Perseo, el héroe mitológico que da nombre al fenómeno astronómico de las Perseidas, es fácilmente reconocible porque se le suele representar a lomos del caballo alado Pegaso o sosteniendo en alto la cabeza de la gorgona Medusa. Sin embargo, Perseo es algo más que un héroe mitológico, de sus aventuras por las tierras de la actual Palestina le debemos el nombre de cinco constelaciones: Perseo, Andrómeda, Draco, Cefeo y Casiopea. Pero, ¿sabes quién era en realidad Perseo? ¿Te animas a conocer su historia?

Perseo, como la mayoría de los héroes mitológicos, era hijo de una mortal y de un dios. Sus padres fueron Zeus, rey del Olimpo y Dánae, la hija del rey Acrisio de Argos. Junto con Hércules y Teseo (el del laberinto), es una de las figuras de la mitología greco-latina más reconocible.

 

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Acrisio, Preto y la profecía

Acrisio, el abuelo de Perseo, tenía un hermano gemelo, Preto, con el que luchó desde el momento de la concepción. Ya en el vientre materno ambos gemelos luchaban sin cesar y se dice que a ellos se les debe el honor de inventar el escudo. Acrisio aseguraba que descendía del mismo Belo (Baal). Incapaces de solucionar sus diferencias dividieron el reino de su padre en dos, Acrisio se quedó con Argos. Es muy posible que fuera este mito, llevado a Palestina por los aqueos (en la Biblia llamados «jivitas»), lo que diera forma al pasaje del enfrentamiento entre Jacob y Esaú, por el patrimonio de Abraham.

Como sucede en la mayoría de los cuentos mitológicos (desde Abraham, hasta Arturo Pendragón), Acrisio quería un descendiente varón que no llegaba. Cansado de esperar, consultó con el oráculo, sin embargo, las noticias que recibe no son nada halagüeñas, la vidente le asegura que no tendrá hijos varones, y lo que es peor, encontrará la muerte a manos de su único nieto.

Temiendo la profecía, Acrisio construye una torre de bronce en la que encierra a su hija Dánae. Zeus se había enamorado de ella y, para parar al libidinoso dios iba a hacer falta algo más que una torre. El rey de los dioses, disfrazado de lluvia de oro, cayó sobre Dánae seduciéndola y dejándola embarazada de Perseo. Acrisio, al enterarse de aquello, desterró a su hija, lanzando a la madre y al hijo al mar dentro de un cofre. Zeus, recurrió a su hermano Poseidón para que calmase las aguas y salvar a su hijo.

Las aventuras de Perseo

La caja llegó hasta la isla de Sérifos, donde madre e hijo fueron acogidos por Dictis, hermano de Polidectes rey de Sérifos. Madre e hijo crecieron al amparo de Dictis, pero Polidectes se enamoró de Dánae y quiso librarse de Perseo, que siendo mayor cuidaba de ella. Para eso lo mandó a buscar la cabeza de la gorgona Medusa, una tarea aparentemente imposible, pues el monstruo transformaba en piedra a todo el que osara mirarla.

Por suerte, contó con la ayuda de Atenea, que estaba enemistada con Medusa a causa de las relaciones que mantenía con Poseidón en su propio templo. Atenea le entregó un escudo de bronce brillante como un espejo y le dijo que debía buscar a las Grayas en el norte de África, pues ellas le revelarían el paradero de las Hespérides, unas ninfas marinas que tenían las armas necesarias para vencer a Medusa. Las Grayas eran las hijas de Forcis (una deidad marina), eran unas ancianas que sólo tenían un ojo y un diente que compartían. Perseo les arrebató el ojo y el diente y les obligó a revelar el paradero de las Hespérides.

Tal y como dijo Atenea, las Hespérides le dieron las armas que necesitaba para vencer a la gorgona, un zurrón mágico en el que colocar la cabeza y un sable. Además, Hermes le regaló sus zapatillas aladas y Zeus le dio su hoz y el casco de Hades que volvía invisible a todo aquel que lo portara.

El Mito de Perseo

La Medusa de Rubens y Snyders.

Ataviado con semejantes dones, Perseo se adentró en la morada de las hermanas. Las tres Gorgonas, al igual que las Grayas, eran también hijas de Forcis. En silencio, Perseo se adentró y usando el casco de Hades se acercó a la Medusa sin mirarla directamente gracias al reflejo de esta en el escudo, así cortó la cabeza del monstruo y la depositó en el saco mágico. De la sangre de Medusa nacieron Pegaso, el caballo alado y el gigante Crisaor. Las hermanas de la gorgona trataron de atraparlo, pero todo esfuerzo fue en vano, pues Perseo, usando el casco, huyó de la cueva sin ser visto.

Perseo y Atlas, el nacimiento de una montaña

El primer encuentro que tuvo Perseo tras escapar de la cueva a lomos de su caballo alado, fue con el titán Atlas. Perseo se presentó ante el titán como hijo de Zeus, por lo que Atlas se enfureció, ya que el oráculo había revelado a Atlas que un hijo de Zeus le robaría las manzanas del jardín de las Hespérides. Atlas intentó atacar a Perseo, pero este utilizó por primera vez la cabeza de Medusa, convirtiendo a Atlas en piedra, dando así nacimiento a la cadena montañosa de ese nombre.

Perseo y Andrómeda

Tras el encontronazo con Atlas, Perseo siguió su viaje hacia el Oeste, atravesando África, así llegó hasta Etiopía. Al llegar allí encontró a una bella joven atada a una roca, era Andrómeda, que sería sacrificada a un monstruo marino por culpa de la arrogancia de su madre, Casiopea, quien se jactó de ser más bella que las Nereidas. Como castigo, Andromeda sería devorada por el monstruo.

Perseo, hechizado por la belleza de la mujer, prometió a los padres salvarla si le otorgaban su mano en matrimonio. Desesperados, Casiopea y Cefeo, le dieron a Andrómeda como esposa, añadiendo el reino de Etiopía como dote. Sirviéndose de las sandalias aladas, Perseo voló hasta el monstruo y le asestó una estocada de su sable mágico, huyendo antes de que este contraatacase. El monstruo herido de muerte, murió y Perseo se casó con Andrómeda.

El mito de Perseo

Perseo y Andrómeda, de Joachim Wtewael

Sin embargo, la boda no fue lo que podemos considerar feliz, ya que Fineo, tío de Andrómeda y anterior prometido de esta, irrumpió exigiendo explicaciones a Cefeo por la cancelación de la boda. No contento con la explicación que Cefeo le dio, trajo a sus hombres y la boda, al más puro estilo de George R. R. Martin, acabó siendo un baño de sangre. Perseo, tuvo que usar su arma más poderosa, la cabeza de Medusa, para convertir a todos en piedra.

Perseo y Polidectes

Tras la boda, Perseo no había olvidado su trato con Polidectes, así que decidió regresar a la isla de Sérifo y llevar a Polidectes su regalo de bodas. Al llegar a la isla, Perseo se encontró con que la vida de su madre corría peligro. Ella, que estaba enamorada de Dictis, se había refugiado con el hermano del rey en un santuario, pero los hombres de Polidectes los tenían cercados y amenazaban con matarlos.

Perseo le trajo el presente, pero el arrogante rey, que no lo creía capaz de semejante tarea, lo despreció y le mandó marchar. Perseo entonces desveló la cabeza de Medusa y convirtió a Polidectes en piedra, salvando de paso las vidas de Dánae y de Dictis, nombrando a este nuevo rey de Sérifo. El héroe hizo que Dictis devolviese las sandalias a Hermes y entregó a Atenea el saco mágico con la cabeza de Medusa, la diosa la puso en su escudo (aegis) con el que cubría sus hombros en combate.

La profecía de Acrisio

Después de solucionar las cosas con Dictis y su madre, decidió que ya era hora de regresar a Argos, su tierra y reclamar lo que era suyo por derecho. Acrisio, al enterarse de que su nieto estaba a punto de llegar, y temiendo el fatal desenlace, escapó y se refugió en Lárisa. Perseo tuvo que luchar contra el usurpador Preto, al que venció antes de subir al trono.

Sin embargo, la tranquila vida de la corte no era para él y decidió marcharse y participar en unos juegos que se celebraban en Lárisa. Allí se encontraba su abuelo, sentado entre el público, aunque ninguno de los dos lo sabía. Perseo destacó en todas las especialidades, sin embargo, durante la prueba del lanzamiento de disco, su tiro salió mal, el disco se desvió y golpeó a una persona del público, esa persona cayó muerta al instante. El fallecido no era otro que Acrisio, el abuelo de Perseo. El pobre hombre, moría demostrando lo inútil que resulta tratar de escapar del destino.

Al saber que acababa de matar a su abuelo, Perseo se entristeció y proclamó que no era digno de gobernar sus tierras. Así pues, Megapentes, tío de Perseo, intercambió su reino con él, y Perseo reinó en Tirinto.

Perseo y Andromeda tuvieron siete hijos, seis varones y una mujer. Tras su muerte, Atenea, su gran protectora subió su cuerpo a los cielos, transformándolo en una constelación. La misma suerte corrieron Andrómeda y sus padre, Cefeo y Casiopea, así como Draco, el monstruo que estuvo a punto de devorar a la bella Andrómeda.

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