Como cantaba Albert King en su célebre blues, Bajamares, de Antonio Tocornal parece nacida «bajo un mal signo». Publicada antes de la declaración del estado de alarma, está claro que las circunstancias, de momento, no han propiciado la brillante entrada en el mercado editorial que habría debido disfrutar. Pero es sólo cuestión de tiempo: estamos ante una obra de una claridad tal, que su resplandor resulta doloroso. Su prosa impregnada de poesía la hizo ya merecedora del XIX Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba, distinción que ostenta con orgullo la evocadora portada. El complejo juego polifónico; la tremenda potencia del lenguaje; el estudiado (des)equilibrio entre la belleza y la fealdad, la calma y la tormenta, la bajamar y pleamar; la ausencia de un narrador fidedigno y objetivo entre tanta voz que cuenta la historia, hacen de Bajamares, entre otros muchos recursos que se nos quedarán en el tintero, una pieza literaria más que sobresaliente. Con esta novela, la tercera de Antonio Tocornal, el autor puede estar seguro de haberse situado a la altura de los que, pese a la falta de perspectiva con la que nos enfrentamos los críticos coetáneos, están llamados a convertirse en clásicos de la narrativa contemporánea.

#Bajamares de @AntonioTocornal es una pieza literaria más que sobresaliente. El autor puede estar seguro de haberse situado a la altura de los que están llamados a convertirse en clásicos de la narrativa contemporánea. @rosaggv. Clic para tuitear

Hemos mencionado el juego de voces, la polifonía, como una de las características principales de Bajamares. Se intercalan en la novela un total de cinco voces, bien diferenciadas en el encabezamiento de los capítulos, pero sobre todo por su tono y contenido. La primera de ellas, el que podríamos considerar protagonista: el farero de Roque Espino, un islote mínimo perteneciente a la población ficticia de Malamuerte. Consciente, pero desapegado, del paso del tiempo, el personaje —anónimo, como todos los demás—, repasa los acontecimientos más notables de su vida, transcurrida desde los diecinueve años como responsable del faro del lugar. Por medio de su voz, vemos avanzar años, décadas, y asume el transcurso no lineal del tiempo como si, gracias a la prosa deliciosa de Tocornal, el farero ocupara el alma del lector.

Unos «documentos» de diversa índole constituyen la segunda voz; tal vez, la más distante, la más objetiva, la más aséptica.

Si hablamos de objetividad, no creemos que tal cualidad pueda aplicarse al narrador, la tercera voz de Bajamares. Bajo su aparente omnisciencia, oculta, retrasa, trastoca detalles al ritmo lento e incesante de las olas y de los años. Desde luego, tampoco podremos decir que sea objetiva la cuarta voz, la del barquero. Sin prisa ni pretensiones, con la humildad de su origen reflejada en los giros del lenguaje y las vivencias que relata, va desgranando la larga y extraña relación que mantiene con el farero.

Destacan en #Bajamares de @AntonioTocornal el complejo juego polifónico; la tremenda potencia del lenguaje; el estudiado (des)equilibrio entre la belleza y la fealdad, la calma y la tormenta... #Reseña: @rosaggv. Clic para tuitear

De la quinta y última voz de Bajamares diremos bien poco, por no desvelar más de lo debido. Tiemblan las páginas del libro con lo tremendo de sus revelaciones, pero no menos con la audacia expresiva de Tocornal. El uso de la puntuación, ideal para reflejar el flujo de una conciencia difusa, el original artificio de recrearla incluso post mortem

Todo ello tiene que ver con otro de los puntos a los que hicimos referencia en el inicio: la potencia del lenguaje de Bajamares. No sólo es reseñable en el capítulo habitado por esta última y misteriosa voz, ni en la diferencia de habla de cada personaje, ni siquiera en el dominio del lenguaje más oficial usado por algunos de los «documentos». Más bien, está por todas partes. La lengua de Tocornal es efectiva, tremendamente visual. ¿Su formación en Bellas Artes le sirve, acaso, para volver las palabras pinceles, color, horizonte? Mientras, el lector discurre qué debe creer de todo lo que le cuentan las múltiples voces, en cuál debe confiar, y sin haber podido tomar una decisión, comprende de una manera irracional que sólo debe dejarse caer donde el autor lo lanza: a un mar de emociones que van y vienen, tan infinito, silencioso y omnipresente como el de Bajamares. Tan peligroso, tan inmisericorde, tan opuesto a lo humano, como fuerza pura de la naturaleza que es.

La lengua de @AntonioTocornal es efectiva, tremendamente visual. ¿Su formación en Bellas Artes le sirve, acaso, para volver las palabras pinceles, color, horizonte? #Bajamares #EdicionesInsólitas Reseña: @rosaggv. Clic para tuitear

Los opuestos luchan permanentemente en las páginas de Bajamares y en la sensibilidad del lector. Conviven la fealdad y la belleza, representadas, por ejemplo, en el recuerdo infantil del farero y la mariposa. Se enfrentan el amor más puro y el más sórdido. Se retratan la calma y la tormenta, todas las calmas y todas las tormentas, figuradas o literales. Se contraponen el hemisferio sur y el norte, el yo y el otro. La vida y la muerte, en suma.

La pleamar, la bajamar.

Y en esta deriva que propone Antonio Tocornal, tan visual, tan enérgica, luminosa y deslumbrante, capaz de configurar con palabras-pinceles paisaje tan desolador como los restos de un naufragio, Bajamares suena a la historia de un naufragio inmenso, lento y espiralado, que destruye, disgrega y vuelve a juntar de formas inverosímiles los pedazos de vidas rotas, casi, desde su nacimiento. La única esperanza no se encuentra en el suicidio, sino en una especie de regreso al estado no nato. Sin duda, la mayor nostalgia del guardafaros de Bajamares. Tal vez, sólo tal vez, la mayor nostalgia, aunque a nivel inconsciente, del común de la humanidad.

#Bajamares suena a la historia de un naufragio inmenso, lento y espiralado, que destruye, disgrega y vuelve a juntar de formas inverosímiles los pedazos de vidas rotas, casi, desde su nacimiento. @AntonioTocornal Reseña: @rosaggv. Clic para tuitear

Se trata, seguramente, del peor de los pesimismos. El que el griego Teognis consignara hace casi tres mil años: «De todo, lo mejor para los seres que viven sobre la tierra es no nacer nunca, no tener que mirar los rayos agudos del sol; luego, una vez nacidos, cruzar lo más rápidamente posible las puertas del Hades, yaciendo cubiertos por montones de tierra».

Pero hasta el peor pesimismo, hasta el desaliento más lacerante, puede hallar un motivo por el que estar vivo, por el que haber vivido. Y el haber evitado cada día el naufragio de otros, no es, precisamente, poca cosa.

 

Bajamares, Antonio Tocornal: voces infinitas a la orilla de un mar inmisericorde 1

 

 

Bajamares

Antonio Tocornal

Ediciones insólitas, 2020

 

 

 

 

Ponte en contacto con Antonio Tocornal y, aprovechando la primera marea, te enviará el libro firmado.

Reseña Rosa García Gasco (la foto interior es suya)

Montaje de la portada David de la Torre

 

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