Emilia Cortés conversa con Zenobia Camprubí desde hace muchos años. Sobre todo, escucha su voz a través de los textos que Camprubí escribió: artículos, cartas, diarios… En Zenobia Camprubí. La llama viva resuena esa voz. Si estamos atentos, la oiremos. La autora de la biografía, Emilia Cortés, lo deja muy claro: Zenobia habla. Y nosotros escuchamos.

Yo creo poder ser feliz de cualquier modo, en cualquier forma, y lo que pasa exteriormente ha de afectar muy poco mi mundo interior, que es la verdadera vida; como en todas las cosas, lo más verdadero es lo invisible.

(Carta de Zenobia Camprubí a María Martos, 1913)

Es la voz y es la risa que brota también de la mirada, esa «rayada risa azul verde oro por ojos», como dijo Juan Ramón Jiménez.

Emilia Cortés conversa con Zenobia desde hace muchos años. Escucha su voz a través de los textos que escribió: artículos, cartas, diarios… En Zenobia Camprubí. La llama viva (@alianza_ed @ingenioccd) resuena esa voz. @Arteyprecine. Clic para tuitear
Zenobia Camprubí. La llama viva. Emilia Cortés. Alianza Editorial, 2020 1

Zenobia

Fue una mujer alegre. A pesar de los problemas a los que hizo frente durante toda su vida, a pesar de la tristeza, a pesar del dolor, fue alegre y, en su fragilidad —su salud nunca fue buena—, fue fuerte. Tuvo que serlo para, en lo privado —que en este y otros casos es también público— impulsar, alentar, consolar, sostener, estimular, a quienes la rodeaban: familia, amigos, conocidos… y a Juan Ramón. Tuvo que serlo y también lo fue para, en lo público –que, en parte, es también privado—, poner en marcha y llevar adelante sus proyectos literarios, empresariales, sociales —fue una mujer comprometida en todo momento con quienes más lo necesitaban—.

¿Por qué hacer tragedias de nuestras vidas cuando se pueden hacer canciones?

(Carta de Zenobia Camprubí a su madre, Isabel Aymar, 1909)

Zenobia no es de ningún lugar, dice: es de todos los lugares. En cualquiera de ellos podría ser feliz. Y ser útil: algo que siempre le preocupa. «Yo no soy completamente nada», escribe a Henry Lee Shattuck en 1913, y añade: «No me preocupa lo más mínimo en qué país vivo, pienso que podría ser feliz en cualquier país». Hija de puertorriqueña y de español, residente en diversas etapas de su vida en distintos lugares de EE.UU. y de España, Camprubí es, como la define Emilia Cortés, «hija de dos continentes».

Zenobia no es de ningún lugar, dice: es de todos los lugares. En cualquiera de ellos podría ser feliz. Y ser útil: algo que siempre le preocupa. Zenobia Camprubí. La llama viva, Emilia Cortés (@alianza_ed) @ingenioccd @Arteyprecine. Clic para tuitear

Coincidió e hizo amistad, durante sus años españoles, con mujeres tan valiosas como María de Maeztu, Victoria Kent, Constancia de la Mora, María Goyri y muchas otras entre las que se cuentan, aunque ignoremos la mayor parte de sus nombres, las mujeres que trabajaron desde distintos puntos de España realizando bordados y otros trabajos de artesanía para su exportación a EE.UU. —uno de los negocios que Zenobia Camprubí puso en marcha—.

Fue, por lo tanto, una mujer de negocios, llena de imaginación y empuje. Fue escritora, traductora —tradujo al español las obras de Rabindranath Tagore—, profesora, decoradora y conferenciante. Fue miembro y, en ocasiones, fundadora, de asociaciones como el Lyceum Club Femenino Español,  el Comité para la Concesión de Becas a Mujeres Españolas en el Extranjero y La Enfermera a Domicilio, destinada a la atención sanitaria de familias obreras. Le preocuparon mucho los niños: ya durante su estancia juvenil en La Rábida organizó una escuela en el hogar familiar para educar a los niños de la zona; al estallar la guerra, se vuelca en la ayuda a los niños, primero desde España, después desde América.

Yo pienso en cada ocasión en servir de algo.

(Carta de Zenobia Camprubí a Juan Ramón Jiménez, 1913)

En 1938 escribió, desde el exilio: «Hay una ilusión que no la podemos perder y es que un día tiene que venir la paz y, ese día, tantas personas torturadas y con el corazón en carne viva podrán volverse a abrazar y a ayudarse a conllevar las heridas y el dolor que ya no tiene remedio». Aún faltaba mucho para eso. Mucho tiempo, mucho dolor, mucha injusticia.

Zenobia Camprubí. La llama viva. Emilia Cortés. Alianza Editorial, 2020

Con Federico García Lorca, en 1924, en Granada

«Yo soy la clase de mujer que no se casa. ¡Qué le vamos a hacer!», escribe en 1915 a su amiga María Martos. «Yo necesito un temperamento que responda al mío», añade. Son cosas que se dicen, porque contrajo matrimonio al año siguiente y, además, no pudo haber un temperamento que menos respondiese al suyo que el de Juan Ramón Jiménez.

«Me parece que te parece que yo estoy hecha completamente para ti y que encajo muy bien en tu cuadro de perfecta felicidad, pero no piensas que yo soy una vida independiente, que tengo gustos muy marcados, y que, si no son los tuyos, también, tengo derecho de conservarlos», escribió al poeta durante su difícil noviazgo. Las dificultades prosiguieron a lo largo de toda su vida en común. Son muy distintos. Ese no es un problema: sí lo es —lo fue— que en muchos aspectos, importantes aspectos, fueran opuestos. «¡Él es queridísimo aunque me vuelva loca!», escribe Zenobia. Recuerda siempre, sin embargo, esto: «no dependo de él para ser feliz. Me siento bastante contenta conmigo misma y hasta más descansada y serena».

Zenobia Camprubí. La llama viva. Emilia Cortés. Alianza Editorial, 2020 3

Zenobia y Juan Ramón

La protagonista de La llama viva es Zenobia Camprubí. Lo es, sobre todo, la palabra, su palabra. Juan Ramón Jiménez, inevitablemente, recorre las páginas del libro de Emilia Cortés, pero lo hace desde la mirada de Zenobia: una mirada amante, lúcida y, a menudo, exasperada —no le faltaron motivos—.

Juan Ramón Jiménez, inevitablemente, recorre las páginas del libro de Emilia Cortés, pero lo hace desde la mirada de Zenobia: una mirada amante, lúcida y, a menudo, exasperada —no le faltaron motivos—. @alianza_ed @Arteyprecine. Clic para tuitear

«Intenta, en cada sitio y acción, en todas la acciones externas, ser internamente libre y completamente dueña de ti misma, todo depende de ti», escribe en su Diario al cumplir 21 años. Junto a esta, Zenobia registra otras normas dirigidas a sí misma. Todas ellas rigieron su vida.

Fue creyente, pero rechazaba la beatería. Confiaba, como escribió a María Martos, en una gran mano «que nos purifica, nos sostiene y nos hace más fuertes cada día». El libro de Emilia Cortés nos revela algunos de los rasgos del carácter de Zenobia Camprubí: la alegría, la vitalidad, el sentido del humor, la autoexigencia, la capacidad de trabajo, el deseo de aprender, la vocación de ser útil, de ayudar, el compromiso social con las personas más necesitadas, su entrega entusiasta, un dar y darse que no cesa.

Ardió para dar calor a otras vidas, a otra vida.

Ardió hasta consumirse.

Zenobia Camprubí. La llama viva.

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Emilia Cortés Ibáñez (Utiel, Valencia, 1946) es Doctora en Filología Española por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, Madrid, 1991). Es miembro de número del Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel», de la Diputación Provincial de Albacete. Autora de numerosas publicaciones sobre literatura y cine, desde el año 2002 se dedica al estudio de la figura de Zenobia Camprubí y concretamente de su Epistolario, del que ha editado varios volúmenes, entro los que destacan: Epistolario 1. Cartas a Juan Guerrero Ruiz (1917-1956), (2006); Zenobia Camprubí y Graciela Palau de Nemes, Epistolario 1948-1956 (2009); Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez, Diario de dos reciencasados (2012); Diario de juventud. Escritos. Traducciones (2015); Zenobia Camprubí y Olga Bauer, Epistolario 1932-1956 (2017); y Federico de Onís-Zenobia Camprubí-Juan Guerrero, Epistolario (1921-1949). En la actualidad, el Epistolario 2 (1895-1936) está en la imprenta y Epistolario 3 (1936-1956), en preparación. Además, ha coordinado el volumen Mujer y escritura autobiográfica: Zenobia Camprubí (2008) y Zenobia Camprubí y la Edad de Plata de la Cultura Española (2010).

Zenobia Camprubí. La llama viva. Emilia Cortés. Alianza Editorial, 2020 4

Zenobia Camprubí. La llama viva

Alianza Editorial

Colección Libros Singulares (LS)

Páginas: 448

Rústica, 16×22

I.S.B.N. 978-84-9181-898-4

Año: 2020

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Carmen Pinedo Herrero

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Diseño de la portada de la reseña: David de la Torre

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