Selección natural

Autora: Amaia Villa

Editorial: Raspabook (2017)

Género: Poesía

Nº de páginas: 102

Prólogo: Itziar Mínguez Arnaiz

Amaia Villa

Amaia Villa, Portugalete (Vizcaya), es poeta y narradora. Forma parte del equipo de redacción de la Revista MoonMagazine y del Grupo Cultural Di-versos.

Su vocación son las palabras por lo que actualmente está estudiando Lengua y Literatura española en la UNED y profundiza su formación poética en el taller de la poeta Katy Parra.

Antologías y otros trabajos:

Los balcones de Santaclara, antología de relatos. Colección de marcapáginas «Pinceladas de poesía» de la que es diseñadora y autora de los poemas. Espejos de papel antología de poemas del grupo literario «Palabras indiscretas», como autora invitada. Y lo demás es silencio, antología de poemas publicada por Editorial Chiado. Contra. Poesía ante la represión, antología de poemas publicada por la «Coordinadora antirepresión de la región de Murcia».

Dos de sus poemas participaron en la Exposición Lunática de la pintora Nuria Velasco Vegas.

Selección natural es su primer libro que viene avalado por el premio José Antonio Ochaíta 2016.

Selección natural. «Me pido ser el beso»

Cuando conocí a Amaia Villa, apenas escribía sus primeros versos pero ¡ya era poeta! Porque, el poeta ¿nace o se hace? Nace, qué duda cabe; y Amaia nació poeta pero, también se hace y, desde entonces, han pasado algunos años y Amaia Villa ha aprendido a dar lustre literario a su sensibilidad; y su ojo, siempre avizor, ha alcanzado la destreza para poner el dardo en la llaga de a quienes llega su poesía.

Amaia Villa ha estructurado su libro en cinco partes y un epílogo. La primera parte de Selección natural, «Sin red», va precedida de una cita de Macrobio, escritor y gramático romano (S. IV d.C.) autor de Saturnalia, que dice así: «Todo aquello que se mueve en virtud de un impulso externo, carece de alma; en cambio, lo que posee alma se mueve gracias a su propio impulso». Y es ahí, justamente ahí, que el alma de Amaia Villa toma impulso en pos de la propia introspección, pero también de todo aquello ajeno a ella (aunque me pregunto si cualquier ser que nos rodea, inanimado o no, es ajeno al ser que lo contempla). Y es ahí donde Amaia Villa despliega sus palabras y te habla de tú para atrapar sin red, sin más utensilio que su voz a aquel que la lee o que la escucha.

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«Luces de emergencia» es la segunda parte de este libro. En ella la autora ama y desama, es o no es amada… pero en su poesía, no  menos dolorida que serena, Amaia refleja un conocimiento antiguo de la adversidad, la serenidad de quien resurge de las cenizas pese a no tener coartada, y afirma: Me quedé sin coartada masticando preguntas/ contra un campo de minas que antes era vergel/ y con un puto nudo corredizo/ en mitad de la aorta/ regurgité el pecado de quererte.

La tercera parte de Selección natural, «Medidas de seguridad», se me quedaría corta por apetecible si no fuera porque más adelante seguimos encontrando poemas que dimanan de la misma rebeldía. Cuatro poemas. En cuatro únicos poemas, asistimos a la demanda de la autora por la equiparación social. En uno de ellos confiesa: Soy una aprendiz eterna/ del más radical extremo respeto. No obstante, entendemos que ese respeto no alcanza a situaciones tales como el tráfico de influencias, las luchas por el poder o el desencanto electoral, en un último poema, que, pese a llevar más de dos años escrito, bien podría haber sido inspirado por acontecimientos mucho más recientes, lo que da idea de la universalidad de la palabra de Amaia Villa.

«Lluvia on de rock» es la rebelión de sí misma. Aunque comienza con versos que podrían indicar lo contrario: A veces da más miedo/ el borde de la felicidad/ que el filo de la navaja, dice, pero pronto descubres recomendaciones como esta: Canta más fuerte/ que hasta el más alto muro/ con ciertas notas tiembla. (Obsérvese aquí la doble interpretación que Villa adjudica a la palabra «ciertas» en la cual la intuyo lejos de la ambigüedad y más cerca de la certeza).

El poema ‘Codo a codo’ de «Poemas asimétricos» comienza así: Enseñémosle al poderoso/ que el agua/ gota a gota/ puede agrietar los muros. Amaia Villa pone, una vez más, de manifiesto el poder del «rey dinero» o se duele con la mujer sometida o con el mal uso de la libertad y, en definitiva, con la injusticia de la vida, dueña y señora que cambia los canales de la existencia como un telespectador inconstante y caprichoso.

Con versos sencillos, con lenguaje asequible, pero no exento de la filosofía de quien está acostumbrado a los embates de la marea de la existencia, Villa llega derechita al corazón utilizando a menudo el pronombre de segunda persona, ese tú-lector que enseguida se ve inmerso, partícipe y protagonista del decir de la poeta. Un lenguaje sin más lirismo que la ternura que germina en sus argumentos.

Después de leer el «Epílogo», único poema titulado ‘Efecto zapping’, un verso queda flotando en el ambiente: Ensayas equilibrios, porque eso es, en definitiva, lo que hacemos en este transitar por la existencia, y Amaia Villa lo sabe, pero como ella afirma en su poema ‘Juego de niños’:

—¿Qué te pides, ser el novio o la novia?

—Me pido ser el beso.

Amaia sabe elegir en su ternura. Yo, también me pido ser el beso. ¿Te gusta la idea?

#SelecciónNatural. @Raspabook. @villa_amaia «—¿Qué te pides, ser el novio o la novia? —Me pido ser el beso». #Poesía. #Reseña de @CarrascalMara Clic para tuitear

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Reseña de Antonia María Carrascal