¿Qué hace a una serie convertirse en un suceso de audiencia? Antes, el suceso podía medirse a través de audiencia o incluso, un simple fenómeno estadístico. Pero en la llamada «época dorada» de la televisión, una serie de éxito es mucho más que un programa exitoso. Se trata también de una comunidad de fanáticos que sostiene el fenómeno televisivo y que se extiende más allá de la pantalla chica. La obsesión por la llamada «pasión seriéfila» es mucho más compleja que un índice de audiencia: en la actualidad, una serie es capaz de despertar la misma emoción, entusiasmo e incluso decepción de un evento deportivo o musical masivo. Por ese motivo, luego del último capítulo de ese suceso televisivo como lo fue Game of Thrones, buena parte de la audiencia intenta encontrar una nueva obsesión televisiva. ¿Le será posible conseguirla? Si eres parte de ese grupo de televidentes que desean una nueva obsesión para debatir y disfrutar, te tenemos las mejores opciones para escoger.

Para obsesionarte con ellas ahora que ya olvidaste #GameOfThrones. Cinco series tremendas, diferentes, adictivas... ¿Cómo no las estás viendo ya? Las mejores series del momento con @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Para obsesionarte con ellas

Chernobyl: (Craig Mazin para HBO y Sky U.K) 

Series para obsesionarte —1—

Cinco series para obsesionarte ahora que olvidaste GoT 1

La miniserie de cinco capítulos coproducida por HBO y Sky U.K y escrita por Craig Mazin ya es considerada uno de los mejores programas de televisión del año  — por encima de clásicos como Breaking Bad y la recién finalizada Game of Thrones —  y según algunos críticos, quizás de la historia. Basada de manera marginal en el libro Voces de Chernóbil de la premio Nobel de literatura Svetlana Aleksiévich, la serie recorre el accidente ocurrido el 26 de abril de 1986 en la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, con un despiadado punto de vista, a mitad de camino entre la ficción con tintes de documental y algo más parecido al terror. Se trata de una reconstrucción histórica cuidadosa sobre un incidente que también se convirtió en un secreto de estado y un acto de mezquindad ideológico. Con su aire profundamente pesimista Chernobyl sigue paso a paso la tragedia como un mapa colosal del error técnico y la crueldad ideológica. El guion analiza con una fría objetividad la forma en que una tragedia monumental se convirtió con el transcurso del tiempo en una demostración del valor distorsionado de intereses de estado y al final, una obscena manipulación sobre datos, crónicas e incluso el número de víctimas. La serie explora cada espacio del miedo colectivo y lo hace además, incluyendo sus implicaciones y terrores culturales.

Para obsesionarte de verdad.

Dead to me: (Liz Feldman para Netflix

Series para obsesionarte —2—

Cinco series para obsesionarte ahora que olvidaste GoT 2

Con su extraña mezcla de drama, suspenso y comedia, la serie Dead to Me no es sencilla de clasificar: A primera vista, se trata de una durísima mirada sobre el duelo y la pérdida, en el rostro de una rígida Christina Applegate y una amable Linda Cardellini. Las primeras escenas (con aire de dura confrontación con la cara oculta del dolor) pasean alrededor de la percepción del sufrimiento y lo hacen a través de la amistad de dos mujeres antagónicas. Mientras Jen (Applegate) intenta superar la reciente viudez con los labios apretados y un control marcial sobre su vida, Judy (Cardellini) se entrega al dolor de una manera sincera, abierta y casi dulce. No obstante, no todo es tan sencillo en este juego de espejos en el que las vidas de ambas mujeres se entrecruzan en una singular red de tensión que conduce en direcciones inesperadas. De pronto, la amistad incipiente se convierte en una rara rivalidad, para luego desembocar en una relación parásita y claustrofóbica, que borda con sutileza la paranoia y el suspenso. Pieza a pieza, la serie tiene un sentido del absurdo extravagante y mordaz que construye un discurso por completo novedoso. Cada capítulo resulta sorprendente desde su rareza y también, desde su mirada elocuente y pragmática sobre el dolor y la mezquindad. Al estilo de otros dramas protagonizados por mujeres como Big Little Lies o Desperate Housewives, Dead to Me es una refinada mirada sobre los lugares oscuros de la mente a través de lo cotidiano. Una singular comedia que no pretende serlo y una mirada esquiva hacia la naturaleza ambigua del cinismo y la redención.

What we do in the Shadows: (Jemaine Clement; Taika Waititi; Paul Simms; Scott Rudin; Garrett Basch; Eli Bush para FX) 

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Cinco series para obsesionarte ahora que olvidaste GoT 5

Basada en la película del mismo nombre del 2014  — dirigida por Jemaine Clement y Taika Waititi —  What We Do in the Shadows es una extraña mezcla del humor retorcido de The Office con algunos elementos del género de terror absurdo. El resultado es una mezcla en cuidadoso equilibrio de pequeños sketch de enorme inteligencia, una cuidadosa puesta en escena pseudo histórica y algo del mito del vampiro. Todo mezclado con una burlona y cruel parodia sobre el  flojo existencialismo de nuestra época. ¿Puede funcionar algo semejante? No sólo lo hace sino que además What We Do in the Shadows es una celebración de la risa gamberra y de una singularisima percepción sobre el caos.

Claro está, la serie no hace otra cosa que imitar el ritmo impecable y audaz de la película en que está basada: Clement versionó el proyecto para TV con enorme tino, y Waititi dirigió el piloto, dotándolo de un cierto aspecto desordenado y caótico que no hace otra cosa que acentuar la sensación de melodrama al filo de un chiste perverso. Los vampiros conversan, ríen y por último parecen profundamente enardecidos por los pequeños problemas de la eternidad, mientras el mundo exterior transcurre en mitad del aburrido ritmo de una noche cualquiera. Este grupo de monstruos conviven bajo el mismo techo, en medio de lo que parece una frágil armonía Nadja (Natasha Demetriou) y Laszlo (Matt Berry) son una pareja de amantes vampiros con reales problemas que sobrellevar; el Otomano Nandor (Kayvan Novak) y su sirviente humano Guillermo (Harvey Guillen) lidian con el tedio existencial con el mismo refinamiento aburrido de una corte antigua. Pero es Colin Robinson (Mark Proksch), «vampiro de energía» que según sus propias palabras «puede drenar la energía de las personas simplemente hablándoles», el personaje que brilla con luz propia y sostiene el entramado de situaciones sin sentido que se conectan unas a otras en los capítulos de media hora de duración. Con su aire sofisticado y ruinoso, What We Do in the Shadows es una pequeña rareza a punto de convertirse en un clásico televisivo. 

Barry: (Alec Berg y Bill Hader para HBO)

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Barry, serie

Cruel, dura e incómoda, la historia de un asesino a sueldo que por las noches participa en un grupo de actuación para aficionados es una de las historias más interesantes y duras de la colección en pantalla de la cadena HBO. Con sus escenas turbias y oscuridad latente, Barry no puede clasificarse directamente como una comedia y resulta una extraña combinación entre un drama psicológico de alto calibre y profundamente cínico con una dosis de humor negro. Pero en realidad nada es tan sencillo: los creadores Alec Berg y Bill Hader manejan todas las notas y acentos dentro de un sólido guion sin decidirse por ninguna. Hay un aire de tensión sostenida entre las escenas en que Barry sube al escenario (y encuentra cierta libertad) y en las que debe convivir con su alter ego violento. La combinación resulta en un recorrido extravagante a través del dolor, el sufrimiento y el desarraigo moderno, que conduce de manera directa hacia lo tenebroso de la naturaleza humana. Sarcástica, por momento insoportablemente dolorosa, Barry es una burla directa a la ambición moral que asume el bien y el mal como comprensibles. Con Bill Hader a la cabeza (en una actuación contenida y durísima), la serie sigue sin encontrar su tono (o cómo definirse del todo) y eso quizás, es su mayor atractivo.

Gentleman Jack: (Sally Wainwright para HBO y BBC One)

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Gentleman Jack

La historia de la primera lesbiana aceptada (a duras penas) por la sociedad inglesa, es quizás una de las series más desconcertantes de la parrilla de HBO. Porque a pesar de que podría ser un alegato sobre la mujer, sus derechos y quizás sobre la libertad sexual, Gentleman Jack decide transitar un terreno más complicado y crear algo más elaborado e intrigante. Anne Lister (encarnada por la actriz Suranne Jones) es algo más que una incomodidad cultural: esta escritora a ratos, futura alpinista y alma libre es también el epítome de cierta alegría vital que sorprende por su buen humor y capacidad para el asombro. La llamada Queer Brontë fue una mujer de armas tomar y la serie la retrata permitiendo al personaje romper la cuarta pared y exteriorizar sus dolores en maravillosos monólogos de extraña y audaz sencillez. La Lister de Jones es un personaje tridimensional, que ríe, se enfurece y ama con audacia y gracia: ambientado en Halifax en 1832, la serie tiene una rarísima mirada sobre la feminidad y sobre todo, la búsqueda de identidad en un ambiente represivo. Y es esa brillante desazón sobre la vida (lo que Lister desea encontrar, lo que encuentra en realidad y la ambición profunda que la anima) el centro de una historia que podría resultar tópica pero en realidad es un recorrido por los prejuicios, la maravilla y la noción sobre el absurdo. Todo bajo el singular envoltorio de un drama de época.

 

Un artículo de Aglaia Berlutti