In a Sentimental Mood

In a Sentimental Mood, notas de ternura, no exentas de un sentimiento trágico…

Miércoles en la cocina

Microrrelato de Amaia Villa
Fotografía de Javier Romera

La cocina se llenó de risas. Inés y Juan con las cabezas muy juntas miraban un gastado álbum de fotos. -¿Te acuerdas cuando Andrés pisó un charco de barro con su bicicleta y le puso perdido el vestido blanco a María? Se abrió la puerta de las anécdotas llevándolos a un paisaje lejano y querido. Hablaron del chicle que le pegaron al maestro Julián en la silla, de las trenzas que ella llevaba de niña, de los granos de acné que él intentaba disimular con una bufanda de cuadritos verdes, que invariablemente acababa en el suelo cuando ella, entre carcajadas, se la quitaba de un tirón y echaba a correr. Se rieron de cuando le cambió la voz y él avergonzado se pasó una semana sin hablar poniendo de excusa una afonía. Recordaron el primer novio de ella y lo mal que le cayó a él. Rieron entre sidras y nostalgias mientras se pegaban cariñosos empujones como cuando eran niños. De repente, las risas cesaron y las miradas se hicieron más profundas.

Texto de Amaia Villa.
Fotografía de Javier Romera.
Todos los derechos reservados.

In a Sentimental Mood. Amaia Villa y Rosa Ayuso. Banco del amor  Fotografía de Javier Romera

In a Sentimental Mood. Amaia Villa y Rosa Ayuso. «Banco del amor»
Fotografía de Javier Romera

Cicatrices

Microrrelato de Amaia Villa
Fotografía de Javier Romera

Habíamos estado hablando de música, libros, viajes y ahora lo hacíamos de la vida. Tú me cogiste la mano y me preguntaste por mis cicatrices. Te miré a los ojos y en ese instante supe que estaba dispuesta a correr el riesgo de añadir otra.

Texto de Amaia Villa.
Fotografía de Javier Romera.
Todos los derechos reservados.

In a Sentimental Mood. Amaia Villa y Rosa Ayuso.  Patio en Zarco

In a Sentimental Mood. Amaia Villa y Rosa Ayuso. «Patio en Zarco». Fotografía de Javier Romera

Amor en blanco

Microrrelato de Rosa Ayuso
Fotografía de Javier Romera

Me gusta su frente despejada. Es dulce y suave, como la miel. Deseo acariciarla, descansar sobre ella, pero se enfada y me echa de su lado. ¡Siempre! Hoy está más nerviosa que de costumbre. Intuyo que no solo yo soy la causa. Tal vez sea por toda la gente que hay en el jardín. También huelen bien. Podría estar entre ellos pero prefiero permanecer aquí, a su lado. Su piel es como una golosina. Está frente al espejo. Con tanto ir y venir se le ha caído una flor del pelo. Vuelve a retocarse el peinado. ¿Y si me oculto entre sus rizos? ¡No! Así no la vería y está tan guapa vestida de blanco. Soy curiosa. Me aproximo. De un manotazo me espanta. Quiero tocar ese blanco impoluto, pero a cada movimiento de sus manos, vuelve a asustarme y me retiro a un rincón de la sala. Trato de volver a decirle que me quedan pocos días de vida pero no me entiende. Tal vez, si pudiera hacer que mirara mis ojos… Cree que no tengo corazón, sin embargo, ella es tan deliciosa. Intentaré tocar su hombro desnudo. Me gusta olerla. Susurro a su oído. Se vuelve de repente. Va a la cocina. ¡Por fin, me ha escuchado! Ya vuelve. Trae algo en la mano y mira de un lado para otro con cara de pocos amigos. Se acerca. Un extraño siseo, y una nube maloliente se cierne en torno a mí. Caigo en picado, mis alas no responden. Agonizo sin poder decirle que dejo mis huevos a su cuidado, al pie de los dos muñequitos que descansan sobre esa gran tarta de cuatro pisos que hay en la cocina.

Texto de Rosa Ayuso
Fotografía de Javier Romera
Todos los derechos reservados.

Amaia Villa y Rosa Ayuso pertenecen a la comunidad Artistas-Creadores de Revista MoonMagazine.info
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