Gabriel Olivares (que dirige con éxito desde hace cinco temporadas Burundanga, de Jordi Galcerán, en el Teatro Lara) vuelve a la terraza del Galileo, espacio clásico del verano de los Madriles. Ya estuvo el año pasado con su versión de Cuatro corazones con freno y marcha atrás, de Jardiel Poncela. Este verano acomete otro clásico, esta vez del vodevil francés, Ding dong (Le dindon, 1896), de Georges Feydeau (1862-1921).

Feydeau, el mayor genio cómico después de Molière según Marcel Achard (lo señala nada menos que José Monleón), fue un adelantado a su tiempo. A nosotros nos sacó casi un siglo. Le dindon (1896) se estrenó en España en 1975. Y solo hubo que cambiar los bulevares parisinos por la calle Cedaceros para reflejar los mismos tipos y costumbres burguesas que ochenta años antes ya habían sido satirizados en París. Para su estreno carpetovetónico, Le dindon adoptó el título de Ojo por ojo, cuerno por cuerno. Tuvo lugar en el Teatro Arniches, con Clara Suñer, Luis Prendes…, bajo la dirección de Ricardo Lucia. Adolfo Prego firmó la crítica (positiva) en ABC el 13 de septiembre de 1975: «resulta que hacer reír no es cosa fácil ni tarea despreciable si no se recurre a la zafiedad y la ordinariez, recursos últimos para públicos a medio civilizar». No se andaba por las ramas el padre de Victoria Prego.

Feydeau, padre del vodevil, en la terraza del Galileo 1

Georges Feydeau (1862-1921)

El caso es que, para aquel estreno, la belle époque se confundió con los primeros momentos de la transición y el destape. Si se conservan la ligereza de los tipos y las costumbres, se obtienen retratos costumbristas de igual calado, ora de la España de 1975, ora de la Francia finisecular del XIX. La misma relajación moral y el mismo fondo de hipocresía sobre la sacra institución del matrimonio, ese contrato que ha inspirado argumentos tanto a Ernst Lubitsch como a Lina Morgan.

Por eso podemos ver hoy a Georges Feydeau como a un clásico, pues sigue vigente a pesar de que su mundo está periclitado. Maestro del vodevil, apreciado por surrealistas y dadaístas, precursor del teatro del absurdo, Feydeau ha ejercido una influencia enorme en la cultura popular. Traslada a su pequeño mundo burgués la comedia de enredo isabelina (Much Ado About Nothing), francesa (Les précieuses ridicules), italiana, española… Sus enredos están en la base y aderezo de todas las llamadas a la infidelidad como válvula de escape (Se infiel y no mires con quién…; pero también gran parte del repertorio de Arturo Fernández…). Todo ese teatro de éxito viene de algún sitio, de Feydeau, que a la tradición del enredo une la del vaudeville (voix de ville, la voz del pueblo), la canción popular del siglo XVII que cuaja en el XIX como género dramático de musical discontinuo.

En el teatro de Feydeau están presentes todos los elementos que convergen del vodevil y la comedia de enredo: el equívoco, el juego de palabras, el diálogo hilarante, la suplantación de personalidad, el disfraz, la escena a oscuras, la risa a costa del habla y del acento extranjeros, la infidelidad (más fingida o supuesta que realizada), la pasión, la sospecha… Así, aunque no lo parezca, en un enredo el argumento es lo de menos. El juego dramático se mantiene primordialmente gracias al ingenio de los diálogos y a la tensión interna de las escenas. No obstante, para forofos de la trama, he aquí los primeros pasos de Le dindon: Pontagnac (un artista del amor) lleva ocho semanas (ocho) siguiendo por la calle a una mujer (hoy llevaríamos al miserable Pontagnac ante un tribunal y nos manifestaríamos preventivamente). La sigue hasta su casa, donde descubre que Lucienne (su víctima) es la mujer de su amigo Vatelin y que, además, es cortejada por Rédillon. Ella promete a cada uno que lo tomará como amante en justa venganza si descubre que Vatelin, su marido, le engaña con otra mujer. Así, Pontagnac se consagrará a demostrar a Lucienne que su marido la engaña con Maggy, la joven inglesa con la que Vatelin tuvo anteriormente un affaire.

Ni que decir tiene que Feydeau se recrea en la preparación de la infidelidad para presentarla finalmente frustrada o ridícula. De ahí que la aparente ligereza de su teatro se torne sátira de tipos y costumbres.

Feydeau, padre del vodevil, en la terraza del Galileo 2

Ding dong (Le Dindon), de Feydeau. Versión de TeatroLab y Gabriel Olivares

Gabriel Olivares y Teatro Lab consiguen una versión cómica y dinámica del texto de Feydeau. Las puertas del original francés se figuran mediante toboganes (bien por la escenografía de Marta Guedán), el vestuario de Juan Ortega, que combina el blanco con los pasteles magenta y cian, trasmite una sensación plácida. Se trata de una obra coral en la que las interpretaciones mantienen un alto nivel y hacen valer su vis cómica. Varios de los intérpretes han trabajado en otras ocasiones bajo la dirección de Oliveras. Javier Martín, en el papel de Vatelin, ya destacó en su papel de Óscar Wilde en Gross Indecency, de Moisés Kaufman.

La trama, en fin, da lugar a situaciones divertidas y al lucimiento cómico de los intérpretes, pero también se desliza en ocasiones hacia lo escatológico (el forúnculo, la lavativa…). Lo curioso es que se suponga que es el público quien demanda este tipo de salidas. No están estos elementos en Feydeau y no parece que aporten algo positivo ni necesario.

No obstante, el montaje de Gabriel Olivares y Teatro Lab merece la pena por otros muchos motivos de los que en parte hemos dado cuenta más arriba. Es, además, un plan estupendo para una noche de verano.

Ding Dong estará en la terraza del Teatro Galileo hasta el 1 de septiembre, de lunes a sábado a las 21.30. Se puede cenar antes y durante la función. Pueden adquirirse aquí las entradas.

Que la disfruten.

Teatro ligero, refrescante, divertido: Ding dong (Le dindon), de Georges Feydeau, en la terraza del @TeatroGalileoGS hasta el 1 de septiembre. Versión de Gabriel Olivares @OlivaresGaby y @TeatroLabMadrid. Reseña @avazqvaz Clic para tuitear
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Gabriel Olivares (centro) y TeatroLab

Ding dong (Le dindon)

Autor: Georges Feydeau

Versión: Gabriel Olivares, Andrés Acevedo y Alejandro Cueva

Dirección: Gabriel Olivares

Ayudante de dirección: Maije Guerrero

Reparto: Andrés Acevedo / José Felix Romero, Eduard Alejandre / Juan Ortega, Teresa Alonso / Ariana Bruguera, Alejandro Cueva / Abraham Arenas, Alba Loureiro, Mar Mandli / Sonia Sobrino, Javier Martín, Luis Visuara.

Producción: Gaspar Soria

Escenografía: Marta Guedán

Vestuario: Juan Ortega

Iluminación: Carlos Alzueta

Músicas: Tuti Fernández

Asesores de movimiento: Diana Bernedo y Andrés Acevedo

Asesora de voz: Yolanda Ulloa

Fotografía / Diseño de audiovisuales: Nacho Peña

Diseño gráfico: Alberto Valle (Hawork Studio)

Distribución: Iñaki Díez (inakidiez@teatrolab.es)

Reseña de Alfonso Vázquez