Prenez soin de vous (Cuídese mucho). Sophie Calle

Cuidémonos, somos 108

Un gesto humano como el de enseñarle a un amigo un mensaje de ruptura que no estamos seguros de haber entendido. Compartir unas líneas de texto que no sabemos cómo interpretar y a las que no podemos dar una respuesta que sea buena, correcta, necesaria. En definitiva, unas ganas incontrolables de saber por qué, cómo y… ¡¿en serio?! Sin esas explicaciones es como si las primeras reacciones no contaran; como si todo lo que pasa por la cabeza fuera provisional, a la espera de tener suficiente información para pasar página, enfadarnos o perdonarnos…

Así imagino a Sophie Calle al recibir el correo detonante de la instalación Prenez soin de vous, una de las presentadas en la exposición Modus vivendi, en el Palau de la Virreina, en Barcelona. Sophie Calle recibe un mail de despedida de su pareja en el que la trata de usted, reconoce haberle sido infiel a pesar de haberle prometido no serlo y que, puesto que esta situación no puede evitarla aun sabiendo que el amor que tienen el uno por el otro es profundo e inusual, prefiere serle sincero, esperando su perdón y su amistad. Un correo difícil de resumir y de transcribir cuyas últimas palabras son: prenez soin de vous, que da título a la instalación.

Ante esta dificultad, y situando sus emociones en la antesala de las reacciones precipitadas, Sophie Calle decide seguir el consejo de su ahora expareja: cuidarse. Para ello envía a 107 mujeres el texto. Cantante, actriz, poeta, payasa, psiquiatra, grafóloga, psicoanalista, bailarina, lingüista, abogada, correctora, traductora, escritora, tiradora al blanco, jugadora de ajedrez, economista, una niña… todas ellas abordan e interpretan el texto según sus competencias y devuelven a la artista sus respuestas. Ponen así a su disposición todo tipo de formatos y un amplio abanico de interpretaciones que pueden pasar del juicio o del prejuicio, el movimiento, la performance, hasta la objetividad más científica y analítica.

La exposición es un muestreo completo y cuidadoso de esas 107 reacciones: 107 vídeos mostrando a cada mujer leyendo o interpretando el correo, 107 marcos con una imagen y la respuesta en la que se ha materializado el proceso de reflexión o recreación de cada una. Si bien la artista reconoce que esta acción la ayudó a superar la ruptura, es muy clara al afirmar que el objetivo era la obra, la exposición.

El trabajo de Sophie Calle parte de su propia vida, de su intimidad, de la relación establecida con los otros, de su incomprensión o curiosidad ante lo desconocido y de lo extraño que uno encuentra en lo que se supone que es familiar. El aspecto terapéutico, como el de toda escritura o forma de creación, es un efecto colateral. De ser la meta única y principal, la instalación no sería un dispositivo sólido y consistente que propina al espectador con un relato de tempos variados; las emociones no transpirarían en lo legible sino que estarían explicadas; las razones no serían propuestas sino impuestas y finitas. Sin embargo, Sophie Calle, con lo visual y lo textual compartiendo espacio, invita a un paseo por una red de mundos posibles que aleja al espectador del cotilleo y la autocomplacencia y lo convierte en lector cómplice de la acción participativa. Sin que nadie le exija nada, podría convertirse en el 108º, un personaje privilegiado por ser casi, casi omnisciente.

Aunque Prenez soin de vous se presentó en la Bienal de Venecia en 2007, fue en 2008 cuando tuve la ocasión de visitarla por primera vez en la Bibliothèque Nationale de France (en Richelieu), París. Actualmente, hasta el 7 de junio en el Palau de la Virreina, en Barcelona, tenéis la ocasión de verla en una amplia retrospectiva: Modus vivendi, comisariada por Agustín Pérez Rubio. La exposición es una cuidada muestra de los trabajos más emblemáticos de la artista francesa, prueba de que la frontera entre vida, arte y escritura es pura ficción.

Vean, lean y, ya sea en una biblioteca o en un centro de artes visuales, cuídense (mucho).

Irene Pomar

Prenez soin de vous (Transcripción de la carta)

“Sophie.

Llevo un rato queriendo escribir y contestar a su último e-mail. Al mismo tiempo me parecía mejor hablar con usted y decirle lo que tengo que decir de viva voz. Por lo menos, esto quedará ya escrito.

Como ya sabe, últimamente me he sentido mal, como si ya no fuese yo mismo en mi propia existencia. Una  especie de angustia terrible contra la que poco puedo hacer, salvo intentar salir adelante como siempre he hecho.

Cuando nos conocimos, puso una condición, no convertirse en la “cuarta”. He respetado el compromiso: ya hace meses que dejé de ver a las “otras”, puesto que no había manera de seguir frecuentándolas sin convertirla a usted en una de ellas.

Prenez soin de vous.  Cuidémonos. Somos 108. Sophie Calle.

Prenez soin de vous. Cuidémonos. Somos 108. Sophie Calle.

Creía que eso sería bastante, creía que el quererla yo y el quererme usted bastaría para que la angustia que me empuja siempre a buscar en otros lugares y me impide por siempre jamás estar tranquilo y ser simplemente  feliz y “generoso” se calmase con su presencia y con la certeza de que el amor que me aportaba era lo más beneficioso para mí. Lo mas beneficioso que haya conocido jamás. Pensé que escribir pondría remedio, disuadiría mi “intranquilidad” y me permitiría ir a su encuentro. Pero no. Me siento aún peor. No puedo ni decirle en qué estado me encuentro. Así, esta semana, empecé de nuevo a llamar a las “otras”. Sé lo que eso significa para mí y a que ciclo me arrastrará. No le he mentido nunca y no estoy dispuesto a hacerlo hoy. Al principio de nuestra relación,  usted me puso otra regla: que el día que dejásemos de ser amantes, no  se plantearía volver a verme. Sabe hasta qué punto esta condición me parece injusta y desastrosa (puesto que sigue viendo a B y R) y comprensible (evidentemente…), de modo que no podría nunca convertirme en amigo suyo.

Pero hoy,  el hecho de que acepte plegarme a su voluntad,  a pesar de que echaré terriblemente en falta verla, hablar con usted, aprehender su visión de las cosas y de los seres y su dulzura para conmigo da cuenta de la importancia de la decisión que tomo.

Pase lo que pase, tenga presente que jamás dejaré de amarla de ese modo que me es propio como lo hice desde que la conocí, un modo que seguirá vivo en mí y, estoy seguro, no morirá.

Pero hoy, sería la peor de las farsas tratar de prolongar una situación que,  lo sabe tan bien como yo, ya no  tiene remedio por respeto al amor que le tengo y al amor que me tiene y que me obliga a ser franco con usted, como un  último tributo a lo que compartimos y que será, por siempre, algo único.

Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo.

Cuídese mucho.”