No digas nada, pero Jon, cómo pretendes que guarde silencio si ya solo con la primera página tengo para un monográfico… Solo diré que forman parte del cuadro, un burro, una motosierra y mucha, mucha sangre…

Cómo estaría ya el pobre Touré, para que Arretxe haya decidido enviarlo a un pueblito a descansar, lo que no se imaginaba, seguro, es lo que ese idílico escenario le iba a deparar.

Imposible guardar silencio con la última #novela de @ArretxeJon, #NoDigasNada @ereinargi, una nueva aventura de Touré, esta vez en un pueblo perdido del Pirineo navarro. #RuralNoir #NovelaNegraVasca. #EuskalHerria, ven y léela. Clic para tuitear

Para quien no lo conozca, Touré, es un fornido burkinés llegado en patera a nuestro país, afincado finalmente en el marginal barrio Bilbaíno de San Francisco, y superviviente, gracias al desarrollo de una abigarrada colección de oficios tales como… adivino, detective, gigoló, figurante de ópera, toro de fuego, cabezudo de fiestas…

Esta es la sexta entrega, una vez más de la mano de la editorial Erein, con la que nos hace partícipe de sus aventuras. Todo comenzó con 19 cámaras, después vinieron, 619€, Sombras de la nada, Juegos de cloaca, Piel de topo, hasta llegar a la que hoy nos ocupa, No digas nada.

La persecución y extorsión a la que estaba sometido por parte de la policía, hace que nuestro protagonista, cambie el conocido y bullicioso ambiente cosmopolita, por un supuesto paraje sereno y bucólico llamado Orbe, en los Pirineos Navarros.

Como me pasó con su anterior novela La banda de Arruti, con No digas nada me cuesta mucho también hacer un resumen sin desvelar algún dato crucial de la trama, pero lo voy a intentar.

Touré trabaja como «ayudante-esclavo» en la quesería de un pastor viejo y miserable llamado Julián, es decir, que le tiene haciendo de todo casi por la voluntad y tratándole como una basura.

No será el sueldo del pastor lo que le llena el estómago al protagonista sino el ingenio, cosas que consigue de aquí y allá, provistas por la naturaleza, y finalmente siempre compartidas con su compañero de fatigas, Adama, senegalés bajito de apariencia frágil pero más duro que una roca.

Touré descubrirá pronto que no solo en la ciudad hay reyertas vecinales, incluso en las bordas de un apacible valle rodeado de frondosos hayedos, pueden crecer fuertes las malas hierbas de la envidia y el odio.

#Touré descubrirá que no solo en la ciudad hay reyertas vecinales, incluso en las bordas de un apacible valle pueden crecer fuertes las malas hierbas de la envidia y el odio. @ArretxeJon @ereinargi #RuralNoir. Clic para tuitear

Los acontecimientos se precipitan en el momento que Tomás, ganadero poseedor de la mayor vacada del lugar, encarga a Touré que investigue la muerte del burrito mencionado tristemente al principio de la reseña.

Cuando nuestro peculiar detective empieza a tirar del hilo, no solo descubre que es muy largo, sino increíblemente intrincado, y con cada desenredo se ve inmerso en una vuelta de tuerca más.

Cada nudo que deshace, tiene nombre y apellidos, y viene con un bagaje existencial a ocultar, con más recorrido que el baúl de la Piquer en sus tiempos mozos.

Mientras bucea por el mar de dudas en el que se encuentra sumergido, y se hace con algún que otro cangrejo que llevarse a la boca, Touré se dará cuenta a la fuerza de que en los pueblos, sin necesidad de cámaras de seguridad, se encontrará más vigilado de lo que lo ha estado nunca en la gran ciudad.

En este punto suelo hacer siempre un resumen de los protagonistas más destacados de la novela, pero con No digas nada, al ser un rural noir, me voy a centrar en la fauna Orbetarra.

El protagonista indiscutible es el Burro del ciclópeo Tomás.

En segundo lugar, pero podría decirse que al mismo nivel de incidencia en el devenir de los terribles acontecimientos, son las Ovejas Latxas de Julián.

Y por abreviar, enumeraré de pasada el resto de silvestres habitantes, a saber: un guardián Pastor vasco de unos cien kilos, unos denostados Corderitos judíos, y algún que otro artrópodo crustáceo del orden de los decápodos se deja ver también…

Como reflexión final, diré que en No digas nada, Touré toma consciencia  de que la suerte, en la mano de cartas que le ha repartido la vida, seguirá siendo la misma por mucho que cambie el asiento donde juegue la partida. Y que en el primer mundo, un tipo que lo único que quiere es ser feliz sin hacer daño a nadie, se acuesta con hambre un día sí y otro también, sin pegar ojo, mientras que desalmados sin escrúpulos lo hacen con la panza llena y a pierna suelta.

Por desgracia, y por mucho que se quiera enmascarar, el estatus social sigue siendo baremo de respetabilidad, y el aspecto físico, carta de presentación y motivo de criba en el departamento de recursos humanos de la vida.

En definitiva, Touré, tendrá que hacer balance de su situación pasada, y actual, para que la futura, como mínimo, le proporcione algo más de aire que respirar.

 

No digas nada, de Jon Arretxe. Imposible guardar silencio

 

 

No digas nada

Jon Arretxe

Editorial Erein

Cosecha roja

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Reseña de Eduardo S. Petite

Diseño de portada de la reseña: David de la Torre