independiente como The Extraordinary Tale? ¿No hay tanta diferencia? ¿Cuál es tu experiencia?

AÏDA BALLMANN: En estas series, hay mucha preproducción. Hay una gran cantidad de profesionales detrás, está todo muy preparado y hay muy poco espacio para la espontaneidad. El tiempo y el dinero siempre juegan en contra de ello. Porque no te puedes explayar igual. En el teatro, por ejemplo, tienes bastante tiempo para preparar tu personaje, para investigar, para estudiarlo, para fallar y volver a probar y dar con lo correcto… En el cine, en ese sentido, sí tienes más tiempo para indagar dentro de ti, para sacar pequeños detalles del personaje… Pero, en las series, apenas tienes tiempo y tienes que tirar mucho de lo que ya hay dentro de ti para elaborar el personaje. No te da tiempo de investigarlo ni de desarrollarlo. Según la producción, sí tienes algún tiempo pero, por mi experiencia, siempre he tirado más de lo que ya conocía de mí que podía dar que empezar a probar delante de la cámara. No se puede perder el tiempo con eso porque es un riesgo.

M.M.: Es decir, aunque en las series se cuenta con más medios, el actor tiene que conseguir la toma buena lo más pronto posible sin que tenga muchas posibilidades de probar distintas alternativas… Y hay mucha más presión que en otro tipo de producciones.

AÏDA BALLMANN: Lo bueno de eso es que el actor tiene que confiar completamente en lo que pueda dar. Todo el trabajo que puede desarrollar como herramienta para el arte tiene que ser previo. Y, lo que tú vayas conociendo de ti mismo como profesional, lo puedes dar en ese momento porque, desde que te dicen “¡Acción!” hasta que te dicen “¡Corten!”, es para rodarlo todo. En el cine, tienes alguna posibilidad de ver la toma que has hecho y, si no te convence algún gesto o hay alguna frase que se puede mejorar, tienes margen para retomarlo. Y en el teatro, el trabajo es bastante diferente: toda la preparación te da mucha confianza para subirte al escenario y lo puedes vivir y disfrutar sin tener que estar tan pendiente de si lo haré bien o lo haré mal.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann compartiendo escena con Blanca Suárez y Emilio Gutiérrez Caba en Lo que escondían sus ojos

M.M.: Este artículo ha empezado para los lectores con la oportunidad de ver dos de los cortometrajes en los que has participado. ¿Qué es lo que te aporta este formato como actriz?

AÏDA BALLMANN: En un inicio, para mí el cortometraje fue la excusa, dado que estaba muy metida en el mundo del teatro, para hacer la transición al cine. Fue como un lugar en el que yo probaba, el que yo jugaba en frente de una cámara. Y después ya empecé a hacer cine y televisión y llegó un punto en el que sólo cogía los cortometrajes que me interesaban, aquellos en que leía el guion y me convencía. Aquellos en que veía que el personaje que tenía que interpretar me podía llevar a investigar aspectos que, hasta ese momento, no conocía, por la situación el personaje, por las emociones que transmitía y que sería, por tanto, un perfil completamente nuevo para mí. O, al contrario: quizás, un perfil cercano a mí pero que podía desarrollarlo más. Entonces, fui eligiendo ese tipo de guiones y seguía siendo, para mí, un espacio de investigación.

M.M.: En tus trabajos en cortos, se demuestra la gran versatilidad del formato y tu capacidad para hacer personajes muy diferentes. Por ejemplo, en los cortos que hemos tenido la oportunidad de ver, Golosinas y Podredumbres, llevas a cabo dos caracterizaciones prácticamente opuestas…

AÏDA BALLMANN: Es una parte que me interesa seguir desarrollando. En una interpretación, o puedes exagerar mucho o naturalizar mucho. Y yo siempre imagino que, interpretando, puedo llevar una emoción al nivel 1 o al nivel 10. O sea, al mínimo o al máximo. Y eso viene dado por el estilo del corto o del personaje o del género en el que se inscribe… Los cortos me han servido para desarrollar la capacidad de captar muy rápidamente en qué nivel un director quiere algo o en qué nivel estamos trabajando para no sentirme desentonada.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann en una secuencia del cortometraje Golosinas

M.M.: Pues ya podemos pasar a hablar de Camino de tierra, el corto documental que has realizado en África. En el año 2012, en el Festival de Málaga, tuve la oportunidad de ver un film, Kanimambo, codirigido por Adán Aliaga, Abdelatif Hwidar y Carla Subirana, y producido por Lluis Miñarro, formado por tres historias y rodado en Mozambique. En la rueda de prensa posterior, los tres directores dijeron que lo que más les había asombrado era la pureza de África. He recordado estas palabras al conocer tu proyecto. No sé si tú te has encontrado también con esa pureza…

AÏDA BALLMANN: La verdad es que lo de la pureza de África ya me lo esperaba. Porque, al haber viajado antes, no a África, pero sí a muchos otros sitios, iba descubriendo que en los lugares más humildes importaba menos lo material, aunque sí es un objetivo vital (porque, a fin de cuentas, todos estamos en el consumismo), pero eso no era un obstáculo para disfrutar de la vida y ser feliz. Entonces, para mí, eso siempre ha sido, desde que empecé a viajar, un valor del que quería aprender, quería ser así. Entonces, cuando me fui a África, y descubrí esa felicidad por simplemente vivir el momento, no me sorprendió. Y, de hecho, rodando el documental, tuve la suerte de introducirme en su estilo de vida: duchándome con un cubo de agua, por la noche encender una hoguera y sentarse alrededor del fuego, momentos que, para mí, fueron una experiencia pero, por otro lado, no fue nada nuevo ya que, de pequeña, lo viví. También, en parte, era lo que iba buscando: poder reflejar un estilo de vida que se está perdiendo. Pero que la gente se siente muy viva viviendo así. Estamos rodeados de tanta tecnología, estamos tan alejados de un modo de vida natural que perdemos vitalidad y esa alegría de vivir. Entonces, el motivo por el que empecé el documental fue, precisamente, que yo me sintiera vacía en mi propia rutina, en mi forma de vivir. Yo estaba viviendo en Madrid y me estaba agobiando mucho el estilo de vida de la ciudad, el que la gente corriera por las calles sin mirarte a los ojos o que no hubiera ninguna sonrisa por ningún lado… y eso me estaba agobiando mucho. Y dije, bueno, me voy a África, a donde siempre he querido ir, mis padres siempre me habían hablado de ella pero nunca había ido… Y, entonces, era como un motivo, por un lado, egoísta de querer sentirme viva y, por otro, para investigar sobre el pasado de mis padres porque ellos se marcharon cuando mi padre se puso enfermo y nunca más volvieron. Me fui para allá con una amiga, la actriz Eva Gamallo, que en aquel momento estaba preparando los papeles para conseguir que su marido, que era de Gambia, pudiera vivir en España. Iniciamos el viaje juntas, estuvimos en distintos sitios, vivimos con la familia de él, y, en un momento dado, me separé de ellos… Anteriormente, nos encontramos con algunos de los amigos de mis padres, con los que habían perdido el contacto, y yo, preguntando, preguntando, fui a sus casas. Esos encuentros fueron muy emotivos y los reflejé todos en el documental. Como he dicho, en un momento dado me separé de mi amiga porque yo quería vivir un poco más esa experiencia y mi amiga quería otras cosas, descubrir otros lugares… Y para mí ese viaje fue una sorpresa porque lo que descubrí que, a través del recorrido que hicieron mis padres, que, desde Alemania, se fueron a África, que es una cultura completamente diferente, y después a Canarias, que también es una cultura muy distinta, cuando nací, como esos viajes habían sido tan recientes, a mí me empaparon de tres culturas: en la que nací, la española; más el estilo de vida africano porque, en ese momento, mis padres eran muy humildes; y, por último, la instrumentalidad y educación alemanas. Entonces fue como un popurrí que me ayudó mucho a definirme. Y después yo también empecé a viajar muy joven y a tener mucha curiosidad por las culturas, de buscar qué es lo que tienen más en positivo, qué tienen más en negativo y yo quería siempre coger lo mejor de cada una y asumirlo como propio, escoger aquello que me ayudara a ser una persona más abierta y tolerante. Y ese viaje que hice para el documental me aportó eso a nivel personal: ver lo que es la mezcolanza de culturas como un aspecto positivo y no negativo y no caer en la actitud de cerrar las puertas a lo que es diferente o a lo que no conocemos. Algo que yo viví de pequeña porque, claro, yo era la guiri, la rara en una isla pequeña y había veces en que no me sentía integrada. Y, después, todo eso cambió a medida que yo iba creciendo y yo me iba integrando en mi entorno. Pero siempre era un tema que tenía muy presente, el ver que somos una mezcla de muchas culturas y que nos integramos en el entorno que vivimos pero, a veces, nos sentimos extraños donde estamos.

@AidaBallmann: En #África descubrí esa felicidad por simplemente vivir el momento @jmcruzbar Clic para tuitear

M.M.: Es decir, que en la génesis del documental existe una doble raíz: un impulso vital y un impulso creativo que, por lo que dices, surgieron simultáneamente…

AÏDA BALLMANN: Sí, fue más o menos eso. Porque, también, el motivo que decidí ser actriz fue para contar este tipo de historias sobre nuestra realidad y ofrecer un nuevo punto de vista al espectador… Y, en ese momento, cuando decidí irme a África fue porque me di cuenta de que el motivo por el que me había hecho actriz no se había cumplido: había dado vida a los proyectos de otras personas que, a veces, creía más en ellos, otras menos, pero no siempre he hablado de los temas que a mí me interesaban… Con este documental, me lancé un poco al vacío porque no sabía qué me esperaba, no sabía qué me iba a encontrar, no sabía si iba a salir lo que yo quería… Pero yo me eché la cámara encima, grabé lo que vi, y si sale bien, bien, y si sale mal, también… Por otro lado, me sentía, no sé cómo decirlo, me estaba metiendo en un terreno en que no era profesional. Soy profesional como actriz pero no como directora o como cámara o como productora. Me metí en unos campos que tienen que ver con mi mundillo pero en los que yo no era profesional. Lo bueno fue que, en todo el proceso posterior, sí me he ido arropando de profesionales. Lo que sí puedo decir es que, por un lado, quería ampliar mi visión de todos los aspectos que rodean al mundo del cine y del audiovisual y, por otro, era consciente de que yo no era una profesional de los mismos. Y puedo decir que, como actriz, aprendí muchísimo, sobre todo a valorar esas profesiones y que también me ha servido como autorreconocimiento interno: el decir que yo soy capaz de hacer esto y lo he hecho… No se trataba de algo imposible. No sé si volveré a hacer algo así porque, para mí, el proceso se ha alargado mucho: el grabar, el hacer un guion, trabajar en la edición y el sonido… Para mí, todo eso es un trabajo que se alarga mucho en el tiempo y que requiere mucha paciencia… Es mucho más fácil y rápido tener un guion de partida y grabar a partir de él que no asumir todas las fases del proyecto siendo responsable desde el principio. Por ello, una vez que lo termine, no sé si haré algo parecido pero sí es verdad que me ha enriquecido mucho.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann: lo de la pureza de África ya me lo esperaba

M.M.: He creído entender que tu viaje a África fue como un encuentro con tus raíces. Has hablado de que tus padres te empaparon de tres culturas y, por tanto, lo que el documental refleja es, en cierto modo, un encuentro con una parte de ti misma. El documental es, a la vez, descubrimiento y autodescubrimiento.

AÏDA BALLMANN: Sí. Para mí fue una sorpresa encontrarme en ese ambiente y sentirme como en casa, siendo yo blanca y ellos tan oscuros. Yo me preguntaba: «¿Cómo puedo sentirme tan en casa en este sitio? Incluso, más en casa que en otros sitios en que sí debería sentirme como en casa». Y eso para mí fue un reconocimiento de que todos, en cuanto a humanidad, somos más parecidos que diferentes. Somos mucho de etiquetarnos, de recalcar lo que hay diferente entre nosotros, más que en ver qué es lo que compartimos. Por ejemplo, todos sentimos amor, todos sentimos tristeza, todos sentimos odio… Es decir, las emociones básicas las tenemos todos. Todos tenemos que alimentarnos, todos tenemos deseo a desarrollarnos más en lo intelectual y en lo material. Pero la base es la misma en todos. Y el descubrir eso para mí ha sido como verle menos sentido a cómo funcionamos como sociedad: el no verle sentido a rechazar a lo que es diferente, a generar guerras, a luchar por proteger algo que consideramos nuestro cuando, en realidad, no es tan nuestro, o perseguir unos ideales que, en el fondo, son relativos. Me descolocó mucho el darme cuenta de cómo funcionamos pero, al mismo tiempo, aprendí a valorar la diversidad cultural que existe en la Tierra. Y es algo que hay que mezclar y potenciar en un sentido positivo, para enriquecernos como personas.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann:  durante el rodaje de Camino de tierra aprendí a valorar la diversidad cultural que existe en la Tierra

M.M.: La velocidad de nuestros pensamientos de Nacho Chuca fue un documental rodado antes del proyecto que has emprendido con Camino de tierra. ¿Te sirvió participar en ese otro documental antes de empezar con tu propio corto?

AÏDA BALLMANN: La velocidad de nuestros pensamientos me sirvió como puente entre la ficción y el documental porque, más o menos, era una combinación de ambos formatos. Yo no me hubiera planteado entrar en el documental si no hubiera sido por ese trabajo. Lo que tienen en común ambos trabajos es que son muy de «me lanzo al vacío, intento solucionar los problemas que van surgiendo e intento sacar lo mejor de mí». Son de bajo presupuesto, tienen mucho más de corazón que de objetivo económico. Luego, en La velocidad de nuestros pensamientos yo estaba muy arropada porque sabía que mi rol era el de ser actriz y ofrecer lo que se supone que se esperaba de mí pero en Camino de tierra yo era responsable de todo, tenía que dar la cara para que quedara lo mejor posible, pues era ya un esfuerzo extra que no había conocido antes. Podría decir que La velocidad de nuestros pensamientos fue el inicio de un trabajo nuevo para mí en el documental, de cómo poder reflejar un aspecto de nuestra realidad de forma artística y poética, en vez de seguir un planteamiento realista, y Camino de tierra fue un reto añadido porque tenía más roles.

Aïda Ballmann

Aïda Ballmann en una escena del documental La velocidad de nuestros pensamientos de Nacho Chueca

M.M.: Para terminar, ¿nos podrías contar en qué fase está la posproducción del documental y cuáles son tus ideas sobre la distribución del mismo para que el público tenga la oportunidad de verlo?

AÏDA BALLMANN: Pues en este momento estamos ya en la recta final con el trabajo de sonido, música y etalonaje. Una vez terminado, lo iré presentando a festivales y espero que para otoño el público pueda verlo. De todas formas, mi idea no es seguir el recorrido convencional de festivales sino que, como lo que me interesa no es lo económico sino transmitir el mensaje del que he hablado en esta entrevista, a partir de cierto punto es posible que empiece a divulgarlo por redes sociales. Es una idea que todavía no está muy desarrollada pero que, posiblemente, me salte las normas habituales. Lo presentaré en uno o dos festivales y, después, lo gestionaré de otra forma y lo mostraré en las redes…

M.M.: Para terminar la entrevista, ¿qué proyectos tienes para el futuro inmediato que nos puedas contar?

AÏDA BALLMANN: Pues dentro de poco estrenaré un largometraje histórico sobre la II Guerra Mundial y, aunque, en este momento, lo prioritario es terminar el documental, pero me estoy abriendo mucho las puertas fuera de España. A nivel nacional, me ha ido bastante bien si lo comparamos con la situación que existe actualmente dentro de la profesión pero tengo mucha necesidad de seguir desarrollándome y de no encasillarme en el papel de alemana que está en España… Entonces, quiero salirme un poco de ese perfil y estoy trabajando mucho en abrirme puertas fuera, en buscarme representantes fuera, en contactar con directores de casting a nivel mundial… En eso estoy centrando mucho mis energías. Así que, posiblemente, me deje llevar un poco por lo que, a raíz de todo esto, fuera de España, me vaya ofreciendo la vida.

Aïda Ballmann

 

 

@SandPathDoc Camino de tierra, de @AidaBallmann. Ver más allá de la diferencia. @jmcruzbar Clic para tuitear

Entrevista a Aïda Ballmann.  José Manuel Cruz