Apuntes para un futuro caos, de Christian Nieto Tavira: crítica y construcción

Apuntes para un futuro caos, un poemario recomendado por Jesús Cárdenas Sánchez.

Admitir la derrota es una forma honesta de existir. Aunque, tal vez, peque de cierto negativismo. A pesar de todo, estamos instalados en una época en la que no es fácil convivir con los virus, el calentamiento global, la pobreza…, es, entonces, cuando el individuo debe dejar de mirarse y buscar la vía colectiva por terminar viviendo en un espacio mejor.  

Christian Nieto Tavira (Ricote, Murcia, 1998) tras Última bala (2016) y Canto desgarrado (2018) nos proponía una realidad quebrada, justo cuando aún no se vislumbraba en enero del año pasado, se publicó Apuntes para un futuro caos (Boria Ediciones), con prólogo de Jesús Miguel Pacheco Pérez y epílogo de Samuel Martínez Callado. Se trata, como acierta en describirlo el poeta y crítico, Javier Gallego, de «un libro duro», incluso, cabría añadir, ciertamente fosco. La aceptación de la anulación de la esperanza preludia una sociedad dispersa, malograda.

Llama la atención la apertura del libro: «Lasciate ogni speranza voi chéntrate». La cita de Dante Alighieri elegida para encabezar el conjunto de media centena de poemas nos coloca en una especie de profecía, donde la destrucción será el único preludio posible.

La estructuración de los poemas como una sucesión de textos en números romanos donde rehúye de las mayúsculas. Ello provoca una sensación de anarquía angustiosa.

Para comenzar la exploración de la naturaleza en la que se halla y su posterior comprensión, es necesario transitarlo: «andando por el bosque encuentro todos los muertos del / mundo» (I). Se trata de una especie de locus horribilis garcilasiano colmado de imágenes surrealistas, una atmósfera onírica que sustituye a la actual realidad: «mientras la sangre sale y recorre el camino / que yo no podré seguir. / cabezas pendiendo de los árboles viejos» (I); como una ensoñación profunda: «vivo en un eterno sueño que se adueña de mi realidad» (XI). Pese a todo, y como necesidad, se alza el individuo en su emancipación: «soy el único espíritu libre de este bosque» (I). Posteriormente, sabremos que se refiere a su paisaje interior: «cumplo condena en la cárcel oscura de mis entrañas, / […] solo hay lluvia en esta caverna» (XV). Y, aún más significativo, es que sobre el suelo que pisamos se esconda la ceniza, no la lava. A esta luz leemos los versos de la composición XIX:

Tras la tentativa de acceso a la profecía («cuando quieras que vea mi futuro / tan solo déjame que mire el vaso en el que bebo»), la comprobación del dolor devendrá en salidas como el alcohol, lo que le lleva al sujeto decir: «hay bares que amarran / las almas de los que dejan su vida / a merced de una botella» (II). Una vía que experimentase la mentalidad romántica y posromántica, la poética del malditismo. Es posible que haya lectores a los que les venga la imagen de Allan Poe, Charles Bukowski o Robert Lowell agarrando una botella.

Sale vencedor el sujeto cuando admite la incapacidad en la propia fragilidad del ser. Así se nos muestra sobrecogedor cuando el sujeto personifica a la muerte, haciéndola cercana: «y aun viendo la vida como una mera sombra, / la siento como mía. / mientras hablo de la muerte como una amiga» (III). 

Otra de las vías que arraiga en su consciencia es el suicidio. El propio sujeto adelanta con una nota conclusiva, que resolverá sus problemas o los de los otros: «yo estaré derrotado por la vida una vez más, / con una pistola en la mano y los sesos sobre el parqué» (IV). Pese a todo, trata de distanciarse, recurriendo a la ironía:  «no te fíes de lo que dice un poeta suicida, / podría leer tu corazón / os pediré ahora algo: no os acerquéis si no queréis que os salpique» (XXXVI).

La poética de Nieto Tavira se percibe en el texto V. Ahí coloca en el centro «mis versos», en los que puede distinguirse una creencia en que la poesía puede influir en los individuos, de ahí que exprese su preferencia por los lectores «indignados y deprimidos / para los que el mundo ya ha perdido / todo resquicio de esperanza». Como la mentalidad romántica escindida, el sujeto aparece un ser desclasado, con una conciencia separada, como puede leerse en la composición VI: «este murciano perdido en una tierra que no le pertenece». Más adelante, expresa «soy un cadáver en mundo de vivos» (XII). Recurre a la imagen de ubicar al sujeto entre el pesadumbre y la propia supervivencia: «en el fango también se puede vivir» (XXI). Tampoco faltan las referencias metapoéticas: «como un poema a doble página y espacio en blanco» (XIV). Es en este territorio donde puede ser libre.

El material de acarreo de sus poemas proceden de diversas canteras. De las canciones: algunos versos recuerdan algunos estribillos de Xoel López o Nacho Vegas, como las composiciones V o VII. De imágenes de Bukowski: las composiciones I, VI… De imágenes lorquianas: la composición VIII. De Quevedo: la XII. De Dámaso Alonso: la XIII… Pero también de las canteras cinéfilas: XI… Y como no, del latido filosófico existencialista y nihilista.

Todos los pasajes del libro muestran una vía: la del ser en absoluta soledad. Ese puede ser el sentido de tentar posibles salidas. La exploración del sujeto no es solo la identidad propia sino de la de una identidad social consumada y malograda. Por lo que es tan importante la rebeldía del sujeto y la del propio poeta en contra de lo dado. Es por eso que Apuntes para un futuro caos, pese a contener un mensaje pesimista de nosotros como individuos y como sociedad, necesitamos, oír, de vez en cuando, mirarnos en este espejo y luchar por cambiar, ahora que estamos aún a tiempo. Esa es la rendija, nuestra esperanza. Un mensaje que ojalá cale en muchos, en esos que persisten en una conducta irresponsable, incívica, alienada.

Apuntes para un futuro caos

Christian Nieto Tavira

Boria Ediciones

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Reseña de Jesús Cárdenas Sánchez
Diseño de la portada de la reseña: David de la Torre

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