Por mi gran culpa, de Raúl Ariza (Benicassim, 1968) se alzó el pasado octubre con el XXIV Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe, lo que supone una grata sorpresa al no ser Ariza un autor que se haya prodigado en la escritura de género negro. De hecho, es su primera novela negra como tal.

Que Raúl Ariza es un gran escritor ya pude comprobarlo en su anterior obra Antes. Entonces. Nunca que supuso el descubrimiento de un fabuloso narrador que además entregaba una obra original que se alejaba de caminos trillados y lugares comunes.

No suelo leer las contraportadas de las novelas. Tampoco lo hice en el caso de Por mi gran culpa, cosa de la que me alegro enormemente, ya que nos desvela algo con lo que, me temo, el autor pretende jugar a lo largo de toda la novela. Y el juego queda amañado desde la primera página cuando leemos en esa contraportada que el protagonista y narrador es ni más ni menos que Dios.

Por mi gran culpa, primera #novelanegra de @rauariza, distinguida con el XXIV Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe. Reseña: @jacksshadows. @EditorialEdaf. Clic para tuitear

Admito que es una apuesta difícil, arriesgada, casi suicida. Dios como protagonista de Por mi gran culpa. Sí recuerdo precedentes con el diablo como protagonista —tal vez sea El Maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov el más conocido—, pero no con el Creador en persona.

Al no haber leído la contraportada antes que la novela, es un dato que ha formado parte del suspense de Por mi gran culpa, algo que confiere al personaje de J un halo de misterio que se pierde si se tiene la información de antemano. Sea como fuere, ya que la editorial ha decidido desvelar ese dato —imagino que con el visto bueno del autor—, me permito hacerlo en esta reseña, pese a que me parece una equivocación. En mi ignorante lectura en ocasiones jugaba a imaginar al protagonista como un ángel de la guarda —lo que me llevaba inevitablemente a Cielo sobre Berlín, la maravillosa cinta de Wenders—, una idea que se me hacía mucho más sugerente. Me resulta más fácil imaginar ángeles imperfectos que a un Dios temeroso del diablo, melindroso y casi pusilánime.

Como decía más arriba, la apuesta es arriesgada. En literatura se habla de un tipo de narrador omnisciente, que es aquel que conoce todos los detalles de la historia, sus personajes, su forma de pensar y de actuar, capaz de justificar todas las acciones. En Por mi gran culpa, Ariza consigue el narrador omnisciente total en primera persona, nada menos que Dios. Tal vez por ello algunos detalles de la historia resultan difíciles de asimilar en el desenlace de la misma.

En Por mi gran culpa, @rauariza consigue el narrador omnisciente total en primera persona, nada menos que Dios. Tal vez por ello algunos detalles de la historia resultan difíciles de asimilar en el desenlace. @jacksshadows. Clic para tuitear

La trama, de la que no les hablaré para no arruinar el disfrute al lector, funciona perfectamente sin la presencia de ese Dios, es más, uno tiende a pensar que no era necesario, pues tiene el suficiente interés y está lo bastante bien escrita —no en vano Ariza es un magnífico hacedor de historias— como para prescindir de ese arriesgado artificio. Máxime porque para que la historia funcione es preciso humanizar a Dios, hacerlo mortal —verlo empuñar una pistola ante el diablo es una escena ciertamente bizarra—, pecador, débil, vulnerable, y ahí es donde el lector puede sentirse algo perdido. Pero también es una visión interesante, la de un Dios que se preocupa en exceso de las mujeres, desatendiendo a unas sobre otras, convertido así en un ser torturado por su propia incapacidad de conseguir sus objetivos. En las escenas en las que lo vemos junto al diablo, aparece como alguien temeroso, sabedor de su derrota, incapaz de mostrar ira o determinación. Un Dios caído.

Magnífico hacedor de historias, @rauariza nos presenta como protagonista a Dios, un Dios Caído, un ser humanizado, sabedor de su derrota. Por mi gran culpa, una #novelanegra diferente. @EditorialEdaf. @jacksshadows. Clic para tuitear

Por mi gran culpa tiene la virtud de ser una novela diferente, y eso ya es de agradecer. Y si además viene avalada por un premio que otorgan nombres como Lorenzo Silva, Fernando Marías o Marcelo Luján, pues no tengo nada más que añadir, Señoría.

Por mi gran culpa, de Raúl Ariza. Editorial Edaf, 2020.

Por mi gran culpa

Raúl Ariza

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Reseña de Salva Alemany

Montaje de la portada David De la Torre

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