En su debut en Revista MoonMagazine, Salva Alemany nos habla sobre Tigres de cristal, de Toni Hill.

Tigres de cristal: el trabajo más personal de Toni Hill

Golpear al lector desde la primera página, con un prólogo que fija las solapas del libro a nuestros dedos como si fuera una trampa para ratones, imposible desasirse, ya estamos inmovilizados, presos de unas palabras que son enigmas, de una historia que nos propone un reto irrenunciable. Porque necesitamos saber. Y somos conscientes de que solo si continuamos leyendo sabremos.

Ya desde el mismo título, Tigres de Cristal, Toni Hill (Barcelona, 1966) nos propone un juego de contrastes que se mantiene durante toda la novela. La fuerza y la fragilidad, la verdad y la mentira, los actos y sus consecuencias, el bien y el mal. Y lo hace de manera magistral, con ese domino de las palabras tan característico en el autor y tan difícil de conseguir en la práctica. Dominar el lenguaje es dominar al lector, y en eso Toni Hill es un prestidigitador. Su trayectoria está cimentada en cambios de registro continuos; si sus tres primeras y exitosas novelas se ceñían al género negro-policíaco más clásico, con Los Ángeles de Hielo se internaba en un thriller gótico en el que incluso el terror y  lo paranormal tenían cabida. Y con esta nueva obra vuelve la mirada hacia dentro y escarba en su pasado para transportarnos a la Barcelona de finales de los setenta y a un barrio, Ciudad Satélite, con sus códigos y leyes propias.

Esta no es solo la historia de un crimen infantil […] también es la crónica de una infancia, de una época, de unos adultos que resolvieron el tema atendiendo más a cuestiones de amistad que de justicia.

Es esta una novela coral, desde mi punto de vista la más sólida y madura de su trayectoria, en la que cada personaje arrastra una historia, una verdad, su verdad. Aunque no hay absolutos, porque en la vida no suele haberlos, tan solo circunstancias que explican sus actos. Y una de las grandes virtudes de Tigres de Cristal es que Toni Hill no juzga a sus personajes, error en el que suelen caer muchos escritores, sino que provoca que sea el lector el que lo haga, hasta el punto de imaginar cosas, rellenar los huecos y emitir veredictos. Hill es un maestro en eso, en tender cebos y esperar a que mordamos el anzuelo, y lo consigue desde las primeras páginas, para recoger poco a poco el sedal y cobrar la pieza en las últimas páginas en la que de nuevo el lector se ve sorprendido sin ser del todo consciente de haber sido arrastrado.

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La historia es un thriller con un componente psicológico importante en el que los hechos son crudamente expuestos desde las primeras páginas, en eso no hay engaño. Porque la intriga no estriba en descubrir el qué o el quién, ese es un plano sencillo al que Toni Hill renuncia pronto para centrar la historia en los porqués. El asesinato de un niño a manos de dos de sus compañeros de clase es el arranque y motor que pone en marcha la novela. Y ahí es donde comienza un juego de capas que se superponen y se imbrican unas en otras, en un rompecabezas fabuloso cuyas piezas contienen historias propias, cada personaje con su verdad, o mejor dicho con su parte de verdad. Y es el presente el que reúne a esos personajes que intentaron continuar con sus vidas como si nada hubiera ocurrido y descubren que hay sucesos que nos marcan para siempre, heridas que no cicatrizan nunca. Averiguar las causas de aquel asesinato requiere internarse en un tiempo,  —los años 70—, y en un lugar, —Ciudad Lineal— en el que todo era diferente, en el que el acoso escolar era algo asumido y casi consentido, en el que los ídolos eran Sandokán y Mazinger Z, donde la tecnología todavía no había expuesto nuestras vidas al escrutinio público.

Necesita saber. Recordar los detalles de ese momento en que ambos fueron tigres ignorando que la vida se les rompería en pedazos.

La trama es un continuo deambular del presente al pasado, donde los personajes precisan de esa mirada hacia atrás para comprender su presente, donde descubrimos que la maldad y la bondad dependen también de las circunstancias, porque nuestro destino quizás esté escrito en nuestro pasado, y olvidar el pasado es condenar el presente.

Los muertos desaparecen de verdad cuando ya no queda nadie que los recuerde.

Sin duda es esta novela el trabajo más personal de Toni Hill, con personajes tan reales que nos parece que todos hemos tenido compañeros de clase como Juanpe o Víctor, sus protagonistas, a los que la vida ha tratado de forma muy diferente, y a los que inevitablemente juzgamos por lo que tienen, en lugar de hacerlo por lo que son. Su reencuentro en el presente provoca un aluvión de acontecimientos que desemboca en una búsqueda de la verdad, como si solo existiera una, porque todos tenemos la nuestra, única, intransferible, adherida a nuestra piel y que forma parte de lo que fuimos e inevitablemente, de lo que seremos.

Víctimas y verdugos se confunden, la justicia se distorsiona y el futuro de todos se altera sin remedio.

La historia de Tigres de cristal está plagada de aristas, la venganza, la amistad, la envidia, las carencias, la lealtad, capas y capas de piel sobre unos personajes maravillosamente dibujados cuyas vidas se entrecruzan en el presente para recordarles lo que ocurrió en el pasado. La historia contiene todos los ingredientes que hacen de esta novela un thriller intenso, adictivo y magistralmente resuelto. Una lectura muy recomendable de un autor que sabe retarse a sí mismo y salir siempre vencedor. No se la pierdan.

Los muertos desaparecen de verdad cuando ya no queda nadie que los recuerde. No se pierdan #Tigresdecristal de @tonih_hill @megustaleer. Un autor que sabe retarse a sí mismo y salir siempre vencedor. #Reseña: @jacksshadows. Clic para tuitear

 

 

Tigres de cristal, de Toni Hill: un thriller intenso, adictivo y magistralmente resuelto

 

Tigres de cristal

Toni Hill

Grijalbo 2018

Versión Kindle

Tapa dura

 

 

 

 

Reseña de Salva Alemany

Portada de la reseña: David de la Torre