Conozco de Las sustituciones, de Santiago Casero González (Fuente el Fresno, Ciudad Real, 1964) por una de esas carambolas literarias: fui lectora cero de la novela galardonada con el premio TIFLOS 2020, y, por conocer de primera mano de su bondad literaria, y como escritora de relatos, me sentí atraída irremisiblemente a la lectura del volumen ganador al mejor libro de cuentos, editado, como parte del premio, por  Edhsasa/Castalia.

#LecturaRecomendada por la escritora @marian_peyro: #LasSustituciones, de @santiagocg64, #premio TIFLOS 2020 al mejor libro de cuentos, editado por @edhasaeditorial. #Reseña. Clic para tuitear

Era Santiago un perfecto desconocido para mí, neófita de la causa de la literatura, si bien su currículum de premios es tan extenso que por fuerza debe ser conocido entre los habituales del palmarés con el que los escritores fuera del círculo de las grandes editoriales buscan tener una carta de presentación que resulte atractiva o suscite suficiente curiosidad para que les publiquen.

Por si ambas razones fueran poco —un cv que le rubrica como un escritor a tener en cuenta y mi aval al gusto literario del jurado—, el tema o hilo conductor de los relatos que se presentan en el libro hizo que, con él, me saltara la cola de lecturas pendientes, cosa que hago con cierta frecuencia, y no por razones siempre tan consistentes.

Los cinco relatos que encontramos en Las sustituciones de Santiago Casero retratan una de las temáticas que más me fascinan, a saber, si aquello que nos rodea, lo que constituye nuestras vidas, e inclusive en última instancia nosotros mismos, no deja de ser más que algo provisional, sustituible, quizá vacío de la suficiente entidad para ser necesario y en última instancia, claro, prescindible. Es, en mi opinión, un «y si» de los que tanto me atraen, nada es perdurable, la fatalidad existe, por qué aferrarnos, cuánta verdad hay en lo que vemos, sentimos, somos. Pero no es un «y si» que nos proyecte al futuro, sino uno pretérito y extraño que nos asalta a propósito de un evento no siempre trascendente y que nos coloca en un ahora en el que nos percibimos casi como nuestro propio fantasma.

#LasSustituciones, de @santiagocg64, retrata una de las temáticas que más me fascinan: si aquello que constituye nuestras vidas, nosotros mismos, no deja de ser más que algo provisional, sustituible. @marian_peyro @edhasaeditorial. Clic para tuitear

Para ilustrar esta idea perturbadora —que por cierto, la vida nos acaba de demostrar, dando un giro de ciento ochenta grados a todo lo que creíamos seguro—, Santiago construye unos personajes que se encuentran justo en ese punto: una editora de viaje, un traductor enamorado (o puede que no), una mujer que descubre en la distancia a su marido, un joven para el que no hay plaza en un avión, un profesor con un perro que es la última pieza de un «nosotros». Son personajes perdurables, en los que nos reconocemos íntimamente, que deambulan ya sea con los pies o con la mente, que eligen, de forma terca, insistir, hasta que caen en la cuenta de que la realidad «es suficiente por sí sola» y  «se organiza con una mansa futilidad». Son, además, personajes solos, con esa soledad casi palpable que constituye, en realidad, su personalidad.

En los relatos de #LasSustituciones, @santiagocg64 construye personajes perdurables, en los que nos reconocemos íntimamente, con esa soledad casi palpable que constituye, en realidad, su personalidad. @edhasaeditorial @marian_peyro. Clic para tuitear

Destaco también la grandeza en la construcción de las atmósferas que acompañan a los relatos. Es muy curioso cómo esa idea de vacuidad inunda a los personajes mientras que los lugares donde el autor sitúa sus historias —Lisboa, Nápoles, Madrid, un gran hipermercado, Islandia— se llenan de contenido. Tendré que continuar leyendo a Santiago para saber si es un escritor siempre tan atmosférico pues es un atributo que me resulta sumamente atractivo y a través de los que mejor se percibe una mirada diferente.

De repente, vio una ciudad extraña: se había transformado, se expresaba de manera diferente, como si hubiera estado aparentando que era otra hasta ese día. Marina había visto esas calles muchas  veces, pero nunca le habían parecido tan sinceras.

(La editora)

Todos los cuentos, a excepción del último, están escritos en una tercera persona que realza el extrañamiento de los personajes. La primera persona del relato que cierra el volumen y le da nombre, «Las sustituciones», nos convierte en su protagonista, nos plantea la sustitución como un hecho quizá verídico, no metafórico, y nos convence de que, quizá, es así como, de todas formas, debía de ser. Como ahora, la vida, en este 2020, nos acaba de enseñar.

Es muy curioso cómo esa idea de vacuidad inunda a los personajes mientras que los lugares donde el autor sitúa sus historias se llenan de contenido. #LasSustituciones, de @santiagocg64, @edhasaeditorial #reseña: @marian_peyro Clic para tuitear

 

 

Las sustituciones, de Santiago Casero: lo que la vida nos acaba de enseñar

 

Las sustituciones

Santiago Casero

Edhasa/Castalia

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Reseña de Marian Peyró

El papel de un cromo

Montaje de la portada: David De la Torre

 

 

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