Prostitución y arte

Apuntes sobre una fórmula con encanto

A lo largo de los siglos, la prostitución ha puesto en jaque a reglamentaristas, abolicionistas, puritanos y, aparentemente, a cualquiera cuya única finalidad era la de desvelar el «misterioso encanto» que este peculiar mundo encierra. Autores de todas las épocas sintieron la irremediable atracción de explorar sin tapujos la vida más o menos «alegre» de las flores del mal.

Por supuesto, no pretendo introducirme en un debate para dar respuesta a este viejo problema. Entre represión y tolerancia elijo la armonía. Entre juzgar o entender elijo la belleza que con impecable maestría trasmitieron las manos de innumerables artistas. La prostitución no es un fenómeno estático, sino que varía en función del progreso y las personas. Los cambios económicos y sociales influyen de manera directa en el beneplácito o la negativa de querer aceptar la existencia de mujeres dedicadas al oficio más antiguo del mundo.

¿Qué es la belleza según los ojos del artista? Tal vez la ascensión a purificados paraísos de los que tanto nos habló Dante a través de su poesía.

La prostitución a través del arte y la literatura

Michelangelo da Caravaggio utilizó como modelos a hombres de pueblo y prostitutas, recordemos que la mayoría de sus cuadros eran de temática religiosa, lo que causó gran controversia.

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Marta y María Magdalena de Caravaggio

Tres siglos después, los impresionistas franceses buscaron plasmar la vida burguesa y los barrios empobrecidos de París con la prostitución como tema estrella. Probablemente a estas reinas sin corona les debamos la revolución artística de aquellos años.

Manet encontró su «El Dorado» a través del cuerpo de Olympia, una prostituta parisina que posó para él en una escena de íntima sensualidad. Obra plagada de connotaciones simbólicas, de múltiples detalles sexuales como, por ejemplo, la orquídea (flor con poderes afrodisíacos) que la modelo sostiene en sus cabellos. El cuadro trajo consigo un sinfín de protestas por considerarse irrespetuoso, no pudo exponerse hasta dos años después de haber sido pintado. La modelo en cuestión posa desafiante, segura de sí misma, firme y sin ningún atisbo de vergüenza.

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Olympia de Manet

Un amplio material documental permite traer a nuestra memoria el estatuto ambivalente de la prostitución, el brillo inagotable de las cortesanas o la miseria más realista de las prostitutas callejeras. Somos capaces de reconstruir la forma en que los artistas buscaron nuevas visiones pictórico-literarias para representar su realidad y fantasía.

Toulouse-Lautrec, pintor y cartelista francés, destacó por la representación de la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX. Habitual de los prostíbulos parisienses, pintaba a sus atractivas inquilinas mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o esperaban una inspección médica. Este universo de vicio y extravagancia fue como un refugio para Lautrec, claramente rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Noches íntimas entre dos mujeres, escenas de amor en alcobas aparte, borrachos, ancianas esperando las atenciones de algún hombre ilusionado, todo ello envuelto en la casi mágica sensibilidad del pintor.

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Au Salon de la Rue des Moulins de Toulouse-Lautrec

¿Quién no recuerda las Cortesanas al borde del Sena de Gustave Courbert? ¿Quién no se ha quedado embobado contemplando Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso? ¿Quién en su sano juicio no reconoce la maestría del cuadro Amor y dolor más conocido como El vampiro de Edvard Munch? Artistas que «utilizaron», a cambio de algunas monedas, a mujeres con historia. Prostitución, arte y respeto en estado puro.

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Cortesanas al borde del Sena de Gustave Courbert

Aprovecho la ocasión para suscribir totalmente la frase pronunciada por la comisaria Isolde Pludermacher del Museo de Orsay de París en 2015 durante la gran muestra que se dedicó a la prostitución decimonónica, Esplendores y miserias. Imágenes de la prostitución, 1850-1910:

La prostituta ha sido un personaje ignorado por la historia del arte, pese a haber sido una figura central de la pintura del siglo XIX. Existió entonces una identificación entre el artista y la meretriz, fruto de su apego por la vida bohemia.

La prostituta ha sido un personaje ignorado por la historia del arte, pese a haber sido una figura central de la pintura del siglo XIX. Isolde Pludermacher. Clic para tuitear

Pero si tuviese que decantarme por algún artista en concreto, la balanza se inclinaría por el poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés Charles Baudelaire. Las flores del mal, considerada por los expertos como la obra máxima del autor es un claro ejemplo de maestría literaria. Para algunos la obra de Baudelaire fue la síntesis del romanticismo, para otros, la clara fundadora de una nueva época literaria: el simbolismo. Bajo la piel de las prostitutas, Baudelaire encontró la trampa y el consuelo; la idea de una belleza que se convertiría en opio para su corazón.

… las postreras monedas que posee el jugador,
La lujuria de un beso de la flaca Adeline,
El sonar de una música que acaricia y que aquieta
Como el grito lejano del dolor de los hombres…

Pintada, esculpida, filmada o escrita, la prostitución se ha reflejado a través de los siglos en el arte. Una especie de poder sutil que va desde la degradación hasta el refugio de los amores más frustrados; desde la María Magdalena bíblica hasta la Memoria de mis putas tristes de García Márquez. Hablar de sexo y arte es fácil si lo que se pretende es mostrar al lector un punto de vista concreto basado en la provocación y el deseo. Todos nos hemos sentido fascinados en alguna ocasión por esta semilla fecunda, cómplice y cercana que trasforma la imagen de la prostitución en un bien soberano del arte.

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Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso

Pintada, esculpida, filmada o escrita, la #prostitución se ha reflejado a través de los siglos en el #arte. Una especie de poder sutil que va desde la degradación hasta el refugio de los amores más frustrados. Pilar Molina. Clic para tuitear

 

El taxista viaja de noche                                                                  

                                                                        Pero tan solo a mí, a través de edificios en llamas,

                                                                       me sacarán en andas las prostitutas como a esfinge sagrada

                                                                       y me mostrarán a Dios en su descargo.

Vladimir Maiakovski

Puedo esperar que suba la marea.
Entregar al fastidio lunes de resaca.
Perderme en bares de copas
a la salida del paraíso.
Puedo darte dos besos, uno por mejilla.

Ven cansada de buscar coartada,
he de moldear tu insomnio
en almohadas de plastilina.
Cantar valses para enamorados
mientras el taxista nos aplaude,
a las seis de la mañana.

Gustaría seguir con ojos entreabiertos,
esbozar poemas de ave y dueño
sobre el espejo que roba tu abanico.
Todo gustaría si a ti te gustasen como a mí
estas cosas del amor.

Pilar Molina