Cuando empecé a leer Londres, 1891 (Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado) no dejaba de asombrarme la osadía de Juan Ramón Biedma al escribir una novela que tuviera como protagonista a Sherlock Holmes. Más me sorprendí cuando descubrí que Moriarty, el enemigo de Holmes, era otro de los personajes y ya caí en el más absoluto estupor cuando me di cuenta de que la novela ocurre a la vez que El Problema final de Doyle, narración en la que Holmes y Moriarty protagonizan su última batalla.

Cualquier incursión en el universo holmesiano debería hacerse con el mismo respeto con el que nos adentraríamos en un cementerio para celebrar un botellón, así que, impulsado por una buena dosis de temeridad, decidí mostrar abiertamente las sagradas reliquias que profanaba, al menos así los creyentes no me podrían acusar de estafarles.

Por otra parte, El problema final es uno de los mejores ejemplos de elipsis en la historia de la literatura: sugiere todo un complejísimo entramado en segundo plano que el autor apenas nos apunta. Yo no hice más que aprovecharme de ello.

Juan Ramón Biedma. Sobre Londres, 1891

Londres, 1891. «Lo más interesante» con Juan Ramón Biedma

El secuestro de cuatro niñas, procedentes de las familias más influyentes de la sociedad británica, es el punto de partida de esta historia. Al mismo tiempo, Holmes y Moriarty se enfrascan en una lucha por desenmascararse. Cox, un antiguo profesor que sobrevive robando tumbas, es empujado a encontrar a un compañero de oficio relacionado con el rapto de una de ellas. Rambalda, la hija del lord Canciller, le acompaña a las profundidades de una sórdida Londres ya que una de las niñas secuestradas es suya.

«El problema final es uno de los mejores ejemplos de elipsis en la historia de la literatura. Yo no hice más que aprovecharme de ello». @JRBiedma #Reseña de @almudenatalias @megustaleer Clic para tuitear

Estas son las principales tramas, no las únicas, que se desarrollan en Londres, 1891.

En una ciudad sobre la que ha caído una niebla asesina que se mezcla con la suciedad, la deshumanización y los juegos de ilusionismo, vamos dándonos cuenta de que los personajes que brillan son los personajes que encarnan el mal. Contra todo pronóstico son Moriarty y Cox, el destripacadáveres, los protagonistas reales de esta sombría historia.

@JRBiedma y @almudenatalias viajan al «submundo» de #Londres1891. Las claves de la novela que ha fascinado a los lectores comentadas por su autor en @RevistaMoonM. @megustaleer Clic para tuitear

Moriarty, «el gran planificador», maneja los hilos de todas las operaciones delictivas que se desarrollan en Londres para poner en marcha su obra maestra, el Falansterio que «solamente» es «un modelo de sociedad matemáticamente perfecta». Él es el verdadero protagonista.

Holmes, convertido en un personaje secundario, intenta desenmascarar a Moriarty a la vez que huye de él. Tiene que salir de su despacho y mancharse del fango londinense. Es inolvidable el momento en el que visita la oubliette, una mazmorra «destinada a que todos se olvidaran de los prisioneros allí encerrados». Él está obsesionado con destruir a su oponente y con ello pierde el halo de cordura que los lectores de sus aventuras le suponen. Para Moriarty, Holmes se convierte solo en un obstáculo, no le presta más atención que la necesaria, mientras que, para Holmes, Moriarty es mucho más que una obsesión.

Cox el «destripacadáveres» es un personaje que irrumpe en la investigación empujado por el único destello de amor que brilla en la novela, amor que ya le hizo caer una vez. Sin darse cuenta se embarca en una búsqueda tanto de sí mismo como de la persona de la que estuvo enamorado, más que de la niña que debe encontrar.

Rambalda, el único personaje femenino, es una contradicción continua. Hija de un miembro de la aristocracia victoriana y educada como tal, no duda en recurrir a Cox para encontrar a su hija. Descubrimos que en realidad no es la dama sumisa que cabría esperar y que para salvar a su hija es capaz de mezclarse con lo más bajo de la sociedad, aunque finalmente es obligada a volver a su papel.

La ciudad de Londres es otro de los personajes de la novela. La capital del Imperio es el centro de la hipocresía. La niebla que la invade y que contamina a sus habitantes, tapa los horrores que alberga: cementerios en los que se profana a los cadáveres, prostíbulos, teatros en los que los londinenses gastan sus últimas monedas para olvidar por un rato la miseria de sus vidas y lo que acaba convirtiéndose en el centro de todas las historias, el zoológico de Aclimatación Hagenbeck, donde se exhibían personas de otros continentes que son maltratados física y por supuesto psicológicamente y que se dejan morir de inanición en un imperio donde las mascotas son cuidadas hasta el esperpento.

Me temo que desconozco el origen de mi visión tenebrista, que no se restringe a las ciudades, sino que se ramifica por todo el universo conocido —y no—, se extiende a todas las manifestaciones de la cultura y oscurece también al ser humano a lo largo de su historia y, especialmente, a su futuro.

Juan Ramón Biedma. Sobre Londres, 1891

Biedma se recrea en esta atmósfera oscura. El sistema no es el que se nos ha mostrado en las demás novelas de Holmes. Aquí el delincuente es un hombre al que las circunstancias han obligado a salirse de la norma, no se le perdona pero se le comprende. Lo inexplicable es la gente que sustenta este modelo de sociedad.

Ninguno de estos personajes encarna el bien y el mal, tan bien delimitado en las novelas de Doyle.

Ese era y es, el gran reto de la novela: adoptar la voz de un malvado tan emblemático como el profesor Moriarty para demostrar que la infamia no es una prerrogativa de una determinada facción o subraza de personas, sino que cualquiera es capaz de encarnar cualquier comportamiento, incluso de algo tan arriesgado y cuestionable como una buena acción.

Juan Ramón Biedma. Sobre Londres, 1891

Holmes se vuelve casi villano, Moriarty se vuelve casi héroe. Es el que tiene metas más altas, él es el cerebro de toda la maquinaria delictiva de la ciudad y esta maquinaria solo le sirve para cumplir el sueño de crear una sociedad perfectamente estructurada en contraposición a la sociedad victoriana, totalmente desordenada y viciada. El lector no puede dejar de empatizar con la oscuridad que encarnan tanto Moriarty como Cox, en realidad los dos tienen una meta loable aunque piensen que el fin justifica los medios y que, por alcanzar sus sueños, haya víctimas.

La novela está estructurada en seis partes, cada una de ellas introducida por citas de autores que sirven para anticipar brillantemente lo que va a ocurrir: Wilde, Brönte, Robert Browning, Kipling y Yeats.

Los capítulos son cortos y no hay dos seguidos que continúen desarrollando la misma trama, así que el lector no puede dejar de leer si quiere no perder detalle.

Quizás lo más sorprendente es que la novela está escrita en presente. Así el lector es arrastrado a la vez que los personajes en la historia, descubre a la vez que ellos como se desarrollan los acontecimientos.

Para un escritor de nuestros días, situar una de sus historias en esos mundos es ante todo un juego de equilibrios por el que debes compensar la regresión no sólo con aportaciones formales que permitan al lector de nuestros días penetrar en ellos a través de una formula atractiva y natural sino servirnos de la permisividad expresiva actual para mostrar aquellas parcelas del ser humano que nuestros predecesores se vieron obligados a ocultar.

Juan Ramón Biedma. Sobre Londres, 1891

Por tanto, Londres, 1891 es una novela que, con las técnicas narrativas contemporáneas, nos arrastra al oscuro mundo de Sherlock Holmes, dando un giro completo a la imagen que teníamos del sesudo detective de Sir Arthur Conan Doyle. Una obra imprescindible para los amantes del género.

La estructura de la novela es una obra de orfebrería; los capítulos cortos que alternan las distintas tramas obligan al lector a seguir leyendo. @almudenatalias y @JRBiedma charlan sobre #Londres1891. @megustaleer Clic para tuitear

 

 

 Londres, 1891

Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado         

Juan Ramón Biedma

Ediciones B

Premio Valencia de Novela Negra 2014 

Versión Kindle: 5,25 €

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Reseña y entrevista: Almudena Natalías     

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