Masked, enmascarado

Cuando en 2007 se estrenó en Nueva York la obra del israelí Ilan Hatsor, el director, Ami Dayan, se vio obligado a excusarse en el programa de mano: «Masked no es una obra pro-Palestina. Tampoco es una obra pro-Israel. Por favor, deje a un lado sus prejuicios y doctrinas políticas. Permítase a sí mismo experimentar Masked».

También Hatsor se ha sentido obligado a ensayar excusas similares, llegando a afirmar que Masked es una obra apolítica, cercana a la tragedia griega, pues plantea un conflicto de sangre entre tres hermanos.

No esperamos que Hatsor adopte una actitud heroica. Al fin y al cabo, Hatsor se dedica a escribir teatro y, tras la conmoción de Masked, su primera y temprana obra, estrenada en Tel Aviv en 1990, se dedicó unos años a escribir comedias: «En tiempos trágicos es lo mejor que puedo hacer, por mí y por la audiencia», declaró al New York Times el 1 de agosto de 2007.

No obstante, el presunto apoliticismo de Hatsor plantea la peliaguda cuestión de si se puede ser neutral en una situación de opresión sin ponerse del lado del opresor. No, no se puede, de acuerdo con Desmond Tutu, de quien tal vez podamos aprender algo sobre los interrogantes morales que plantea Masked.

También es falsa la presunción formalista de que es posible dejar los prejuicios a un lado. El prejuicio, la precomprensión son indispensables para interpretar el mundo y la obra de arte. Sin ese entramado de concepciones y preconcepciones que configuran nuestra conciencia es imposible comprender nada, menos aún concebir de qué nos está hablando una obra tan rotundamente política como Masked.

Tal vez por esto, con muy buen criterio, Iria Márquez presenta Masked en los teatros Luchana sin ninguna advertencia paternalista. Da por sentado que su público es inteligente y que sabrá comprender ante qué tipo de obra se encuentra. Esto no quiere decir que estemos todos de acuerdo en nuestra interpretación de Masked, sino que ya hemos visto suficiente de la realidad en Cisjordania y Gaza como para poder decidir en qué acierta y de qué pie cojea la obra de Hatsor.

Cartel de Masked

Nos encontramos ante una pieza dramática que ahonda en un conflicto familiar sobre un trasfondo poderosísimo: la ocupación israelí de las tierras palestinas. Cronológicamente, el autor sitúa la acción en un pasado inmediato al momento en el que escribe, poco antes de 1990, durante la primera intifada palestina (1987-1993). El mismo trasfondo, lamentablemente, tiene vigencia hoy en día, en los mismos territorios, con los mismos actores. Pero podría también trasladarse la acción, con algunas variaciones, a la Argelia ocupada por los franceses en la década de 1950, a la ocupación soviética de Afganistán en la década de 1980, o a la ocupación estadounidense de Irak a partir de 2003. El asunto, pues, es fuertemente local, pero plantea un conflicto que lamentablemente se ha producido también en otras situaciones históricas.

Son muchas las emociones que suscita la obra, y ninguna es sencilla, pues se plantea realmente como una dialéctica en la que dos hermanos enfrentados parecen tener razón: el que se adapta frente al que se rebela. En efecto, Hatsor presenta el conflicto con todas sus complejidades, de manera que ambos oponentes van produciendo sus alegatos en favor de su opción vital bajo las condiciones insoportablemente duras de la ocupación israelí.

Daoud, el hermano mayor, sustenta con su trabajo como friegaplatos en Tel Aviv a su familia y a sus hermanos en Cisjordania. Debe pasar por todas las humillaciones de tener que servir a los judíos, pero consigue una vida más cómoda que la que lleva su hermano Naim, el segundo de la familia, quien pertenece a una organización de resistencia y habita de modo clandestino en las montañas. Entre la adaptación y la resistencia, se sitúa Khalid, el más joven, quien limpia la carnicería familiar en la que se desarrolla toda la acción.

La trama se desencadena cuando Naim baja a ver a sus hermanos, pues Daoud ha sido acusado de colaborar con los israelíes. Se presenta crudamente el conflicto entre la lealtad a la familia, a los lazos de sangre, y la lealtad a la causa palestina. Y se dirime la vida del hermano acusado.

El enérgico texto de Hatsor señala sin tapujos la brutalidad de los ocupantes: helicópteros, francotiradores, gases lacrimógenos, destrucción de casas… y el disparo sobre el cuarto de los hermanos, ahora en estado vegetativo, pues “los israelíes disparan por debajo de las rodillas, y ellos tienen las rodillas a la altura de la cabeza de un niño de seis años”. Pero las réplicas de Daoud, acusado de colaboracionismo, apuntan a los palestinos: “nuestros líderes han matado a más palestinos que los israelíes”.

#Masked, el enérgico texto de #IlanHatsor en @TeatrosLuchana; Dirige @marquez_iria; @avazqvaz Clic para tuitear

La larga discusión mantenida entre los hermanos es un prodigio de intensidad que Antonio Lafuente, Pedro Santos y Álvaro Vázquez saben mantener in crescendo. Se cruzan acusaciones políticas, reproches personales, apelaciones a su amor de hermanos… Y consiguen –a pesar de toda la tensión, o gracias a ella– que se materialice ante nuestros ojos la relación fraternal que une a tres varones palestinos: si comenzamos viendo a tres actores, pronto vemos a tres hermanos. ¿Puede concebirse mayor logro que este?

Es mérito de los intérpretes y de la directora, pero también del texto. En el haber de Hatsor, cuenta haber dado carne, hueso y conciencia a tres hermanos palestinos divididos por su diferente actitud con respecto a la ocupación israelí. Además, su obra se ha presentado en Israel y en numerosos países. Ha provocado debates, mesas redondas y paneles de expertos que han tratado de resolver la pregunta ¿cuál es la solución?

En el debe, cuenta la promoción involuntaria de la teoría de los dos demonios, al equiparar en cierto modo la ruina moral de ocupantes y ocupados. La obra, en efecto, se ha utilizado para afirmar la presunta mayor humanidad de los israelíes, que son capaces de ponerse en la piel de los palestinos. Busque usted ahora –dicen estos apólogos– a un palestino capaz de ponerse en la piel de un israelí. El argumento es sumamente falaz, y tiene por objeto la deshumanización del enemigo, justo lo contrario de lo que propone Hatsor.

El conflicto, como se ve, está excesivamente enredado en lo político y en lo moral como para entrar en él y no contaminarse. No por eso debemos dejar de hacerlo y ponernos, siempre, del lado del oprimido.

Bravo por la valentía de la compañía Seven Inks y de su directora e intérpretes.

Yo no me la perdería.

#Masked, prodigio de intensidad, @AntonioLafuent1, PedroSantos y ÁlvaroVázquez en @TeatrosLuchana Clic para tuitear

Teatros Luchana. Madrid

Autor: Ilan Hatsor

Dirección: Iria Márquez

Reparto: Antonio Lafuente, Pedro Santos y Álvaro Vázquez

Traducción: (de la versión en inglés, Masked, traducida por Michael Taub) Álvaro Vázquez

Diseño de iluminación: Sergio Balsera

Espacio sonoro: Víctor Abad

Escenografía: Seven Inks

Vestuario: Seven Inks

Producción: Seven Inks y Álvaro Vázquez

Producción ejecutiva: Seven Inks

Diseño de cartel y marketing: Alberto Benéitez

Bocetos de escenografía y figurines: Alberto Benéitez