La adicta en recuperación Rue (Zendaya) baila en la calle, con los brazos abiertos, junto a un coro góspel y una banda de música. Lo hace en medio del dolor, el asombro y el delirio, luego de Euphoria: «Siente algo»consumir cocaína y que Jules (Hunter Schafer) decidiera abandonarla. Al final, su cuerpo flota sobre una multitud de desconocidos, como si su mente se desintegrara en medio del coro de voces y la música que la rodea. Entonces Rue canta «Espero que uno de ustedes regrese para recordarme quién era cuando desaparezca en esta buena noche». La cámara la capta por un único instante, cristalina, lejana y frágil, antes del último fundido a negro de la primera temporada de la serie. ¿Acaba de morir el personaje de Zendaya? ¿Se trata de una segunda sobredosis que la devolverá al inicio de todo su lento y doloroso trayecto hacia la redención?

Tanto en la pantalla grande como en la chica, la adolescencia suele ser idealizada o demonizada, según la mirada de turno acerca de esos cruciales años previos a la adultez. Desde la versión de jóvenes que deben lidiar con todo tipo de sufrimientos emocionales hasta la estereotipada imagen del asombro por esos primeros cambios, no parece ser muy sencillo profundizar en esa etapa inclasificable, violenta y radiante. Pero la serie Euphoria (Sam Levinson HBO) no sólo lo hace con una especial crudeza y sensibilidad, sino también, con una asombrosa habilidad para descifrar los códigos modernos de la juventud y el autodescubrimiento. Con su aire provocador, posmodernista y brillante ejecución de una historia compleja, la serie reescribe la noción de la fragilidad de la primera madurez intelectual con enorme habilidad.

Crítica de la #serie más polémica, @euphoriaHBO, un reflejo de la juventud actual a través de una historia compleja y brillante. Sam Levinson vuelve a profundizar en una generación influida por #Internet. @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Pero Euphoria también es un reflejo incisivo de la soledad moderna, el desarraigo y el sufrimiento emocional. Desde el vívido retrato del amor, el dolor y la lujuria de una generación educada por internet y bajo la percepción del mundo como una imagen borrosa de una realidad escindida, hasta la forma en que desmenuza el estilo de vida de millones de jóvenes anónimos bajo todo tipo de máscaras, Euphoria es un tributo a toda la atolondrada potencia de la juventud. Con su estilo visual asombroso, sus claras referencias en el cine de autor y la capacidad para aglutinar en un inteligente guion todo tipo de reflexiones sobre el sexo, el miedo, la cultura de la violación, la concepción sobre el género y otros tantos temas tendencias en la actualidad, la serie de HBO explora desde la periferia y con destreza un mundo recién nacido basado en la concepción del asombro. 

El radiante dolor de la juventud: ¿Por qué la serie Euphoria se convirtió en un hito del género juvenil?

Sin duda, uno de los mayores aciertos de la serie es su crudeza explícita, que ha levantado revuelo y polémica por su cualidad casi pornográfica. Desnudos frontales tanto femeninos como masculinos (en especial estos últimos), escenas de sexo filmadas con una dureza inquietante, la capacidad de mostrar sin adornos la adicción, los abortos, la violencia sexual y el acoso, Euphoria contempla la percepción sobre la identidad que apenas comienza a construirse con cierto desamparo cínico. Ninguno de los adolescentes es feliz, tampoco aspira a serlo. Son sobrevivientes que atraviesan todo tipo de procesos emocionales a carne viva, sin la posibilidad del matiz o el consuelo de la maravilla. La juventud en Euphoria es un tránsito al miedo, la angustia y por momentos, a la pasión con tintes de un retorcido erotismo difícil de definir. No hay una forma sencilla de analizar la deformidad moral de una época desconcertada por su propio poder: para la serie, la adolescencia es una evolución a marchas forzadas en medio de la oscuridad, sin percepción ideal o concreta acerca del futuro.

Uno de los mayores aciertos de @euphoriaHBO es su crudeza explícita. Ninguno de los adolescentes es feliz, tampoco aspira a serlo. Son sobrevivientes que atraviesan todo tipo de procesos emocionales a carne viva. @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

La agitación adolescente se beneficia de la seductora calidad visual de la serie, construida desde la convicción de la belleza onírica, levemente surreal y también fragmentada en cientos de aristas imposibles de unir entre sí. Los personajes se drogan, tienen sexo, pelean y se entregan a ensoñaciones pesimistas en medio de colores radiantes y movimientos de cámara que ponen el acento en la posibilidad de elevar la metáfora más allá del estereotipo. Las disecciones de la desordenada travesía en la búsqueda de la felicidad, es también una pulcra concepción sobre lo moral, lo fatídico y lo voluptuoso. Hay una cuidadosa necesidad de mostrar el abandono imprudente de todas las primeras veces: de las historias que comienzan a través de una pulsión intrépida que convierte los personajes en pioneros de su propia historia. Pero más allá de su aire desenfadado, Euphoria también es terriblemente oscura y violenta. La combinación entre ambas cosas crea una versión de la juventud consumible pero también inquietante. 

El radiante dolor de la juventud: ¿Por qué la serie Euphoria se convirtió en un hito del género juvenil? 2

A la serie se le critica por «glamorizar» el uso de drogas, trastornos psiquiátricos, el abuso sexual y la masculinidad tóxica. Pero ¿cómo se exploran ideas semejantes desde el contexto de una audiencia que creció frente a la cámara de su teléfono móvil y cuya vida es una gran conversación digital? ¿Cómo se capta la atención de jóvenes que pueden acceder a todo tipo de pornografía con una facilidad inmediata? La generación que retrata Euphoria perdió la inocencia hace mucho tiempo y lo hizo, justo desde la perspectiva en que los muestra la serie.

La Rue de Zendaya es el centro motor de la historia y la sostiene con una mirada durísima sobre la pérdida, el horror y la angustia existencia. La forma en que la serie plantea la adicción del personaje — y también su concepción sobre la influencia en la percepción del mundo — es de capital importancia para comprender el lenguaje, tanto seminal como visual de la historia. La cámara de Sam Levinson mira con ojo directo las pastillas, líneas de cocaína y también, la posibilidad de la tentación que persigue a Rue allí a dónde va. La mirada subjetiva de la serie siempre está en movimiento, va y viene entre la vida de los personajes, sus secretos y penurias. Sus tomas largas y movedizas tienen el efecto de una rara elección estilística que dota a la serie de una personalidad profunda y singular.

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En Euphoria no hay buenos o malos: en realidad, los matices sobre las virtudes y defectos de sus personajes se mezclan en una peculiar combinación de interpretaciones sobre la individualidad. Lo profano, lo banal, lo profundo y lo superficial se mezclan en una compleja resolución de gravedad dramática. Nervioso y fresco, el lenguaje visual y conceptual de Euphoria es tan complejo que lleva esfuerzos digerirlo con facilidad. No pontifica, tampoco sermonea. Al ritmo vertiginoso de la sangre en las venas de sus protagonistas, narra una historia mínima, desconocida y perturbadora que cualquier adolescente de nuestra época reconocerá, ocultará y agradecerá. Y ese, quizás, es su mayor logro.

Nervioso y fresco, el lenguaje visual y conceptual de #Euphoria es tan complejo que lleva esfuerzos digerirlo con facilidad. No pontifica, tampoco sermonea.@Aglaia_Berlutti analiza la #serie más polémica de HBO. Clic para tuitear

 

Un artículo de Aglaia Berlutti