La docuserie Surviving Death de Ricki Stern intenta responder la pregunta existencial más recurrente de todas: ¿hay vida después de la muerte? Y para hacerlo, usa el método de un recorrido pormenorizado y en apariencia bien documentado a través de experiencias paranormales para las que la ciencia no tiene explicación. O esa es la gran premisa de la producción. No obstante, la propuesta falla desde su origen al ser incapaz de profundizar en conceptos abstractos sin un verdadero contrapeso que permita su contraste. 

¿Hay vida después de la muerte? #SurvivingDeath de Ricky Stern intenta responder a una de las preguntas más recurrentes del ser humano. #Crítica de la #docuserie de @netflix: @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Crítica: Surviving Death, docuserie de Ricki Stern (Netflix)

La directora Ricki Stern se considera una «no creyente». Según lo ha repetido varias veces en diversas entrevistas, no tiene «la menor conexión con ninguna experiencia paranormal». Y desde la palestra de ese escepticismo, comienza su recorrido a través de una serie de experiencias inexplicables y, en teoría, sin sostén científico en la más reciente docuserie de Netflix, Surviving Death. Basada en el libro del mismo nombre de la autora Leslie Kean, que sugiere que hay evidencia suficiente para creer en la posibilidad de vida después de la muerte, la producción de episodios atraviesa diversas circunstancias de carácter extraordinario. Stern crea un lienzo provocativo y en teoría sólido para investigar y analizar la posibilidad de que sucesos al margen del pensamiento lógico  — experiencias cercanas a la muerte, señales de ultratumba, reencarnaciones —  sean algo más que un conjunto de creencias, percepciones erradas o incluso algo tan sencillo como sucesos falsos. Desde sus prolongados títulos de presentación, la serie deja en claro que su intención es encontrar la verdad o, al menos, lo más cercano a ella que le permitan los medios de los que dispone.

Surviving Death

Pero en realidad Surviving Death es un timo ingenioso que usa la natural curiosidad colectiva sobre lo desconocido para un diálogo poco efectivo sobre el tema. Desde su primer episodio  — que relata experiencias cercanas a la muerte — , la supuesta objetividad de Stern muestra a sus entrevistados y convencidos testigos desde una óptica que no confronta sus versiones o al menos no les somete al escrutinio que promete la premisa. En lugar de eso, hay una escucha atenta a los sucesos de índole asombroso, sin que haya un contrapeso real más allá de la exhibición de datos científicos, información y testimonios que avalan la circunstancia. Stern parece mucho más interesada en convencer al espectador que en confrontar sus creencias, sembrar la necesaria duda o, al menos, exponer las grietas de argumentos que afirman sin duda alguna la permanencia de la conciencia humana después de la muerte. 

#SurvivingDeath es un timo ingenioso que usa la natural curiosidad colectiva sobre lo desconocido para un diálogo poco efectivo sobre el tema. Crítica de la #docuserie de @netflix por @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Se trata de un juego complicado, que hace que la serie deba luchar como puede y no siempre con éxito, con las blanduras y poca relevancia de historias que se basan en un juego de emociones poco creíbles. Pero en especial, Surviving Death debe afrontar la imposibilidad de llevar sus comprobaciones más allá de nebulosas pruebas de campo, narraciones edulcoradas y repetitivas sobre experiencias poco claras y, en específico, la permanente sensación de que todo es un espectáculo no demasiado creíble. La serie podría transitar el delicado equilibrio entre el escepticismo puro y la necesidad de creer, pero no llega a expresar ideas en realidad contundentes sobre los puntos de vista que propone. Stern utiliza el mismo método del libro homónimo y presenta los casos permitiendo que sus protagonistas los relaten a su modo. Poco a poco, la cámara del documentalista  — cuyo trabajo fue objeto de críticas favorables en Reversing Roe (2018) y Surviving Jeffrey Epstein (2020) —  muestra las peculiaridades de experiencias que desafían la objetividad científica. Y aunque el documental trata de conservar un tono sobrio y lo logra en ocasiones, es evidente que Stern tiene mucho más interés en el sensacionalismo que en la comprobación. Cada uno de los testigos enumera las situaciones que vivió, sin que haya preguntas o cuestionamientos que puedan poner en entredicho la vivencia. Desde la mujer que murió y regresó a la vida con la convicción que su hijo moriría diez años después, hasta un grupo de mediums holandeses emparentados con el espiritismo heredero de Allan Kardec, el programa recorre la idea de lo trascendental desde la disyuntiva de creer o no creer. El tema se plantea en varias ocasiones dentro del argumento y Stern, que conoce la posibilidad de debate que ofrece la simple convicción de un testigo, permite que los suyos relaten lo paranormal desde una certeza absoluta que además, acuña con tímidas pruebas de campo. 

#SurvivingDeath podría transitar el delicado equilibrio entre el escepticismo puro y la necesidad de creer, pero no llega a expresar ideas contundentes sobre los puntos de vista que propone. #Crítica: @Aglaia_Berlutti. Clic para tuitear

Pero si en Surviving Jeffrey Epstein la fórmula resultó brillante y desató una discusión colectiva sobre el poder, el comportamiento criminal, la pederastia y la forma en que la influencia puede manipular y ocultar comportamientos violentos, en Surviving Death la premisa decae por su propio peso. Stern insiste en mostrar a sus entrevistados y testigos con ojo crítico, pero también exige del público una credulidad casi insultante. De hecho, el programa insiste de manera poco sutil en que se necesita una mente «abierta para entenderlo» y en todos los capítulos al menos hay una mención explícita sobre que los fenómenos pueden o no ser reales, pero sí significativos para quienes los viven. ¿Es eso suficiente para debatir fenómenos de escala existencialista, que además apoyan casi de manera accidental seudociencias y otros extremos de la hipótesis abstracta sobre sucesos sobrenaturales? 

La serie no responde esas preguntas ni tampoco parece tener la intención de hacerlo. Los interrogatorios a los mediums dejan claro que hay una inclinación del guion por afirmar lo que insisten en percibir, aunque también deja deslizar la posibilidad que sólo se trate de trucos de salón. Pero omite en especial, contexto histórico e incluso científico que podría brindar una profundidad nueva a las controvertidas hipótesis. Stern evita, por ejemplo, mostrar las pruebas neurológicas que sugieren que las experiencias cercanas a la muerte se producen por reacciones químicas extremas del tejido neuronal carente de oxigeno o, incluso, enumerar la larga colección de fraudes que el espiritismo dejó a su paso durante los primeros años del siglo XX. En lugar de eso, permite que todo tipo de referencias difusas sobre la posibilidad cierta de lo paranormal, tomen el lugar de los hechos. Una y otra vez, la serie tropieza con la incapacidad del hilo narrativo de resultar convincente y debe apoyarse en sus protagonistas, en algunos casos, hombres y mujeres que admiten en voz baja y titubeante no creer demasiado en las situaciones que plantea la serie. ¿Es suficiente esa duda medio desdibujada para analizar el hecho de lo paranormal en toda su extensión? ¿Qué busca la directora al mostrar a padres cuyo hijo murió de manera trágica y que aun parecen atravesar el duelo, como testigos de hechos de naturaleza subjetiva imposible de comprobar por el método científico? 

Surviving Death
Laura Lynne Jackson (Medium) en el episodio 2 Mediums Part 1 de Surviving Death. NETFLIX © 2021

Tal vez ese terreno movedizo de la verdad que debe afrontar la emoción y la necesidad de creer, es el objetivo de Stern, en medio de un tema tan fragmentado en todo tipo de percepciones culturales, espirituales e incluso políticas como lo es la muerte. Hace poco, la directora dijo a The Guardian «disfrutaba de los desafíos inherentes de llevar prácticas de investigación para encontrar verdades a las que probablemente nunca se pueda llegar». Si en sus anteriores documentales la osadía le permitió rozar el centro de debates de enorme sensibilidad, en esta ocasión la realizadora pierde el norte y termina por convertir la percepción de la fe en algo tan trivial como una mariposa que vuela en mitad de un salón, sin otra explicación que su mera existencia para sustentar el asombro. Con pruebas de semejante categoría, la percepción sobre la necesidad de creer no es otra cosa que un debate entre ciegos, quizás el punto más bajo y decepcionante del programa. 

Un artículo de Aglaia Berlutti
Montaje de portada: David de la Torre


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