Un experto en Los Beatles

Roberto Stromzo, italiano de nacimiento y afincado en Barcelona desde hacía varias décadas, era un reconocido experto en Los Beatles. Su pasión por la banda de Liverpool lo había convertido en algo más que un simple fan, a saber, el mayor crítico musical especialista en The Beatles del mundo entero. Las malas lenguas decían que, tras profanar la tumba de George Harrisson, conservaba en formol un dedo del guitarrista y compositor de Here comes the sun. Decían también, que sabía más de los gustos sexuales de John Lennon que la misma Yoko Ono, o que tiraba con furia su vaso de coñac contra el suelo cada vez que escuchaba a Michael Jackson, sobre todo tras haber versionado Come Together en 1995. El caso es que, aunque la gente exagerara, nadie sabía más que él y, por esa razón, todas las emisoras de radio querían a Stromzo entre sus filas para participar en sus respectivos programas musicales. Il piccolo uomo di Siena medía solamente un metro y sesenta centímetros, pero era ciertamente un tipo invencible, pues todos lo admiraban, lo escuchaban prácticamente conteniendo la respiración y regocijándose cada vez que hundía a cualquier entendido que osara saber más que él sobre Ringo Starr, John Lennon, Paul McCartney o el propio George Harrison, aunque, en realidad, cada palabra que soltaba por su garganta de escarabajo era como escuchar en vivo a cualquier miembro de Los Beatles.

Tiraba con furia su vaso de coñac contra el suelo cada vez que escuchaba a Michael Jackson. Clic para tuitear

Un buen día, Roberto entró por la puerta de una importante emisora de la ciudad condal y, mientras tanto, esperó allí al ascensor. Pronto apareció junto a él un hombre elegante, alto y con semblante serio que, en cuanto reconoció al gran Stromzo, empezó a descuajaringarse de risa sin una razón aparente. Una vez en el ascensor, se cerraron las compuertas y el pequeño Stromzo, poseído por un odio sobrenatural, saltó espontáneamente sobre el cuello de aquel tipo y le clavó un buen mordisco. Preso del  pánico, Víctor Puig, la emergente y actual figura del periodismo musical, empezó a toquetearse de forma compulsiva el cuello para cerciorarse de que no hubiera sangre. Finalmente, el ascensor se detuvo y las compuertas se abrieron. Curiosamente, ambos lograron mantener la compostura, peinándose al mismo tiempo sus cabellos con las manos. Cruzaron el habitáculo principal ante un mar de miradas, unas más discretas que otras, aunque ninguna escrutadora. Aquel día, casualmente, Víctor y Roberto no solo compartían emisora, sino que, también —y sin apenas haberlo sospechado—, compartirían programa. Al entrar en la pequeña sala de radio, el locutor arqueó las cejas, sonrió e hizo un gesto amigable con la mano; después dijo:

Decían también, que sabía más de los gustos sexuales de John Lennon que la misma Yoko Ono. Clic para tuitear

—Roberto, él es Víctor Puig, un joven especialista en Los Beatles. Víctor, ya conoces a Stromzo, ¿no? Por favor, tomad asiento… ¡Tres segundos y estamos en el aire!

De pronto, Stromzo comprendió el porqué de aquel brutal ataque preventivo perpetrado por su primitivo cerebro reptiliano (¿o quizá era de escarabajo pelotero?). Animal, en cualquier caso.

—Muy buenas noches, amigos radioyentes de “Hilo Musical”. Os habla Albert Luque, una semana más en Cadena 100. Esta noche contaremos, como ya es costumbre, con el flamante experto en Los Beatles Roberto Stromzo, pero además, estará con nosotros Víctor Puig, otro gran especialista en Los Beatles. Ellos hablarán, cómo no, de la banda de Liverpool y repasarán toda su…

—Disculpa, Albert —interrumpió Víctor con un hilo de voz, consternado todavía por la agresión que había recibido por parte de su homólogo—. Tengo… tengo que decir que aquí el único experto es Roberto, ¿eh?

La deliciosa risa que soltó a continuación, logró disimular su apocalíptico estado de salud mental y, mientras tanto, Stromzo escuchaba lo que, en ese instante, era verdadera música para sus oídos.

—No he venido a robarle el trono al Rey de Los Beatles… ¡Ja,ja,ja!

–¡Ja,ja,ja! —correspondió con estrépito Roberto Stromzo, exhibiendo alegremente sus dos pequeños y amenazantes colmillos de oro—. Como siempre, un verdadero piacere estar aquí.

 

 

Un relato de Javier Alcover