Ninguna de las propuestas escénicas de Nao d’amores es fácil, pero quizás Europa, que a sí misma se atormenta, del médico y humanista segoviano Andrés Laguna (1511-1559), sea la de mayor riesgo. La compañía ha cobrado una confianza creciente en el más difícil todavía. Desde su creación en 2001, Nao d’amores se ha consagrado a la puesta en escena del teatro prebarroco bajo la dirección de su fundadora Ana Zamora.

La compañía ha llevado a la escena diversos autos y misterios medievales (entre ellos el Auto de los reyes magos, del siglo XII, primera pieza teatral castellana), así como el teatro renacentista de Juan del Encina, Lucas Fernández y Gil Vicente. Es decir, ha representado la práctica totalidad de los monumentos fundacionales del teatro en castellano.

Pero, además, Nao d’amores también ha adaptado a las tablas textos que poseen una indudable fuerza dramática pero que no fueron concebidos para su representación. Es el caso de Dança de la muerte (s. XV) o del discurso de Andrés Laguna, Europa, que a sí misma se atormenta.

La escenificación de los textos históricos tiene la virtud de presentarnos las capas arqueológicas del hecho teatral, sus orígenes medievales y renacentistas tras la pérdida temporal del patrimonio clásico al final de la Antigüedad. Asimismo, la escenificación de textos que se encuentran en los márgenes de lo dramático nos presenta el hecho teatral imbricado en la vida social y política de épocas pretéritas.

Así, el interés filológico, antropológico e histórico de la reinterpretación dramática llevada a cabo por Nao d’amores no deja lugar a la duda: su labor de investigación resulta bien fundada (hoy se abusa del término «investigación», pero este no es el caso). En primer lugar, indaga las posibilidades dramáticas de textos que no están en el corpus del teatro primitivo. Luego, al pasar los textos seleccionados de la edición crítica a las tablas, completa sus significados, pues los reinterpreta. En palabras de la compañía, se trata de textos que «permanecen al margen de la escena actual por el absurdo desajuste entre el campo de los estudios filológicos y el de la práctica teatral».

Europa heautentimorumene, es decir, que míseramente a sí misma se atormenta y lamenta su propia desgracia (tal es su título completo) es el discurso pronunciado por Andrés Laguna en la Facultad de Artes de Colonia el veintidós de enero de 1543 en favor de la paz y de la unión de Europa. De acuerdo con quienes lo han estudiado, es una de las primeras veces en que se alude a Europa como civilización, en lugar de como unión religiosa o como unión política. González Manjarrés editó y comentó el discurso en 2001 en texto trilingüe (latín, castellano y algunos pasajes en griego)[1].

Este es el texto que Nao d’amores ha llevado a las tablas.

Juan Meseguer. Foto: Rubén Gámez

Juan Meseguer. Foto: Rubén Gámez

La lógica dramática es evidente: en toda declamación hay elementos teatrales. Pero, además, el discurso de Andrés Laguna es especialmente rico en elementos susceptibles de despertar el instinto dramático de Ana Zamora y Nao d’amores.

Encabeza el discurso la siguiente advertencia:

Esta declamación lúgubre fue recitada en la célebre Facultad de Artes de Colonia, ante gran elenco de príncipes y doctísimos varones, ambientada la sala con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres, a las siete de la tarde del domingo veintidós de enero del año 1543.

Donde no solo se informa del momento y lugar en que se pronunció el discurso y ante quiénes, sino que también se describe el escenario («con antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres») a modo de acotación escénica.

Además, en el curso de la declamación, Andrés Laguna se desdoblará en un segundo personaje, Europa:

¿Por qué llevas tanto tiempo callada, Europa, y no cuentas con detalle tu funesta ruina a tan selecta reunión de benignísimos varones?. (II, 110-112).

A lo que sigue la intervención de Europa:

Si las heridas que cada día me van aniquilando las recibiera solo de los enemigos de los cristianos, si solo fuesen ellos quienes me abatieran, me hicieran mermar, me derribaran, entonces soportaría las injurias que me infligen con ánimo más tranquilo, excelentes varones, y no me atormentaría tanto. (III, 1-5).

Así, el doctor Laguna finge que es Europa, a quien llega a comparar con la desgraciada oveja que amamantaba a un lobezno (solo que en este caso son muchos los lobeznos amamantados; III, 24-32). Asimismo, tras determinar que las guerras entre naciones europeas son guerras civiles que debilitan a Europa ante sus verdaderos enemigos, Andrés Laguna defenderá una idea muy propia de su tiempo: es el emperador quien debe encabezar la defensa del continente contra el enemigo exterior, contra los turcos. Para ello, consciente de que la unidad religiosa y política de Europa ya no son posibles, invocará su unidad cultural. Echará mano para ello de la tradición clásica y cristiana (por eso apelará a Sófocles, Esquilo, Eurípides, Job, Jeremías, etc.), verdaderos signos de la identidad cultural de Europa.

La personificación, por otro lado, no es infrecuente en los diálogos renacentistas (Erasmo hace hablar a la paz en su Querela pacis[2]). En cuanto al desdoblamiento del orador, debemos figurarnos que Andrés Laguna pronunció su discurso bajo la admonición de Alonso de Proaza, que en sus conocidos versos liminares a la La Celestina «dice el modo que se ha de tener leyendo esta tragicomedia»:

Si amas y quieres a mucha atención,

leyendo a Calisto mover los oyentes,

cumple que sepas hablar entre dientes:

a veces con gozo, esperanza y pasión;

a veces airado con gran turbación.

Finge leyendo mil artes y modos,

pregunta y responde por boca de todos,

llorando y riendo en tiempo y sazón.

Este modo de lectura, en el cual el lector (muchas veces ante un auditorio analfabeto) fingía las distintas voces de los personajes e imitaba sus estados de ánimo, era común a lo largo del siglo XVI, especialmente para la comedia humanística, pero también para el diálogo renacentista. La vinculación de este tipo de lectura y el hecho teatral resulta evidente.

Actio, puesta en escena y prosopopeya, pues, son las herramientas de Andrés Laguna ante el auditorio de Colonia. Y su finalidad, como en toda retórica, es la persuasión. Para ello recurre a imágenes de la patología para explicar el mal de Europa, que se desgarra por las disensiones internas, no por un ataque del exterior. El organismo es un microcosmos, el mal social es una enfermedad y Europa es un cuerpo enfermo.

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En cuanto a la adaptación de Ana Zamora y Nao d’amores, la delicadeza y el rigor son sus notas características. No es extraordinario que así sea, sino que es marca de la casa. El discurso es introducido críticamente por el profesor Miguel Ángel González Manjarrés. Tras ello, la aparición de Juan Meseguer, que interpreta a Andrés Laguna, confiere a la escena el carácter solemne y dramático necesario. Meseguer verdaderamente mueve a los oyentes, «a veces con gozo, esperanza y pasión; / a veces airado con gran turbación». Ese contraste entre el investigador y el actor nos muestra las dos formas complementarias de la interpretación: la erudita y la intuitiva.

La música renacentista seleccionada por Alicia Lázaro e interpretada por Eva Jornet e Isabel Zamora abunda en el mismo sentido, el de la interpretación plena de un discurso que, desde el siglo XVI, nos habla también de nuestra Europa actual.

Por lo demás, Andrés Laguna (1511-1559) es conocido sobre todo por su traducción de Dioscórides (1555) y por haber llevado a cabo la más temprana labor de edición y comentario de la obra de Galeno.

El discurso sobre Europa le fue encargado por Adolfo de Eichholz, doctor en derecho civil y eclesiástico y rector de la universidad de Colonia, a propósito de la fuerte polémica religiosa que se produjo en esa ciudad alemana entre partidarios de los reformistas (con el arzobispado a la cabeza) y partidarios del papa (con el favor del consistorio político, la universidad y buena parte de la iglesia local)[3].

Es el mismo año, 1543, en que Copérnico publica De revolutionibus orbium coelestium y Vesalio De humani corporis fabrica libri septem. Esto es, en plena renovación de las mentalidades renacentistas. El futuro de Europa, en efecto, se encuentra en un cruce de caminos. Poco antes se ha producido el fracaso de la Dieta de Ratisbona (1541), en la cual luteranos y católicos no llegaron a un acuerdo. Apenas dos años después comenzará el Concilio de Trento (1545-1563), en el que el catolicismo asegurará su ortodoxia frente a los reformismos luterano y calvinista. Y las guerras en Europa, singularmente las de religión, no cesan.

Nao d’amores estará con Europa, que a sí misma se atormenta en el Teatro de la Abadía hasta el 29 de abril.

Europa, que a sí misma se atormenta

Autor del discurso: Andrés Laguna

Dramaturgia y dirección: Ana Zamora

Intérpretes: Juan Meseguer, Eva Jornet, Isabel Zamora

Traducción y charla introductoria: Miguel Ángel González Manjarrés

Arreglos y dirección musical: Alicia Lázaro

Asesor de voz y palabra: Vicente Fuentes

Vestuario y espacio escénico: Deborah Macías (AAPEE)

Iluminación: Pedro Yagüe

Realización de vestuario: Ángeles Marín – Deborah Macías

Realización de escenografía: Purple S. Creativos – Ricardo Vergne

Ayudante de escenografía y vestuario: Henar Montoya

Coordinación técnica: Fernando Herranz

Producción ejecutiva: Germán H. Solís

Producción: Nao d’amores

Con la colaboración de Aula Andrés Laguna (Ayuntamiento de Segovia, Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, Universidad de Alcalá de Henares, Fundación Lilly) y Clásicos en Alcalá

Reseña de Alfonso Vázquez

Notas

[1] Andrés Laguna, Europa heautentimorumene, es decir, que míseramente a sí misma se atormenta y lamenta su propia desgracia, Miguel Ángel González Manjarrés (ed.), Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2001.

[2] Cf. Miguel Ángel González Manjarrés, ibidem, p. 71.

[3] Cf. Miguel Ángel González Manjarrés, ibidem, p. 80.