Silencio, de Martin Scorsese

Título: Silencio.  Título original: Silence. Año: 2016. Dirección: Martin Scorsese.

Guion: Jay Cocks y Martin Scorsese, adaptando la novela Silencio de Shusaku Endo.

Música original: Kathryn Kluge y Kim Allen Kluge.

Montaje: Thelma Schoonmaker.

Dirección de fotografía: Rodrigo Prieto.

Reparto: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Yosuke Kubozuka, Tadanobu Asano, Issei Ogata, Shin`ya Tsukamoto, Ciarán Hinds.

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Si hubiera que decidir cuál es la película que, hasta la fecha, se había acercado con más brillantez al tema del “silencio de Dios”, la elección sería clara: Los comulgantes (1963) de Ingmar Bergman, 81 minutos de fascinante y sobrehumana densidad que constituyen uno de los retratos más certeros y profundos sobre la fe, la duda y la compasión por el prójimo que nunca jamás haya dado el séptimo arte.

Si decimos que la última película de Scorsese aborda la misma cuestión, podría parecer sorprendente. ¿Es que acaso tienen algo en común el realizador neoyorquino con el director sueco? Pues habría que decir que, al menos en lo que se refiere a la inquietud religiosa, ambos cineastas se hallan claramente emparentados y, sin atender a esa dimensión de sus respectivas obras, la comprensión de las mismas sería insuficiente.

En el caso de Martin Scorsese, sería excesivamente simple mencionar La última tentación de Cristo (1988) o Kundun (1997) porque, aunque estas películas son el antecedente directo de Silencio y son las obras donde la temática religiosa había aparecido de forma más explícita, no es menos verdad que buena parte de la filmografía del director italoamericano, con la colaboración del guionista Paul Schrader en numerosas ocasiones, late una honda preocupación moral donde los temas de la elección entre el bien y el mal, la culpa, la penitencia y la redención tienen un enorme peso específico. En las secuencia inicial de títulos de crédito de Casino, al compás de La Pasión según San Mateo de J. S. Bach, se resume perfectamente todo este universo de preocupaciones.

Desde Malas calles (1973), pasando por Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980), Jo, ¡qué noche! (1985), Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995), los personajes de sus films se enfrentan a la posibilidad de optar por caminos diferentes y, casi siempre, acaban eligiendo el de la violencia, la corrupción y el dolor, de modo que estas películas se acaban convirtiendo en la angustiada exploración de los motivos que llevan a esos personajes a elegir ese camino. Silencio supone ir un paso más allá en esa perspectiva para mostrar un tipo de héroe radicalmente distinto al mostrado hasta ahora en el cine de Scorsese: el que opta por el sacrificio personal frente a la afirmación pública de sus virtudes.

 Silencio, una muestra más de la maestría de Martin Scorsese. Reseña de cine de José Manuel Cruz.

Silencio narra la historia de dos sacerdotes jesuitas, el padre Rodrigues (Andrew Garfield) y el padre Garupe (Adam Driver), que viajan clandestinamente hasta Japón con el fin de conocer el destino del padre Ferreira (Liam Neeson), que ha sido víctima de la ola de represión contra el cristianismo que se ha desatado en aquel país. Ambos sacerdotes acabarán conociendo la precaria situación en que viven los cristianos en Japón y tendrán que eludir el acoso constante de las autoridades.

Una auténtica obra maestra que te mantendrá en vilo: #Silencio de #Scorsese @jmcruzbar Clic para tuitear

Ante un argumento tan distinto a los que Scorsese había trabajado hasta la fecha, el director neoyorquino opta por un tratamiento visual adaptado a la naturaleza de la historia, de forma que se dan la mano los homenajes al cine japonés (especialmente a Kurosawa, con una escena inicial que recuerda a la de Trono de sangre -1957- y otra, con los protagonistas escondidos entre los juncos, que remite directamente al comienzo de Yojimbo -1961-) con un ritmo y una puesta en escena que recuerda en muchos momentos a los grandes clásicos de David Lean (especialmente, El puente sobre el río Kwai -1957- y Lawrence de Arabia -1962-). El film se beneficia de las magníficas interpretaciones de Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Yosuke Kubozuka e Issei Ogata y de los trabajos de esos dos grandes colaboradores de Scorsese que son la montadora Thelma Schoonmaker y el director de fotografía Rodrigo Prieto.

Película sorprendentemente sobria y contenida pero vibrante en muchos momentos, Silencio supone una muestra más de la maestría de Scorsese y de la versatilidad de su talento. Con independencia de las creencias religiosas que pueda tener el espectador, Silencio acaba siendo una apelación a la libertad y a la defensa del derecho de cada individuo de mantener sus convicciones personales frente a las imposiciones de un poder autoritario. Lejos de la tentación de caer en la grandilocuencia, Scorsese sabe elaborar este discurso desde la sencillez y la serenidad que otorgan una esplendorosa madurez.

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Nota (de 0 a 10): 9.

Lo que más me gustó: El que Scorsese haya sabido cambiar su estilo para adaptarlo a una película radicalmente diferente a todas las que había realizado hasta la fecha.

Lo que menos me gustó: Cuando el personaje de Liam Neeson se encuentra con el que interpreta Andrew Garfield, habla más como un profesor de Harvard o Princeton del siglo XXI que como un religioso del siglo XVII.

 

Crítica de José Manuel Cruz