Después de la trilogía sobre el inspector de la policía nacional de Pamplona, David Vázquez, Susana Rodríguez Lezaun crea en Una bala con mi nombre un personaje inolvidable y hace un magnífico salto de lo policíaco a lo negro.

[…] no tengo amigos. Me cuesta hacerlos y mucho más mantenerlos. Soy silenciosa e introvertida. Aprendí muy pronto que no se consigue nada llorando y berreando, así que me ahorro el esfuerzo inútil. No suelo compartir mis sentimientos, ni hablar de mis cosas con nadie. Por supuesto, jamás me he planteado tener hijos.

En #UnaBalaConMiNombre, @SusanaRLezaun crea un personaje inolvidable y hace un magnífico salto de lo policíaco a lo negro. #Reseña: @RosaBerros. @HarperCollinsIB @BrunoCazalibros. Clic para tuitear

Esto es lo que nos cuenta de sí misma, ya avanzada la novela, Zoe Bennett, la protagonista de Una bala con mi nombre. Zoe es restauradora en el Museo de Bellas Artes de Boston, especializada en pintura del Renacimiento. Su vida es su trabajo pues no tiene ningún otro aliciente que la mueva a levantarse cada mañana. Divorciada hace quince años de un matrimonio fracasado ya desde el comienzo y sin hijos, no tiene ni familiares, ni amigos, ni pareja. Tan solo un trabajo que la apasiona y que es lo único que la mueve a levantarse cada mañana. Lo que Zoe no sabe cuando se mira en el espejo cubierto de vaho en esa tarde de viernes es que todo eso está a punto de cambiar. Para bien y para mal porque en Una bala con mi nombre las cosas pocas veces son lo que parecen.

Me gusta mirarme en el espejo cuando todavía está cubierto de vaho […] me permite creer […] que detrás del vapor se esconde una Zoe Bennett de veinte años, treinta como mucho, en lugar de la cuarentona que acaba de salir de la ducha.

El vaho de los espejos esconde muchas realidades: las espinillas de un adolescente, las patas de gallo y las ojeras de una noche de excesos, los morados vergonzantes… A Zoe, además de sus cuarenta años, le permite esconder la inanidad de una vida que cree colmada con un trabajo que la obliga a rodearse de belleza y con una independencia que le pesa más de lo que está dispuesta a creer. «Mi trabajo me hace feliz, y convierte en aún más miserable el resto de mi vida». Pero después de esa noche en la que el museo celebra una fiesta para agasajar a los benefactores que lo sostienen con sus aportaciones económicas su vida no volverá a ser la misma. Nunca más.

Si te atraen las situaciones límite y la acción sin pausa, te recomendamos #leer #UnaBalaConMiNombre, de @SusanaRLezaun. Sacarás, como Zoe Bennet, la cabeza fuera de la pecera. @RosaBerros @HarperCollinsIB @BrunoCazalibros. Clic para tuitear

Aparentemente, su vida cambiará para bien porque en esa fiesta conocerá a Noah, un apuesto joven del que se enamorará. Un joven con el que establecerá una relación tan perfecta que le hará darse cuenta de la grisura en la que ha vivido los años anteriores. Un joven que hará sombra a la emoción del trabajo del que estará ansiosa por huir cada tarde para encontrase con la otra parte de su vida, ahora sí, brillante como una fiesta continua.

Lo que Zoe no sabe cuando retoza feliz con Noah, es que la felicidad es un bien condenado a ser escaso en su vida y que el trabajo que tantas alegrías le ha dado siempre está a punto de terminar con su felicidad, de convertirse en su mayor fuente de problemas y de poner en peligro incluso su vida y la de Noah.

El teléfono me despertó del sueño profundo y placentero en el que me había sumido […] eran las once y media de la noche. A esas horas solo se anuncian desgracias.

Desgracias y el primer día del resto de su vida para Zoe. El director del museo, Gideon, le anuncia que se ha producido un robo en una exposición temporal de joyas que tiene el museo. Además, se ha producido el asesinato de un guardia de seguridad. Lo peor para Zoe es que, justo unas horas antes de los hechos, ha cometido un error que debería haber pasado totalmente inadvertido, pero que a la vista de las circunstancias la va a poner en serias dificultades.

Y a partir de ese momento los días de Zoe se sucederán en un caos que como un tornado la arrastrará siempre en la misma dirección, siempre en una dirección en la que el destino se llama desastre.

Un día más y otro, siempre adelante sin posibilidad de regresar, de parar, de volver atrás. Como el pez girando sin fin en su pecera. Lo hecho, hecho está. Tictac, tictac, directos a la catástrofe sin poder evitarlo.

Y es que el error de Zoe la ha colocado en las cámaras de seguridad del museo muy cerca del lugar y de la hora en que se cometieron el robo y el asesinato. Sospechosa de ser la autora o de estar detrás de ambos sucesos, Zoe tendrá que tomar decisiones drásticas si quiere sobrevivir.

Y mientras la protagonista de Una bala con mi nombre intenta salir adelante con el menor daño posible, a poder ser viva y ya con eso se conforma, iremos sabiendo de su pasado que tampoco ha sido nunca, ni siquiera en la infancia, un sendero libre de obstáculos y todo lo feliz y desenfadado que debiera. Siempre están ahí las manos grandes, los ojos marrones, la sonrisa abierta y la niña confiada. Demasiado confiada. Una niña que desde muy pequeña ha sabido de traiciones y abandonos. Es como si su destino fuera estar siempre al borde de un precipicio que la atrae con la fuerza omnipotente del vacío. Como si la felicidad le fuera dada en dosis muy pequeñas que tiene que pagar con enormes cantidades de desdicha y abandono.

En el punto de mira de la policía y de los ladrones, presionada por unos y utilizada por otros, Zoe se siente encerrada en una trampa.

Yo misma me había metido en una pecera fantástica, preciosa, de la que solo podría escapar cuando por fin flotara boca arriba.

Pero, revolviéndose contra ese destino y sacando la cabeza de nuevo fuera del agua de la pecera, veremos a Zoe transformarse ante nuestros ojos para responder a lo que las nuevas circunstancias exigen de ella. En una huida desesperada, tanto física como mental, irá perdiendo el miedo y sacando astucia y valor de la dureza de su pasado y de lo aprendido en la infancia; perderá muchos escrúpulos y se verá haciendo cosas que jamás habría imaginado, porque cuando de sobrevivir se trata, todo se vuelve posible y nunca de debe menospreciar a quien ya no tiene nada que perder, a quien podría convertirse en un lastre con pies de cemento en el fondo de la bahía de Boston sirviendo de comida a las langostas.Y es que si de algo está Zoe convencida es de que ya hay al menos una bala con su nombre. Por eso no teme convertirse en alguien distinto, alguien que le da un poco de miedo, pero que tal vez le dé una oportunidad para vivir.

Esa no soy yo… O quizás sí. Quizá ahora sí. O tal vez siempre lo haya sido. Una rama podrida, una mala hierba, un despojo.

Con Una bala con mi nombre, novela que está maravillosamente escrita además, Susana Rodríguez Lezaun cambia el registro al que nos tenía acostumbrados. Deja atrás a David Vázquez, el inspector de policía de Pamplona y deja atrás el género policíaco y la tercera persona y hasta deja atrás España para adentrarse en la novela negra, en el thriller con reminiscencias de cine negro en el más puro blanco y negro de la costa este americana; para adentrarse en la narración en primera persona, la que no admite distancias ni objetividad, la que es capaz de mostrarnos, sin eufemismos ni desapegos, en lo que se convierten las personas cuando lo único que les queda por perder es la vida y están empeñadas en mantenerla.

¿En qué me había convertido? ¿Quién era yo en esos momentos? Sinceramente, nadie que quisiera conocer.

Maravillosamente escrito, #UnaBalaConMiNombre de @SusanaRLezaun es un #thriller con reminiscencias de cine negro en el más puro blanco y negro de la costa este americana. #Reseña: @RosaBerros. @HarperCollinsIB @BrunoCazalibros. Clic para tuitear

 

Una bala con mi nombre, de Susana Rodríguez Lezaun

 

Una bala con mi nombre

Susana Rodríguez Lezaun

Harper Collins Ibérica

Comprar AQUÍ

 

 

 

 

 

Reseña de Rosa Berros Canuria