Matar Cabrones, de Fernando Mansilla (Barcelona, 1956), es un hermoso epitafio. Una novela póstuma que su autor no llegó a ver publicada pero que dejó constancia de una ciudad —Sevilla— y de un universo particular —sus calles y los indigentes que las habitan.

Matar Cabrones es muchas cosas. También una novela negra. Y de las buenas. De las muy buenas. De esas cuyos personajes destilan verdades. Verdades que nadie quiere escuchar porque retratan el lado más feo de nuestra existencia. Verdades que nos ponen ante un espejo para reflejar cuan injusto es el mundo.

#MatarCabrones es una muy buena #novelanegra. Fernando Mansilla murió con la novela por entregar y la edición de @LibrosBarrett desprende un amor especial y dolor profundo: el resultado es una obra magnífica. @jackshadows. Clic para tuitear

Fernando Mansilla era un icono en Sevilla, a donde llegó en 1981 con sus ropas negras, su sombrero siempre calado, su voz profunda y su mirada tímida para convertirse poco a poco en un poeta de barrio, un músico experimental, un escritor de teatro, un cronista de la realidad, un artista inclasificable. Puede que me lo cruzara en alguna ocasión los años que viví en Sevilla (mi memoria es un desastre), no lo sé, pero lo que sí sé es que leyendo Matar Cabrones uno regresa a esa Sevilla de la calle Feria, la Alameda de Hércules, la cantina del mercado —qué bien se come en la cantina—, el barrio y sus gentes.

Fernando Mansilla era un icono en #Sevilla y leyendo #MatarCabrones uno regresa a la calle Feria, la Alameda de Hércules, la cantina del mercado —qué bien se come en la cantina—, el barrio y sus gentes. @jacksshadows. @LibrosBarrett. Clic para tuitear

Murió Fernando con la novela por entregar, y los editores de Barrett tuvieron que montar el puzle de una historia compuesta de los pedazos caóticos que habían quedado escritos. Imagino que no fue un trabajo editorial como otro cualquiera, se desprende en la edición de Matar Cabrones un amor especial y dolor profundo cuyo resultado es una obra magnífica. La prosa de Mansilla es ágil, divertida, vibrante. Engancha desde la primera página con un comienzo brutal. Un sótano lúgubre en el que un pobre paria está siendo torturado por dos encapuchados mientras la escena es registrada por un par de cámaras de vídeo.

Matar Cabrones está escrita en una falsa tercera persona que se torna en primera cuando su protagonista, Adelardo, aparece en escena. Un recurso original perfectamente utilizado que fluye sin que el lector apenas sea consciente del ardid. Una genialidad más de Fernando que construye una novela coral en la que los protagonistas son los parias, los indigentes, los colgados, los que duermen al raso sobre cartones y malviven cada uno como buenamente puede. Unos, como Curro, aparcando coches, otros como Juan Carlos postrándose de rodillas para mendigar unos céntimos, o como Óscar Valor, qué mala suerte la de este hombre. Un elenco de personajes entrañables a los que Fernando dota de humanidad, con un sentido del humor siempre utilizado desde la ternura. Porque enternece Pepito, fichado en su cabeza por el Sevilla club de fútbol, enternecen Pedro, el Ruso o la gitana del romero. Y todos ellos tienen miedo, porque algunos han comenzado a desaparecer. Alguien está deshaciéndose de ellos, torturándolos y matándolos.

#Novela coral en la que los protagonistas son los parias, los indigentes, personajes entrañables a los que #FernandoMansilla dota de humanidad. Pero alguien está matándolos, torturándolos. #MatarCabrones @LibrosBarrett @jacksshadows Clic para tuitear

Matar Cabrones da testimonio de unas gentes, de un barrio y de una ciudad que transita ajena a sus pequeñas miserias, a sus ilusiones, a sus esperanzas en la voz de Adelardo, un músico que fue importante y cuya propia existencia le resulta cada vez más absurda, que pasa las horas paseando con su perra Inca y charlando con los indigentes, dejando que le cuenten sus penas, sus historias, que son las historias del lado feo de la vida. Un lado que no gusta a algunos, como Ricardo Manuvench, antiguo traficante y proxeneta, quien convence a dos cabrones como Cabo Martín Varas y Carolino Alpáñez de que ha llegado el momento de hacer limpieza en el barrio.

Y también es la historia de un revólver, que pasa de mano en mano sin que Adelardo sepa muy bien cómo y por qué ha llegado a las suyas. El azar. Tal vez. Quién sabe.

Fernando Mansilla, como un Leonard Cohen o un Nick Cave de la Alameda de Hércules, construye una novela negra cuyo trasfondo social es un homenaje a los parias de Sevilla, pero no es solo eso. Es una historia construida con pulso firme, con una trama que atrapa al lector y que contiene reflexiones para ser enmarcadas, ese tipo de verdades que duelen precisamente porque son verdades. Como puños. Matar Cabrones nos habla del estigma de ser pobre, de estar mentalmente enfermo, de ser diferente, de no tener nada, ni futuro ni esperanza.

Construida con pulso firme, con una trama que atrapa al lector y verdades como puños, #MatarCabrones nos habla del estigma de ser pobre, de estar mentalmente enfermo, de no tener ni futuro ni esperanza @LibrosBarrett @jacksshadows. Clic para tuitear

En mi opinión, Matar Cabrones debería cosechar más de un galardón literario, por muchos motivos, pero fundamentalmente porque tiene calidad y elementos sobrados para ser considerada una de las mejores novelas negras que servidor ha leído en mucho tiempo.

Háganme caso, compren y lean Matar Cabrones. Es el mejor homenaje que podemos hacerle a su autor, que allá donde esté sepa que aquí abajo le agradecemos enormemente que nos dejase esta maravilla en el cajón. Va por ti, Fernando.

Compren y lean #MatarCabrones. Es el mejor homenaje a su autor, que allá donde esté sepa que aquí abajo le agradecemos enormemente que nos dejase esta maravilla en el cajón. Va por ti, Fernando. @LibrosBarrett @jacksshadows. Clic para tuitear

 

Matar Cabrones, de Fernando Mansilla: Va por ti, Fernando

 

 

Matar Cabrones

Fernando Mansilla

Editorial Barret

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Reseña de Salva Alemany

Montaje de la portada David De la Torre

 

 

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