Tom Bombadil (II)

6 indicios que desvelan el misterio de Tom Bombadil

1- Tom es descrito como un personaje sencillo, alegre, poderoso, extravagante y excéntrico.

Estos dos últimos atributos difícilmente pueden ser de Dios (Eru/Ilúvatar), pues Dios sería poco creíble si se apareciera entre las gentes con un aspecto extravagante y con una personalidad excéntrica. Sin embargo, esa extraña apariencia es, precisamente, lo único que puede hacer que su presencia en la Tierra Media pase inadvertida. Por tanto, se puede decir que Dios aparece bajo el rostro más insospechado:

El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo,

de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos

En casa de Tom Bombadil, pág.152

#TomBombadil, el personaje inadvertido de #Tolkien, ¿es Dios? @XavierAlcover Clic para tuitear

 

2- Tom Bombadil es el único personaje de la Tierra Media que se pone el Anillo de Poder y no desaparece. Esta es una verdadera prueba de su poder sin límite:

De pronto, Tom alzó el anillo y lo miró de cerca y se rió […].

Luego Tom se puso el anillo en el extremo del dedo meñique […].

Durante un momento los hobbits no advirtieron nada extraño.

En seguida se quedaron sin aliento.

¡Tom no había desaparecido!

En casa de Tom Bombadil, pág.162

 

3- Baya de Oro, la esposa de Tom Bombadil, responde a Frodo y define a su esposo como «Es él» o, también, como «El Señor».

Es él […]

Es como lo has visto […]

Tom Bombadil es el Señor.[…]

Tom Bombadil no tiene miedo.

Es el Señor.

En casa de Tom Bombadil, pág.152-153

Es más,  el propio Tom Bombadil se define a sí mismo como «el Antiguo» en un momento en el que Frodo le pregunta directamente quién es:

¿Todavía no sabes cómo me llamo? […]

Dime, ¿quién eres tú, solo, tú mismo y sin nombre? […]

El Antiguo, eso es lo que soy.

[…] Tom estaba aquí antes que el río y los árboles.

En casa de Tom Bombadil, pág.160

En el Antiguo Testamento, cuando Moisés pregunta a Dios por su nombre –el atributo que quizá define mejor nuestra identidad–, el Señor contesta en unos términos similares a Bombadil:

Yo soy el que soy.

Y añadió: Di a los israelitas:

YO SOY me envía a vosotros.

Ex.3, 14

Cuando nos preguntamos quién es Tom Bombadil, la respuesta entraña un misterio que solo el propio Tolkien podría revelar. Del mismo modo, debemos preguntarnos quién es Dios o quiénes somos nosotros mismos –aunque, en realidad, estemos condenados a no encontrar jamás la respuesta–, pues cualquier intento de definir a Dios –o incluso a nosotros mismos- entraña siempre una respuesta limitada y constantemente insatisfactoria. De ahí, el gran misterio. Por ejemplo, Tom Bombadil jamás se presenta a las demás criaturas de la Tierra Media afirmando «Yo soy Ilúvatar, el Absoluto» o «Yo soy Dios», pues sería absurdo –además de poco creíble– que el Todopoderoso se revelara con tanta facilidad y precisión (o si se quiere, fanfarronería). Así, simplemente se limita a decir «Soy el Antiguo». Y es que Dios parece darse a conocer siempre de una forma sutil, quitándose importancia. Por ejemplo, hay un momento en que Tom Bombadil pregunta a Frodo, «¿Quién eres tú, solo, tú mismo y sin nombre?». Esta pregunta retórica se responde a si misma y revela que la persona sola –esto es, vacía de sí misma–, sin atributos como el nombre, la edad o la profesión, entre otros muchos y en su máxima expresión del ser, es parte esencial de Dios. Con este ejemplo, vemos que Tölkien no sólo se dedica al uso de un lenguaje críptico que encierra pasajes de la Bíblia, sino que deja entrever –aunque esto es solo una interpretación– que es un auténtico místico cristiano.

 

4- El hecho de salvar la vida de los hobbits en el Bosque Viejo hace pensar que Tom Bombadil (Eru/Ilúvatar) es conocedor de su importancia en la misión de acabar con Sauron. Tom se muestra enigmático y contradictorio al achacar su accidentado encuentro con los hobbits a la casualidad, pues, al mismo tiempo, deja entrever que conocía a los hobbits y su misión y que, en realidad, los esperaba:

¿Si oí tu llamada?

No, no oí nada, estaba ocupado cantando.

Fue la casualidad lo que me llevó allí,

si quieres llamarlo casualidad.

No estaba en mis planes, pero os estaba esperando.

Habíamos oído hablar de vosotros…

En casa de Tom Bombadil, pág.154

Por su parte, los Hobbits demuestran tener una gran fe cuando, estando en un grave apuro y al grito de socorro, obtienen una «respuesta divina»: la aparición de Tom Bombadil, quien los rescata de una muerte segura y después los lleva a su casa, donde cena con ellos. Esto significa que la «fe» ha podido salvar a los hobbits, lo que refuerza la idea de que el viejo Tom es Dios, de que Dios existe y que puede llegar a «echar un cable» a todos aquellos que crean en Él:

Mira, estoy en la puerta y llamo.

Si alguien escucha mi voz y abre la puerta,

entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.

Apocalipsis 3, 2

5- Tom Bombadil no puede traspasar ciertas fronteras de la Tierra Media. Es posible que Él mismo se autoimponga un límite para no tener la tentación de ayudar o de acompañar constantmente a los hobbits, pues si siempre sacara a sus criaturas de sus apuros, ¿qué gracia tendría cualquier historia? En cualquier caso, Tom Bombadil no quiere ser un Dios intervencionista en los asuntos de los Hombres y demás razas –por ello, no sale del Bosque Viejo y de la Quebrada de los Túmulos– y prefiere dedicarse a sus propios menesteres.

6- En el Concilio de Elrond, en Rivendel, una vez los hobbits han llevado allí el Anillo Único, los representantes de los pueblos libres (elfos, enanos, hobbits y hombres) se preguntan si el anillo podría estar a salvo con Tom Bombadil y Gandalf, el mago, responde algo revelador y que despeja las últimas dudas –si es que las había– sobre si, en realidad, Tom Bombadil es Ilúvatar:

[…] El anillo no tiene poder sobre él.

Es su propio amo.

Pero no puede cambiar el anillo mismo,

ni quitarle el poder que tiene sobre otros.

Y ahora se ha retirado a una región pequeña,

dentro de los límites que él mismo ha establecido […].

Si le diéramos el anillo, lo olvidaría pronto,

o más probablemente lo tiraría.

No le interesan estas cosas.

Sería el más inseguro de los guardianes. […]

El Concilio de Elrond, pág.314

Finalmente, la única solución será destruir el anillo sin contar con la ayuda de Dios –ya que no es intervencionista ni pretende serlo– en el mismo lugar en que fue forjado por Sauron: el Monte del Destino, en Mordor, la región del Señor Oscuro. Y para llevar a cabo esta misión, Elrond creará la Comunidad del Anillo, integrada por el mago Gandalf, los hobbits Frodo, Sam, Merry y Pippin; los hombres Aragorn y Boromir; el elfo Légolas y el enano Gimli. La ausencia de Tom Bombadil, pues, da pie a que los héroes puedan hacerse a sí mismos merced al gran reto de salvar la Tierra Media. Sería todo demasiado fácil –y sería imposible crecer como personas– si Dios interviniera para arreglar nuestros propios asuntos.

Tom Bombadil (II). 6 indicios que desvelan el misterio 2

Por tanto, si aceptamos esta tesis como válida, Tom Bombadil sería Ilúvatar y su intervención en el Bosque Viejo podría considerarse una auténtica teofanía. Su finalidad sería salvar de las tinieblas a sus criaturas de la Tierra Media del mismo modo que Dios se encarnó en Jesús de Nazareth con el objetivo de salvar a la humanidad. Salvando las distancias, encontraríamos, tanto en Tom Bombadil como en Jesús de Nazaret un claro paralelismo basado en una irrupción anómala en ambas historias –la ficticia y la real– pues, según las tesis teológicas, pocas veces en la historia de la humanidad Dios se ha hecho humano para dar un pequeño «empujoncito» a los Hombres. Huelga decir que Jesús de Nazaret fue una figura tan extraordinaria como anómala, igual que Tom Bombadil. Quizá la única diferencia entre ambos estribe en que el personaje literario ya existía en la Tierra Media desde sus orígenes y, en cambio, Jesús de Nazareth apareció solamente durante treinta y tres años en una etapa concreta de la historia del pueblo de Israel. No obstante, ambos intervienen con un mismo objetivo: salvar a los pueblos de la tierra. Tom Bombadil salva a los hobbits en dos ocasiones y gracias a Él llegan sanos y salvos a Rivendel, con el Anillo Único, lo cual, a la postre –y a pesar de las grandes dificultades–, significará la salvación de la Tierra Media.

No se trata de una tesis descabellada si tenemos en cuenta que J.R.R Tolkien utiliza constatemente un lenguaje críptico que sugiere importantes paralelismos con la Bíblia. Es posible que tanto Tolkien como C.S Lewis, su amigo y autor de Las Crónicas de Narnia, compitieran por ver quién era el que guardaba más secretos bajo el velo de sus obras literarias. Y Tom Bombadil es, sin duda, el mayor secreto guardado por Tolkien, muy lejos de ser una mera anomalía sin sentido, sino, más bien, una anomalía redondamente necesaria para comprender el poder de una obra que, en mi opinión, podría considerarse de inspiración divina (o como mínimo inspirada en la Bíblia).

En cualquier caso, el misterio que rodea a Tom Bombadil hace necesario que, en caso de no ser Ilúvatar, se le relacione con un ser divino aunque este sea de un rango inferior al Absoluto. Al igual que Jesús, este personaje ha creado una gran controversia en el sentido de que, durante largo tiempo, se ha estado discutiendo sobre su verdadera naturaleza: ¿Jesús es Dios mismo o es simplemente un santo? Tom Bombadil, su misterio, sigue este mismo paralelismo. ¿Es Dios (Ilúvatar) o bien un Santo (esto es, un Valar)?

 

Primera parte de este artículo:

El Señor de los Anillos (I)

 

Javier Alcover

Ilustración de Laura Sotelo Ayuso