En los años ochenta del pasado siglo, en Estudio en lila, nacía Lonia Guiu, la primera mujer protagonista de una serie negra en España y la inspiración para el personaje de Petra Delicado, que llegaría más de una década después.

Se dice que Alicia Giménez Bartlett inauguró la novela negra con una mujer como protagonista. Petra Delicado es la primera mujer policía de la novela negra y criminal española. Nació en 1996 en la novela Ritos de muerte, pero no es la primera mujer protagonista de la literatura policíaca española. Ese honor le corresponde a Lonia Guiu, una investigadora privada en los años ochenta en Barcelona.

Estudio en lila, la primera novela en que aparece Lonia Guiu, se publicó en 1985 y su autora, María Antònia Oliver, fue la inspiración para Alicia Giménez Bartlett, según reconoce ella misma. Once años antes del nacimiento de Petra Delicado, comenzaba una trilogía protagonizada por la primera mujer investigadora de España.

11 años antes del nacimiento de Petra Delicado comenzaba una trilogía protagonizada por la primera mujer investigadora de España: la Lonia Guiu de Estudio en lila. #pionerasdelanovelanegra @offversatil #reseña: @RosaBerros. Clic para tuitear

Lonia Guiu, Apolonia, es, en palabras del autor del prólogo, Sergio Vera Valencia, «una detective tan feminista que se proclama «detectiva», pero a la vez tan femenina, que colecciona lápices de labios». Además, es vegetariana. Llegó hace unos años de Mallorca, unos trece o catorce según mis cálculos. Ahora tiene treinta y cinco y los casos que va a tener que resolver en esta novela le harán sentir nostalgia de su tierra y deseos de volver.

Lonia no trabaja sola. Su ayudante es Quim, un hombre que encontró en un gimnasio y que se quedó sin trabajo. Lonia le ofreció ser su ayudante y él aceptó con la única condición de que no le hiciera preguntas. Trabaja a su aire, se pliega a pocas disciplinas y,

Quería hacerme creer que era un cínico, pero realmente era un pedazo de pan.

Un cacho de pan con el que cuesta trabajo ponerse de acuerdo a la hora de compartir mesa y restaurante…

Si tú te quieres alimentar con hierbas, allá tú. Yo quiero poder zamparme un buen filete de carne cruda y tierna…

Lo que Lonia se va a encontrar en Estudio en lila son dos casos muy relacionados con la violencia y la explotación de las mujeres. Una discriminación que por aquellos años ochenta no era considerada como tal o, de serlo, era plenamente justificada por amplios sectores de la sociedad. Un tema muy moderno para la época. Recordemos que la equiparación legal de la mujer al hombre se había logrado tan solo siete años antes con la Constitución de 1978. Aun así, hasta 1981, una mujer no podía trabajar, abrir una cuenta corriente o regentar un negocio sin el permiso de su padre o marido.

El tema el de esta novela, la discriminación, perfectamente podemos encontrarlo, de hecho lo encontramos continuamente, en muchas novelas actuales. Con otra estética (o con la misma), con otros pretextos (o con los mismos), con otro disfraz (o sin disfraz), pero encontramos violencia, engaño, explotación, desprecio; todo lo que la sociedad machista va resolviendo tan poco a poco, tan lentamente, que casi los mismos problemas de 1985 siguen siendo los de 2019.

El primero de los casos le viene recomendado por Jerónima, una antigua compañera de trabajo de Mallorca

Me traía una clienta del barrio en el que ejercía de asistenta social. Una mujer de pueblo trasladada a la ciudad, con una hija de quince años que se le había escapado. Un caso como tantos otros. Chicas así, las hemos encontrado a montones. De pequeños pueblos y de grandes ciudades, muchas de fuera de Cataluña. Algunas se habían montado su propio rollo con otras amigas […] otras sentían nostalgia como locas y regresaban a casita, […] otras habían quedado atrapadas por el engranaje de la pasta, y cuando los padres desesperados las encontraban deshonradas, las repudiaban sin miramientos; a otras no las encontraban jamás…

Cuando una adolescente desaparecía en 1985 había varias posibles causas y varios posibles desenlaces. En eso sí ha cambiado la situación. Si hoy una adolescente desaparece, las causas nunca suelen depender de su propia voluntad (pasó de moda lo de escaparse de casa) y el desenlace no suele ser positivo.

El segundo caso es el más complejo y el que centra realmente la trama de la novela. Comienza con la visita a la oficina de Quim y Lonia, de una mujer un tanto especial; una de esas mujeres en cuya presencia las demás mujeres nos sentimos mal vestidas, mal peinadas y desastrosas en general.

Generalmente, los clientes —hombres y mujeres indistintamente— se dirigían en primer lugar a la mesa de Quim. Pero ella vino directa a mi mesa y yo, ante ella, temí que aquel día no me hubiera puesto suficiente desodorante.

Elena Gaudí le pide a Lonia que busque a tres hombres. Elena Gaudí es anticuaria y esos tres hombres le habían pagado una figura modernista, única en su estilo y bastante valiosa, con un cheque sin fondos. La discreción le impide ir a la policía y todo lo que puede ofrecer para comenzar la búsqueda es la matrícula del coche que usaron los hombres.

Lonia y Quim se pondrán a buscar al dueño de la matrícula y, casi sin darse cuenta, se verán metidos en un asunto de mucho más alcance que una simple estafa. Elena Gaudí era una mujer elegante y con mucha clase, pero al parecer no todo lo que contaba era verdad o no contaba toda la verdad. Para el caso es lo mismo.

Lonia y Quim se meterán en más problemas de los que habían imaginado, se verán en peligro y temerán por su vida. Lonia se indignará con Elena y sus mentiras o sus medias verdades.

De lo cabreada que estaba aquel mediodía, comí conejo al alioli para almorzar. Hacía sus buenos cinco años que no probaba la carne.

Estudio en lila es una novela de plena actualidad tanto en la forma como en el contenido. Engancha desde el principio porque, además, destila un humor cargado de una fina e inteligente ironía, del que estas frases son buena muestra:

Era una de aquellas mujeres que te recuerdan que algún día tienes que pasarte por la peluquería y que, como decía la señorita de la Falange, la discreción es la clave de la elegancia.

Nos dejó instaladas en una salita de esas que hay que tener criada para mantenerla limpia y ducharse tres veces al día para no ensuciarla.

Se hizo un silencio que se podía palpar. Y si lo palpabas te pinchaba.

Estudio en lila, una novela de plena actualidad tanto en forma como en contenido. Engancha desde el principio porque destila un humor cargado de una fina e inteligente ironía. #pionerasdelanovelanegra @offversatil #reseña: @RosaBerros. Clic para tuitear

Sufrimos con Lonia y con Lonia nos reímos. Nos hacemos sus cómplices y seguimos sus peripecias plenamente involucrados en ellas. Nada nos resulta ajeno ni desfasado, aunque hayan pasado muchos años por España y mucha agua por los ríos. María Antònia Oliver (novelista, guionista, dramaturga, traductora…) escribió una novela que me hubiera gustado leer en 1985. Me gustaría saber lo que me hubiera parecido la historia en aquellos años, teniendo en cuenta lo actual que hoy me ha resultado.

En realidad, nos cuenta Sergio Vera Valencia en el prólogo de esta edición de Estudio en lila, Lonia Guiu «debutó en 1983 en el relato ¿Dónde estás, Mónica?, que forma parte de la antología Negra y consentida». La editorial Versátil recupera este título para conmemorar el 35 aniversario de esa primera aparición en la literatura de Lonia Guiu. Ojalá continúe y rescate también del olvido las otras dos entregas de la serie, Antípodas y El sol que engalana, de 1987 y 1994, respectivamente.

 

Estudio en lila, de María Antònia Oliver. Pioneras de la novela negra

 

Estudio en lila

María Antònia Oliver

Editorial Versatil

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Reseña de Rosa Berros Canuria

Portada de la reseña: David de la Torre