Hybris, de Valeria Lorenzo. Una primera obra que ha sorprendido gratamente a nuestra reseñadora, Rosa García Gasco.

Hybris, de Valeria Lorenzo: monstruos que sueñan con ser dioses

El exitoso psiquiatra William Corby recibe el encargo de examinar a un preso que solicita el traslado desde la prisión a la institución mental. La inquietante conversación de Corby con Brown, un hombre acusado de asesinato múltiple, conduce de inmediato al protagonista a una investigación llena de recovecos y altibajos, donde desempeñan un papel central ciertos elementos del pasado, supuestamente conocidos sólo para el doctor Corby y para su padre. Muy pronto se dibuja la turbulenta relación entre el protagonista y su progenitor, un neurocirujano de prestigio y poder casi ilimitados, cuya sola presencia es capaz de agitarlo y enrabietarlo hasta la exasperación.

He aquí el arranque de Hybris, cuya sinopsis lo ubica claramente en el thriller. La tensión emocional constante, propia del género, es, sin duda, uno de los componentes esenciales de la novela de Valeria Lorenzo. La búsqueda que ocupará al carismático protagonista, y también narrador, de los hechos, no va encaminada a descubrir el cómo, ni el porqué, ni el quién de ningún homicidio, sino de un chantaje: el que se revela en el encuentro con Thomas Brown, relacionado con ciertas pruebas que darían al traste con la exitosa carrera de Corby. Desde muy pronto, protagonista y lector sabrán que la información que dice poseer Brown es sólo la cúspide del iceberg. Se vuelve urgente descubrir los datos sumergidos en un mar complejísimo de mentiras y ocultaciones. En último término, todos los acontecimientos derivan del luctuoso suceso ocurrido quince años atrás: un incendio en el que siete jóvenes amigos resultaron muertos. Sólo William Corby sobrevivió.

Hybris, de Valeria Lorenzo, un thriller con la tensión emocional propia del género y narrado con pulso firme. Atento, #lector, al clímax final. @EdAmarante. #Reseña de @rosaggv. Clic para tuitear

A pesar de la amnesia y de una desordenada vida, las secuelas físicas y psíquicas no le han permitido borrar de su mente aquellos hechos. Pero es ahora cuando el incendio ocupará de nuevo el centro de sus preocupaciones. También el suicidio de su madre, incapaz de sostener sobre los hombros una tragedia soportable sólo gracias al alcohol, reclama un lugar preferente en las pesadillas de nuestro protagonista. Muchos otros personajes pueblan esta novela extensa y densa, repleta de sucesos narrados a buen ritmo. Citaremos sólo unos pocos, los que más pesan en el retrato psicológico del personaje: un padre de tan enorme prestigio social, tan poderoso y de tan ingente influencia que su sombra amenaza con anular y tragar al protagonista en cada encuentro; un «creador», el psiquiatra Edward Warren, que tras prácticamente reconstruir el cerebro de William mantiene con él una relación sombría y ambigua; una obsesión insalvable, la hermosa Sarah, amor adolescente de Corby, que reaparece para poner más leña en el fuego del pasado.

Hybris pone al lector frente a frente con una larga serie de problemas morales. Se sirve para ello de la voz principal, un protagonista excesivo, desmesurado en comportamientos y en carácter. Una inteligencia fuera de lo común alienta su astucia, pero también ciertos sentimientos, debilidades y dudas que nos deja apenas ver por una rendija. En forma de narrador nada fidedigno, el protagonista se presenta a sí mismo como sobrehumano, como lo son los héroes de las tragedias griegas; extremos para bien y para mal. La trama desvelará en su momento, paulatinamente, los motivos por los que no debemos creer todo lo que nos cuenta, sea o no verosímil. Pero se habrá hecho tarde: para entonces, nos habremos dejado llevar por los vaivenes de una conciencia retorcida y enfermiza, con la que el lector no querrá identificarse fácilmente. Pero no tenemos en el núcleo de Hybris a un personaje monolítico. La debilidad existe, apuntábamos más arriba, y lo hace humano: en el trato con su antiguo amor, en sus muchas pesadillas, en sus marcadas dependencias, en su proceso de desintoxicación.

La desmesura de William Corby nos lleva a pensar en tragedias clásicas, tales como Prometeo Edipo Rey. Mucho de edípico tiene este protagonista de grandes cualidades intelectuales, que se niega a ser adulto y que, en la búsqueda de algo externo a lo que culpar de sus desdichas, o de algo con lo que frenarlas, se descubre a sí mismo como causante de todos los males que le rodean. El dibujo psicológico de un narcisismo sin fisuras, como el de Edipo, resulta impecable; sólo a veces se vuelve algo prolijo, en ciertas acotaciones relativas al tono o la intención de los diálogos.

En cuanto a Prometeo, el homenaje constante es para la hija y heredera de la tragedia: Frankenstein, cuyo monstruo es el perfecto paralelo para la relación entre Corby y Edward Warren, artífice de su segundo nacimiento. En el colmo de la egolatría, de la que no andan falta la tríada de protagonistas (William, su padre y Warren), la consideración de Dios parece corresponderles a todos por sus actos y actitudes en varios momentos de la trama. Pero es el protagonista quien más motivos reclama tener para arrogársela explícitamente, ya en la consumación de los acontecimientos. La desmesura a todos los niveles, hasta esta equiparación con la divinidad, resuena como un eco persistente en las páginas de Hybris. La novela se gana, así, un título que no podría convenirle más.

La desmesura resuena como un eco persistente en las páginas de Hybris. La novela se gana, así, un título que no podría convenirle más. Interesantísima primera obra de Valeria Lorenzo. @EdAmarante. #Reseña de @rosaggv. Clic para tuitear

La prosa de Valeria Lorenzo va desgranando e hilando hechos pasados y presentes con una habilidad que hace innecesarios gran parte los datos de la contraportada. Con todo, pese a lo mucho que desvela la sinopsis, la emoción y la inquietud no se ven menguadas. El lector, que no ha parado de especular con posibles explicaciones durante todo el relato previo, siente en el clímax una sacudida emocional e intelectual similar a la que experimenta Corby en uno de los momentos más brillantes de la novela. Y es así como Hybris acumula méritos hasta su desenlace.

 

Hybris, de Valeria Lorenzo: monstruos que sueñan con ser dioses

 

 

Hybris

Valeria Lorenzo

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Reseña de Rosa García Gasco

Portada de la reseña: David de la Torre