Las llaman bonnes, apenas han cumplido trece años. Sus ojos reflejan la inocencia perdida. Todo parece reducirse a una realidad que se ha ocupado de robarles cualquier ilusión, cualquier atisbo de futuro. Son cenicientas de un cuento convertido en pesadilla, vírgenes de pies descalzos y mirada fuerte. Sometidas a horarios ilimitados, las niñas bonnes trabajan sin descanso de lunes a domingo por menos de quince euros mensuales.

Podría nombrar a todas y cada una de las ciudades de África Occidental donde se producen abusos a menores. Mauritania y Bamako, la capital de Malí, son ejemplo vivo de esta práctica innoble donde un número considerable de bonnes trabajan como empleadas de servicio doméstico. Reciben golpes, castigos y vejaciones continuas que en la mayoría de los casos acaban en violación. En más de una circunstancia cuando los patrones no pueden hacer frente al pago del sueldo, las acusan de falsos robos denunciándolas ante la justicia. Son llevadas al Tribunal y metidas en la cárcel, sin ningún tipo de contemplación. Desamparadas por leyes que no están hechas a su medida, no hallan la manera de vislumbrar el futuro esperanzador que cualquier niña merece.

Son las #bonnes, niñas esclavas de Bamako que trabajan sin descanso por 15 € mensuales. Clic para tuitear

Las pequeñas bonnes proceden de zonas rurales donde la posibilidad de prosperar es mínima. Sus progenitores, normalmente sin recursos, las envían a la ciudad para trabajar. De esta manera cooperan de forma activa con la economía familiar, además, tendrán una boca menos que alimentar. Padres empobrecidos, analfabetos, desconocedores del infierno que les espera a sus hijas; cómplices, sin saberlo, de la trasformación de estas niñas en objetos a utilizar por parte del patrón.

Las bonnes preparan el desayuno, hacen la compra, barren el soportal, el patio, el salón, las habitaciones. Cuidan de los niños, mayores o menores que ellas. Por la noche se tumban en cualquier esquina del porche, sin colchón, sin nada que las proteja de las inclemencias del tiempo… como animales. Incluso son objeto de violaciones individuales o colectivas por parte de los miembros masculinos de la casa. Y al día siguiente, vuelta a empezar.

Educación, familia. Derecho a la identidad, a la salud, a la protección. Cualquier ser humano ha de disfrutar de estas bases fundamentales como pieza de un círculo de tono legal donde poder vivir en paz, sin embargo, para estas niñas nada de lo citado es posible.

Mariem Bâ tiene diez años. El pelo lleno de trenzas, una sonrisa blanca e inocente que invita a comprender que no todo está perdido. Cuando le preguntan sobre los juegos, la escuela, los compañeros o las tardes de verano en el río, su única respuesta es un silencio interminable acompañado de alguna que otra lágrima. A Mariem no le es permitido disfrutar de su infancia como cualquier niña. Puede que haya sido violada por su patrón e incluso por algún miembro de su propia familia. Puede que nunca tenga la oportunidad de ir a la escuela, de comerse un helado, de saltar a la cuerda con sus amigas.

Felicitamos a @Tierradehombres por la labor que realiza con estas niñas. #bonnes Clic para tuitear

La Fundación Tierra de Hombres de Mauritania trabaja desde el  2011 junto a la Asociación Mujeres Cabeza de Familia con el apoyo de UNICEF para la protección y reinserción de las pequeñas bonnes, víctimas inocentes sometidas a reiteradas muestras de violencia y maltrato. Su misión consiste en encontrar a las niñas, rescatarlas, proporcionarles comida, derecho a asistencia médica, alfabetización, etc. Registrándolas de manera oficial ya que muchas de ellas no fueron inscritas al nacer. Desde su creación, Tierra de Hombres ha rescatado a miles de bonnes, casi todas ellas menores de catorce años. Hasta el momento, afirman haber reinsertado a más del cuarenta por ciento de ellas.

Yafoula

Aminata,

Fatima,

Aicha,

Salka,

Aminetou,

Hawa,

Lalla,

Khadijetou…

 

Tráiler de Barakeden, les petites bonnes de Bamako. Un documental de Adeline Gonin

Cenicientas, pequeñas princesas en un mundo impregnado en odio y antipatía por el simple hecho de haber nacido mujer. Crecen a marchas forzadas, sin tiempo para juegos ni mañanas de recreo. Ayudan a sus madres (casi siempre viudas) en el sustento de la casa. Lo harán siempre y cuando cobren el sueldo y no sean acusadas de robar. La mayoría de ellas no llegarán a conocer otra clase de vida. La falta total de infraestructuras, el bajo nivel de escolarización, la pobreza, el hambre y la fuerza que sin ninguna duda ejerce el sistema patriarcal en la cultura de África Occidental, son los principales motivos que las empujan a trabajar como bonnes en la ciudad.

Cuando no las necesitan, las denuncian por falsos robos. Las niñas #bonnes de Bamako. Clic para tuitear

Todavía hoy se desconoce la cantidad de criaturas que trabajan como esclavas en África. Nueve de cada diez familias cuentan con una o dos niñas como empleadas de servicio doméstico. Sin duda, un problema de complicada solución.

Pero yo me quedo con sus sonrisas, con su bolígrafo a media tinta y su pizarra llena de números. Me quedo con la ayuda impecable de las Instituciones encargadas de atajar esta lacra. Con el pelo color azabache de Mariem, con las manos llenas de esperanza de Aminata. Me quedo con ellas y sus ganas de vivir en un mundo donde la única preocupación sea la de aprender y jugar…

Un poco más

Ella llora que no quiere y no parece que vaya a terminar

pero ella tiene que permanecer serena,

ella necesita tener la cabeza más clara

esperando que el día termine.

Sitawa Wafula (Kenia)

 

Un artículo de Pilar Molina García

Foto de portada por Michael Mims en Unsplash