La marea del tiempo. Así se titula el poemario de María Jesús Mingot. No flecha, aceptada o discutida por filósofos y científicos, sino marea: ritmo, gravedad, astros. Pleamar y bajamar: tiempo, vida — también nuestra vida— . Un ritmo, muchos ritmos; una música que son muchas músicas. Una luz. ¿Se apaga? Pero también se enciende. El silencio. La voz.

Agua, reloj que marca el ritmo de los días.

Llega la medianoche y se detiene.

Se detiene, respira esa casa de agua y de palabra, adormecida en las quietas horas de lo oscuro. Hay, sin embargo, «un resplandor de luna / en la ventana, / si te nombro en la noche». Y la poeta nombra para que la ventana se ilumine; nombra para que exista noche y para que exista luz. Nombra para que palabra y agua y casa y tiempo y luna reanuden su marcha con, intacto, el «deseo / de ser cuenco / de luz».

#LaMareaDelTiempo. Así se titula el poemario de @MJMingot. No flecha, aceptada o discutida por filósofos y científicos, sino marea: ritmo, gravedad, astros. #Reseña: @arteyprecine. @reinodecordelia. Clic para tuitear

Ya apunta el alba: antes de ser visible, se presiente en el aire, se despierta en la piel como tacto o aroma y se escucha, en «tan poco espacio tanta claridad». Después o ya es el asombro —estupor, gratitud, acaso desconcierto—, de asistir aún hoy, tan como ayer, al renuevo de nuestro propio tiempo.

Qué extraño que amanezca y tú te reconozcas.

A menudo se encuentra en la poesía de María Jesús Mingot un a punto de. Lo roza con la punta de la lengua —como lenguaje y cuerpo—, parece percibir un sabor que oscila entre memoria y presagio, y es desvanecimiento después —«con el sencillo gesto con el que cae la hoja»—, ausencia de algo que fue y estuvo… ¿dónde? Aquí, mirad, fue aquí: había una puerta, un puente, un camino… Aún se percibe, levísimo, su rastro: una huella de luz. Está, estaba, dejó de estar, de nuevo o por primera vez estará. ¿Lo dice la poesía? Lo hace. Escucha, toca, siente, mira: «en sus ojos abiertos cabe un mundo».


Hengki Koentjoro

¿Somos tiempo? Por lo tanto, relato: no otra cosa, nos dicen, es el tiempo. Lo efímero, el instante que atrapa o apenas acaricia la palabra. Como agua o arena, se desliza entre los dedos. ¿Se pierde? ¿O prosigue, silenciosa aun diciéndose, su ingente y minuciosa tarea de hacer, de deshacer, de rehacer los mundos y a nosotros, tan ínfimos, en ellos?

el agua es el verbo

que cincela la tierra a su capricho.

¿Es —no es— el nuestro el tiempo de la piedra para, como ella, «estar en el tiempo y no ser tiempo»? ¿Es —no es, pero sí, es— el tiempo del ala y del canto que «te mantiene en el aire pese al miedo» y es, pese al miedo, el vuelo?

Tu ser en un instante me transforma

en pájaro de espuma.

Arquitectura hueca que me lleva

a ser temblor de ala;

ola de alondra y aire.

En La marea del tiempo encontramos lo que importa: la tierra, sus rocas, sus fuegos y sus vientos; el agua, el árbol; animales, humanos, a veces desvalidos, invisibles, sufrientes. El hambre y la sed. El pan.

Johannes Vermeer, La lechera (detalle). Salvador Dalí, La cesta de pan

«Pan primordial»: ese pan que también nos ofrece, con su ternura, el animal. Sin él, «qué desnudo de tactos y de aromas / se quedaría el día. / Qué solo quedaría sin su pan».

En #LaMareaDelTiempo de @MJMingot encontramos lo que importa: la tierra, sus rocas, sus fuegos y sus vientos; el agua, el árbol; animales, humanos, a veces desvalidos, invisibles, sufrientes. El hambre y la sed. El pan. Clic para tuitear

Encontramos, en estos poemas, la sed y la plegaria: «Una vida invocándote / sin tener más respuesta que mi sed».

Encontramos las preguntas que son también el pan: preguntas que a veces duelen —deben doler— con su necesaria evocación de los invisibles. «¿Dónde el puerto y el pan, / y la espera / brutalmente incumplida por la espalda?»; «Dime, ¿qué casa era tu casa? / Un fondo de negrura que te borra hasta el nombre. / No tuviste ningún lugar de espera en esta tierra»; «¿Dónde está el reino de los justos?».

La hoja en el rocío y el pájaro en el canto,

y tu ser en los otros;

nada suyo tampoco

en esta tierra.

Qué es el tiempo, seguimos preguntándonos. Qué somos. No tú, no yo: no solo. El insecto, la piedra, la espuma de la ola. Cada «ser en los otros».

María Jesús Mingot es profesora titular de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado los libros de poemas Cenizas (Ed. Libertarias), Hasta mudar en nada (Bartleby Editores), Aliento de luz (Ediciones Vitruvio) y La marea del tiempo (Reino de Los versos de Cordelia); el cuento largo, ilustrado por Luis Herrero Mateo, Un mundo en una caja (Guías Azules España. Casa Editorial Azulete), y la novelas El vértigo de las cuatro y media (Ed. Libertarias) y Los zapatos más feos del mundo, ilustrada por José María Gallego (Guías Azules España. Casa Editorial Azulete).

La marea del tiempo

María Jesús Mingot

Reino de Cordelia

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Reseña de Carmen Pinedo

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Portada de la reseña: David de la Torre

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