La ciudad de las estrellas (La La Land), de Damien Chazelle

Título: La ciudad de las estrellas. Título original: La La Land.

Año: 2016. Dirección y guion: Damien Chazelle.

Música original: Justin Hurwitz.

Montaje: Tom Cross.

Dirección de fotografía: Linus Sandgren.

Reparto: Ryan Gosling, Emma Stone, Amiée Conn, Terry Walters, Thom Shelton, Cinda Adams, Callie Hernandez, Jessica Rothe, Sonoya Mizuno, Rosemarie DeWitt, J. K. Simmons, Claudine Claudio.

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El cine clásico de Hollywood fue, esencialmente, un cine de géneros. La comedia, el western, el noir, el melodrama, el cine de aventuras y, por supuesto, el musical aportaban un conjunto de reglas de realización y de códigos comunicativos que ayudaban tanto al sistema industrial de producción a la realización en serie de películas como a que el espectador se sintiera en una agradable zona de confort y que conectara inmediatamente con los títulos que se sucedían sin pausa en la cartelera. Obviamente, como todas las cosas, esta situación llegó a su fin. Si en los años 50 este sistema de producción llegó a su cénit artístico, a partir de los 60 empezó a entrar en crisis debido a los cambios en las preferencias de los espectadores, los cambios sociales, que empujaban a otro tipo de películas e historias, más audaces e innovadoras, y por el aumento de costes, que empujaba a un sistema de realización radicalmente distinto. En el caso del musical, títulos como Cabaret (1972) y All that jazz (1979) de Bob Fosse New York, New York (1977) de Martin Scorsese, Jesucristo superstar (1973) de Norman Jewison o Hair (1979)  de Milos Forman fueron el canto de cisne del género que, en años posteriores, sólo aparecería esporádicamente en la cartelera con películas como Fama (1980) de Alan Parker, Corazonada (1981) y The Cotton Club (1984) de Francis Ford Coppola, Flashdance (1983) de Adrian Lyne, A Chorus Line (1985) de Richard Attenborough, Moulin Rouge (2001) de Baz Luhrmann, Chicago (2002) y Nine (2009) de Rob Marshall o Los miserables (2012) de Tom Hooper.

Curiosamente, el hecho antes expuesto ha coincidido con un auge extraordinario del documental musical (al cual tendremos que dedicar en alguna ocasión el tiempo que se merece) numerosos biopics de músicos célebres como, por ejemplo, Bird (1988) de Clint Eastwood sobre Charlie Parker, En la cuerda floja (2005) de James Mangold sobre Johnny Cash, La vida en rosa (2007) de Olivier Dahan sobre Edith Piaf o Miles Ahead (2015) de Don Cheadle sobre Miles Davis, así como historias de ficción donde la música tiene un papel importante como Amadeus (1984) de Milos Forman, Shine (1996) de Scott Hicks, Cisne negro (2010) de Darren Aronofsky o Whiplash (2014) de Damien Chazelle. Precisamente, este último director ha optado por que su segunda película, La ciudad de las estrellas (La La Land) sea un musical en sentido estricto. Aunque, todo hay que decirlo, sorprende por su inesperado enfoque.

 

Fantasía imaginativa que sorprende por su inesperado enfoque. @LaLaLand #musical @jmcruzbar Clic para tuitear

Porque como todo buen musical, La ciudad de las estrellas (La La Land) sacrifica el realismo y la verosimilitud a la libertad de composición y a la fantasía imaginativa, como ya se ve desde la primera escena, que arranca en un atasco automovilístico. Pero ahí mismo observamos ya (aparte de la inaudita referencia que se esconde, ya que el momento parece inspirado en el relato La autopista del sur de Julio Cortázar, que ya fue adaptado para el cine en 1967 por Jean-Luc Godard bajo el título de Week End) el inusual escenario utilizado para desarrollar el número coreográfico de arranque. Y eso marcará toda la tónica del film ya que lo que Chazelle nos propone es renovar sustancialmente el paradigma visual, sonoro y narrativo del musical pero respetando siempre la esencia del género.

Chazelle renueva el lenguaje del #musical, respetando la esencia del género @LaLaLand @jmcruzbar Clic para tuitear

La ciudad de las estrellas (La La Land) aparte de su original prólogo, comienza con dos tramas paralelas (que incluye dos puntos de vista diferentes del mismo momento temporal) cuya convergencia marcará el primer punto de giro del guion. A lo largo de toda la película, elementos contemporáneos como los atascos, las autopistas, las llaves de los coches, los cafés en vasos de plástico, los teléfonos móviles, los graffities o You Tube son piezas escenográficas básicas que son introducidas adrede con el fin de hacernos olvidar lo que ha sido el imaginario visual tradicional del musical. Aparte de ello, hay un claro intento de sacrificar el virtuosismo en la ejecución de los números por una frescura y una espontaneidad que ayudan a empatizar claramente con la historia y sus personajes.

Viendo el firme pero decidido pulso con el que Chazelle lleva el desarrollo del film, está claro que podríamos confiarle sin miedo una botella llena de nitroglicerina. La ciudad de las estrellas (La La Land) se beneficia de un prodigioso crescendo emocional, de modo que escena a escena, minuto a minuto, la película va ganando en intensidad hasta llegar a uno de los más melancólicos, hermosos y contenidos desenlaces que hemos visto en el cine en mucho tiempo, sin perder la oportunidad de ejecutar un significativo contrapunto en el que un número onírico similar al que está presente en clásicos como Un americano en París (1951) o Cantando bajo la lluvia (1952) sirve para enfrentar el espíritu de la película con el de sus referencias del pasado.

Viendo las dos películas que ya ha dirigido y escrito Chazelle y el excelente nivel de ambas, no podemos menos que concluir que estamos ante uno de los directores con más futuro del panorama cinematográfico mundial. No dudamos de que en su cabeza tiene que haber unas cuantas obras maestras más que estamos deseando ver. Mientras tanto, disfrutemos del excelente sabor de boca que La ciudad de las estrellas (La La Land) nos ha dejado.

Nos gusta #EmmaStoneWeb y el sutil crescendo emocional de @LaLaLand. @jmcruzbar Clic para tuitear

Nota (de 0 a 10): 9.

Lo que más me gustó: Emma Stone. El prodigioso y sutil crescendo emocional. La renovación que aporta al género en sus aspectos visual, sonoro y narrativo.

Lo que menos me gustó: Aunque es plenamente eficaz en el desenlace, la habitual inexpresividad de Ryan Gosling.

14 nominaciones para los Oscars, @LaLaLand, de DamienChazelle. @jmcruzbar Clic para tuitear

José Manuel Cruz para MoonMagazine