La estética de la narrativa: El placer de la lectura

La estética de la narrativa

En general, los autores solemos dar máxima importancia a la historia que vamos a contar, y casi no pensamos en la estética narrativa. Por eso, desde hace muchos años, aconsejo a los escritores en formación que lean poesía y que intenten desmontar los engranajes que conforman su estética.

Pensemos el relato[i] como una expresión en la cual se dan cita dos acontecimientos: el artístico, el cual constituye el aspecto estético; y el temático, que contiene la esencia de lo que el escritor desea comunicar. En la construcción de un relato, entonces, concurren dos procesos lingüísticos que se articulan e integran: la forma y el sentido. Yo los denomino planos narrativos. En uno de ellos (el sentido o el fondo), el escritor organiza los distintos elementos estructurales para conformar la trama y, en el otro, realiza las operaciones lingüísticas necesarias para dotar al relato de estética.

En la construcción de un relato, concurren dos procesos lingüísticos que se articulan e integran: la forma y el sentido. Yo los denomino planos narrativos. @NessBelda Clic para tuitear

Pero qué es el plano estético de la narrativa

Hace bastante tiempo, la poeta María Mónaco me regaló esta frase: «La poesía es como una canción en una lengua extranjera: aunque no entendamos la letra, nos emociona». Llevado a la narrativa, esto significa que, por un lado, va la historia que contamos y, por otro, el placer de la propia lectura. Es lo que los lectores suelen aludir cuando dicen que una obra «se lee fácil», «que tiene buen ritmo», etc. Pero ¿cómo se consigue?

Descartemos la prosa pastelosa, recargada de florituras y palabras  altisonantes, de frondosidad retórica, y la prosa poética, porque no pertenece al género narrativo. No es lo que nos interesa. El verbo que mejor define el placer de la lectura es DESLIZAR.  Cuando el lector se desliza de frase en frase, de párrafo en párrafo, casi sin darse cuenta, estamos ante una prosa placentera. En ello intervienen muchas variables, como por ejemplo: La estructura morfológica de las frases (coordinación, subordinación y yuxtaposición) y su longitud; la extensión de los párrafos; las conjugaciones verbales; el uso de nexos cohesivos; la armonía: evitar cacofonías, asonancias, consonancias.

La utilización que cada escritor hace de esas variables es parte del ADN de su estilo, y depende de su propia percepción de la literatura.

La estética de la narrativa: el placer de la lectura. Alice Munro.

La estética de la narrativa: el placer de la lectura. Alice Munro.

Hemingway utilizaba frases cortas, áridas. Por el contrario, las de Proust eran de largo aliento, y Borges era el príncipe de la adjetivación. Lispector seleccionaba las palabras para que funcionaran como carnada. Alice Munro decía que la prosa debía tener cierta aspereza.

En mi caso, evito las palabras que personalmente me cuestan leer, como «metamorfoseándose»; intento que la longitud de las palabras combinen de tal modo que no altere el ritmo de la frase; o que su extensión sea la adecuada para la atmósfera que quiero crear. Esto último parece algo de Perogrullo, pero el ritmo que conforma la fraseología es uno de los factores de articulación e integración con el fondo de la historia: la sensación de que el relato discurre deprisa o despacio, de acuerdo a la escena que estamos narrando. Así, en una persecución, la frase corta transmite la sensación de aceleración, agitación. En cambio, en una escena romántica, la frase larga suele ser más adecuada. Vale, ya sé que hay amores y amores, pero vamos a suponer que el que yo propongo requiere una atmósfera calmosa y seductora.

No hay que confundir el ritmo del discurso narrativo, constituido por la arquitectura de las frases y los párrafos, con el ritmo de la historia o del relato, que está regulado por la distribución de las distintas unidades narrativas.

La estética del discurso narrativo es como una música de palabras sencillas que seduce al lector. @NessBelda. Clic para tuitear

La estética del discurso narrativo es como una música de palabras sencillas que seduce al lector, y su importancia radica en que es su primer punto de contacto con la historia; es el portal que invita a entrar y a mantenerse en el placer de la lectura mientras va sumergiéndose en el segundo plano: el fondo, el sentido del relato.

[i] La referencia a relato engloba tanto a la narrativa breve como a la novela.

 

Un artículo de Néstor Belda