Mi mundo es cruel. Impredecible.

Yennefer. The Witcher

El mundo está lleno de monstruos a los que nos enfrentamos día a día. La hipérbole de la fantasía nos recuerda cómo el bien y el mal existen a nuestro alrededor, pese a que el cinismo hable de grises. Hay criaturas terroríficas en todos los sentidos, pero también hay uno de los grandes monstruos, uno de los más odiosos, que es la horrible criatura llamada «comparación». Seguramente, la serie The Witcher habría conseguido hace años ser un hito; ahora es un fenómeno entre los fans del género a la espera de que se reivindique en siguientes temporadas. No hablamos de ser clementes sin más, la serie tiene puntos positivos para seguir viéndola, pero parece que para algunos críticos no existe nada más por lo que continuar con ella y es una lástima ante una producción que tiene el potencial de ser muy diferente a la bestia creada por George R. R. Martin y defenestrada por HBO en su última temporada.

Toss a coin to your witcher:

Debe ser difícil hacer una adaptación de fantasía épica y sufrir comparaciones con Juego de tronos que, de pronto, parece que es el punto que sirve de guía para cualquier ficción audiovisual basada en un libro de fantasía épica. No negaremos importancia a la historia de Martin, pero sí recordaremos que hay más fantasía y diferentes enfoques de esta. Es como si Juego de tronos hubiese inventado un género, como si fuese aquello en lo que todo tiene que basarse, y lo que parecía una fuente de reinvención frente a la alta fantasía de Tolkien (acusada de ser imitada muchas veces) se ha convertido precisamente en lo que juró destruir: el nuevo punto de partida de la ficción de este estilo, ahora llamado en los parajes literarios como grimdark y considerada como mejor, más adulta, más seria… y, a la vez, solo más reconocida porque ha llegado a un público mayor. No hablamos de que el grimdark sea peor que la alta fantasía, sino que ambos terrenos son respetables y en ambos se pueden aportar cuestiones nuevas; y eso lo ha intentado The Witcher.

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The Witcher: La historia del brujo

A principios de los ’90, empezaron a publicarse los compendios de relatos y, más tarde, novelas de la Saga del Brujo o la Saga de Geralt de Rivia del escritor polaco Andrzej Sapkowski. Estas historias relatan las aventuras y desventuras de un brujo cazador de monstruos en un mundo que odia a los de su clase tanto como a las bestias, pero que lo necesitan para hacer frente a las criaturas más variopintas. Geralt sigue el estilo de los vaqueros del spaghetti western, pero en la fantasía: es oscuro, cínico, práctico, parco en palabras y le importa más el dinero que lo que denominamos bien o mal. Por supuesto, la saga literaria se convirtió en un éxito que se adaptó sin mucho reconocimiento a la televisión y logrando una gran fama en el panorama de los videojuegos, sobre todo en su tercera entrega Wild hunt. A finales de 2019, se realizó una nueva adaptación televisiva, pero en este caso para Netflix, creada por Lauren Schmidt Hissrich y protagonizada por Henry Cavill, el famoso Superman. Pese a las tibias críticas profesionales, muchos fans y el resto de los espectadores respondieron con vehemencia y ya hay una segunda temporada y una serie derivada en camino que promete cumplir con las expectativas creadas.

Crítica de The Witcher (temporada uno), más allá del juego de tronos 3

Pese a la losa que le ha caído a la fantasía épica televisiva con el legado de Poniente, The Witcher es una serie entretenida, con capítulos de una hora que se pasan rápidamente en la mayoría de los casos, y que, frente a una narración lineal, prefiere adaptar algunos de los relatos y parte de la trama de la saga literaria. Aunque hay notables cambios (algunos para expandir, otros para acortar, varios por váyase a saber el porqué), la serie queda como una buena presentación de la saga que no anula que el espectador lea los libros del escritor polaco. Como adaptación, a menudo la serie se toma licencias, pero, en líneas muy generales, no se siente que se traicione el mundo de los libros de un modo exasperante (la serie, por cierto, no adapta los videojuegos, pese a algún homenaje). Puede que en algún punto se vuelva atropellada con conceptos de su lore (¿por qué se pueden hacer portales para ir de un bosque a un desierto, pero no a la cima de una montaña?), pero nada que una lectura de los libros no ayude (aunque la serie pueda disfrutarse con lo que da, en piloto automático).

Si Juego de tronos consiguió enganchar al público gracias a su aire de culebrón con nombres raros en un mundo medieval con algo de magia, The Witcher juega con algunos de sus conceptos, pero de un modo más parcial, sin depender tanto de líneas argumentadas definitivas ya que se juegan con amplios espacios de tiempo. Han aparecido más comparaciones con el mundo de George R. R. Martin, pero, por un lado, son permisibles al entender que es la gran adaptación en formato de serie de la fantasía épica; pero, por otro, si vamos al panorama de la literatura, son obras más independientes que, más bien, beben de obras comunes y no solo de El Señor de los Anillos como pensarían muchos, sino también de otras obras conocidas del género como el Elric de Melniboné de Michael Moorcock.

Otro aspecto diferenciador es el uso del humor. Sapkowski, pese a su semblante serio, suele ser un escritor capaz de introducir ciertas dosis de comedia en sus relatos. Si Geralt se tropieza con un émulo del monstruo de la Bella y la Bestia o con un alcalde socarrón, puede sacar cierta ironía en sus comentarios. En la serie, se adapta esto y, aunque no llegue a los terrenos del escritor Terry Pratchett y su Mundodisco, sí que se permite ser divertida en sus diálogos o situaciones, sobre todo con el personaje de Jaskier que se roba la serie en los capítulos en los que aparece. Por ello, el humor es uno de los puntos diferenciadores y más loables de la serie, frente a la tendencia a repetir el aire sempiternamente serio o sucio de otras series.

El humor es uno de los puntos diferenciadores y más loables de la serie, frente a la tendencia a repetir el aire sempiternamente serio o sucio de otras #series. @NetflixEs #Netflix #Crítica de #TheWitcher, de @Carlos_Eguren. Clic para tuitear

Por otro lado, una de las quejas más repetidas ha sido hacia el modo en el que está narrada la primera temporada y que, irónicamente, es, en realidad, una apuesta por hacer algo distinto. Tenemos ocho capítulos con tres tramas principales: una dedicada a Geralt, otra a Yennefer y una última a Ciri. Lo que al principio parecen tramas en paralelo, pronto descubrimos que, en realidad, transcurren en diferentes tiempos, aunque se acaben cruzando más pronto o más tarde en la serie. Bien, lo que es un simple juego a la hora de contar la historia y que hace un guiño a cómo se narra la saga cuando abandona los cuentos, se ha convertido en el blanco de críticas de algunos que seguramente nunca hayan visto una película de Lynch, Tarantino o Nolan (por eso de contar la trama en formato marco y a diferente tiempo). Otros agradecemos este intento de innovar dentro de la fantasía televisiva.

Y hablando sobre cómo se cuentan, lo que cuenta nos deja claro de que los ocho capítulos se antojan como pocos, aunque se prefiere a la manía que tiene Netflix con otras de sus producciones a la hora de hacer trece capítulos donde cinco se dedican a dar vueltas sobre conversaciones intrascendentes o subtramas aburridas. Visto en perspectiva, casi se agradece que el elevado presupuesto haya hecho que The Witcher se quedase en ocho capítulos, aunque uno piense que quizá hubiera respirado mejor la serie con diez, ya que hay algunos aspectos que se explican mejor en los libros y que al espectador casual puede costarle descifrar o se podría haber desarrollado con más calma la historia.

Por todo lo anterior, puede que la serie resulte irregular en algunos aspectos si hacemos balance. Hay algunos capítulos donde el montaje es más errático o la fotografía menos lograda, donde el guion es tan predecible como una partida de Dragones y mazmorras o donde el relato en el que se basa daba para más, pero también hay notables aciertos, siendo el principal que no aburre con tediosos nombres extraños y conceptos que no vienen a cuento.

El corazón de la magia

En la fantasía épica, como en cualquier género, cuando los personajes mejor funcionan no es cuando se enfrentan a monstruos o a la propia fantasía, sino cuando se muestran más humanos, durante un diálogo o un monólogo donde encuentran su razón de ser. Muchos espectadores se quedarán con el sexo, la sangre o la frase lapidaria (que los tiene), pero creo que donde The Witcher da muestras de su potencial es en escenas tan pequeñas en apariencia, pero tan significativas, como los recuerdos de Geralt sobre cómo fue abandonado siendo un niño, sus conversaciones con Yennefer o la escena donde la hechicera llega a la playa.

Crítica de The Witcher (temporada uno), más allá del juego de tronos 4

Sobre el reparto, es en su mayoría un acierto. El protagonista indiscutible que da nombre a la saga es Geralt y Henry Cavill cumple con un papel que se compone de gruñidos, frases potentes susurradas en voz baja y caras de enfado; el actor cumple siendo continuista con la versión vista en los videojuegos y desprendiendo alma como tipo duro de un mundo fantástico. Más logrado está el papel de su compañero de andanzas, el contador de historias Jaskier, con un Joey Batey no solo carismático y divertido, sino con una excelente voz que aporta a sus canciones.

Crítica de The Witcher (temporada uno), más allá del juego de tronos 2

Hablando del rol tan discutido de Yennefer, Anya Chalotra logra encarnar a la poderosa hechicera y tiene varios de los mejores momentos antes de su transformación y después en la melancólica escena del entierro del bebé en la playa; no es la Yennefer de los videojuegos, es otra versión del personaje y merece la pena.

Yennefer

En cuanto a Ciri, la joven actriz Freya Allan da los primeros pasos en una aventura que se desarrollará en las siguientes temporadas y aguardamos que, lejos de interpretar la «imagen que los fans tienen del personaje por los memes» (al estilo lo que ocurrió con Daenerys en la obra de HBO), siga interpretando su papel, ya que es un personaje fundamental de la saga.

También hay secundarios de lujo como el Stregobor de Lars Mikkelsen, hermano de Mads Mikkelsen, que durante años fue uno de los candidatos de los fans para interpretar al brujo. Puede que resulte más discutible el cambio de algunos personajes, no tanto por la raza del actor, sino por el nulo avance que tienen en la trama, como ocurre con Tris Merigold, o el papel de unos villanos que acaban resultando algo acartonadas como el Cahir de Eamon Farrer y los otros nilfgaardianos.

Historia de un continente

La Saga del Brujo transcurre en un mundo de corte medieval, con algunas reminiscencias renacentistas en su vestuario, con claras alusiones grecolatinas en sus monstruos, como sátiros y algunas criaturas usuales de la fantasía de Tolkien como los elfos. Por tanto, el mundo, con sus paisajes, es un personaje más. Si algo enseñó El Señor de los Anillos (que no El Hobbit) de Peter Jackson, fue que un paisaje real servía más para captar la fantasía de un nuevo mundo que un croma. Para llevar eso a la pequeña pantalla, se tomaron muchos escenarios naturales como los de Hungría o los de las islas de La Palma y La Gomera, que logran que sea un mundo creíble lleno de una belleza que no parece del todo de este mundo.

Los efectos especiales son otro punto destacable de la serie. Pese a que no siempre mantengan el mismo nivel (no es lo mismo un hechizo para abrir puertas que un asedio, pero lo curioso es que el asedio queda mejor que el hechizo), es sorprendente cómo el panorama televisivo se ha adaptado a los efectos especiales que, hasta hace unos años, eran imposibles fuera de la gran pantalla. Esto ha permitido abrir el marco para las series de fantasía épica. Algunos monstruos son más creíbles que otros (o que la peluca de Geralt en algunos instantes), eso sí, pero el diseño suele mantenerse respetuoso a lo que uno espera del universo de la Saga del Brujo.

En cuanto a la música, que también ayuda a la recreación de la fantasía, al tono épico esperable de la composición de Sonya Belousova, se añaden melodías que recuerdan a la música medieval, además de aprovechar a Jaskier y sus aires de trovador para agregar canciones tan pegadizas como Toss a coin to your witcher o A sweet Kiss, que se incrustan en la mente como la espada de Geralt en la cabeza de sus enemigos.

A sweet Kiss:

 

Es así como The Witcher se convierte así en una de las producciones más logradas de Netflix en el panorama de la fantasía debido que, pese a ciertas irregularidades o promesas que deberá cumplir en sus secuelas, es una obra entretenida que nos recuerda que todavía queda mucho que contar en la fantasía, más allá de ese monstruo que es la comparación con El Señor de los Anillos o Canción de fuego y hielo. Ante todo, la primera temporada de The Witcher es una promesa de que lo mejor está por llegar en un despiadado mundo de fantasía oscura, donde Geralt de Rivia nos deja claro que ha cazado a muchos monstruos y, a nosotros, los espectadores, también.

#TheWitcher es una obra entretenida que nos recuerda que todavía queda mucho que contar en la fantasía, más allá de ese monstruo que es la comparación con El Señor de los Anillos o Canción de fuego y hielo. @Carlos_Eguren. Clic para tuitear

 

El destino ayuda a la gente a creer que hay un orden en esta mierda. No lo hay. Pero una promesa hecha debe cumplirse. Tan cierto para un plebeyo como para una reina.

 

Reseña de Carlos J. Eguren

EL ANTRO DE LOS VAMPIROS Y OTROS MONSTRUOS

 

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