Madrid. Atocha, 24 de enero de 1977

Aquel enero del año 77 no sólo fue el de la promulgación tras el refrendo popular de la joya de la Corona de los reformistas, fue, además, el mes con la más sangrienta de las semanas que transcurrirían durante toda la Transición. De entre los sucesos acontecidos en aquellos días de enero (periodo llamado por algunos la semana trágica de la Transición), Madrid. 24 de enero de 1977. Cuarenta años de la matanza de Atocha.la culminación fue la matanza de varios abogados laboralistas el día 24, en la madrileña calle de Atocha, a manos de pistoleros ultraderechistas, sangrientos defensores del búnker cada vez más derrotado. De la virulencia de la situación y del perfil de navaja por el que se deslizó el proceso que caminaba hacia la democracia dan idea dos situaciones, de un lado el hecho de que la totalidad de los diarios, incluido uno de los voceros del búnker, El Alcázar, acordaran publicar el día 29 de enero un editorial conjunto, común, que llevó como título «Por la unidad de todos»; y de otro que entre el día 28 de enero y el 31 de marzo de ese mismo año un real-decreto de aquella fecha prorrogado un mes más tarde dispuso la suspensión («respecto de aquellas personas sobre las que recaiga la sospecha fundada de colaborar a la realización o preparación de actos terroristas») en todo el territorio nacional de la vigencia de los artículos quince y dieciocho del Fuero de los Españoles todavía en vigor, esto es, de aquellos artículos que obligaban a contar con un mandato judicial para entrar en un domicilio y que ponían en 72 horas el límite de detención, agotadas las cuales el arrestado debería de ser liberado o ser entregado a la autoridad judicial.

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No quiero que parezca que, hasta ahora, todo cuanto ocurre únicamente ocurre porque unas cuantas personalidades, bien de aquellos para los que del pasado franquista en que se formaron nada quieren saber o bien de aquellos otros que llevan soñando con enterrar al franquismo desde mucho antes de que Franco fuera el anciano que fue durante tantos años, no quiero que parezca que todo tiene lugar porque unas cuantas personalidades, digo, pactaron, negociaron, asintieron o se negaron en aquellos meses decisivos de entre el año 75 y este del 77 en que llegado junio los españoles elegían a sus representantes, a quienes van a dirigirles hacia los países de Occidente donde muchos creían que deberían de estar, un Occidente tan próximo y tan bien representado en una Europa occidental unida y tan diferente a la Europa dividida y alterada por el ascenso de los totalitarismos de los años de la Segunda República. Y no, en estos años, en estas semanas largas y difíciles pero esperanzadoras, la sociedad civil de la que ya hemos hablado varias veces estaba siempre ahí, deseando que fuera interpretada por los actores políticos protagonistas del proceso de cambio, de transformación, de transición. Porque la cultura política de los movimientos sociales que se manifestaron por doquier durante la Transición (obreros vinculados o no a los sindicatos, estudiantes universitarios, profesionales de toda laya, vecinos agrupados en dinámicas y concienciadas organizaciones, feministas…) deseaba lo que Pérez Ledesma anudó en la certera expresión «libertad sin riesgos». La cultura política de aquellos movimientos perseguía «derechos y participación». De hecho, por eso «la desmovilización que puso fin al ciclo de protesta sólo puede entenderse como la vuelta a la normalidad, una vez alcanzados dichos objetivos». Estoy con Pérez Ledesma cuando afina diciendo que «los rituales funerarios» (manifestados en el conmovedor entierro de los asesinados abogados de Atocha a comienzos del 77, o en el de los muertos a manos de las fuerzas de orden público en Vitoria en el año anterior) de aquellos movimientos sociales y la ausencia en éstos de acciones violentas pusieron de manifiesto que, tal y como recogió el propio Carrillo, «nuestro pueblo está por el mantenimiento de un orden para alcanzar la democracia». Ese era el objetivo, la democracia.

La sociedad civil perseguía la libertad sin riesgos: derechos y participación #Atocha @Adehistoria Clic para tuitear

1977

24 de enero: En la madrileña calle de Atocha, se produce la matanza de varios abogados laboralistas a manos de pistoleros ultraderechistas.

26 de enero: Tiene lugar en Madrid el conmovedor entierro de los asesinados abogados de Atocha, lo que sirve como demostración ante toda la opinión pública española de la actitud integradora de los militantes comunistas.

José Luis Ibáñez Salas: La Transición. Sílex ediciones, 2015

una mañana de enero Madrid es muerte y ánimo

los asesinos quieren que la guerra no acabe

que los vencidos no sueñen ni respiren

pero Madrid es un puño y millones de rosas

y la libertad y el agua

una mañana de enero Madrid es España

entre el fieltro y la caoba de los féretros

y las vértebras de dignidad de sus gentes

una palabra se aviene a ser el futuro

consenso es la palabra

una palabra almidonada sin ira

si Madrid es ya esa mañana de enero

España hoy es poco más que una mañana

¿dónde quedaron los sueños?

al menos supimos poner fin a una guerra

al menos aprendimos a salir de las tumbas

José Luis Ibáñez Salas

40 años de la #matanza de los abogados laboralistas de #Atocha. @Adehistoria @ibanezsalas Clic para tuitear

Todo en silencio (un cuento de José Luis Ibáñez Salas)

Hay demasiada luz en esta mañana helada de Madrid, hay una mancha fría que cubre el cielo y cubre el aire en esta mañana herida de Madrid. Tantos brazaletes negros completan las calles repletas por el vaho triste de hombres y de mujeres que es como si una línea enloquecida de color negro transcurriera desde un extremo a otro de la ciudad de Madrid. Lenta. Una línea retenida y casi sin avances.

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Madrid. Atocha, 24 de enero de 1977. Cuarenta años de la matanza de Atocha. José Luis Ibáñez Salas