Aunque soy fotógrafa, las fotos preciosistas conseguidas con ayuda de Photoshop suelen dejarme indiferente porque, con un poco de habilidad en el manejo de este programa, son fáciles de conseguir.

Hace poco, una amiga me enviaba una foto en la que los edificios de la Gran Vía madrileña se reflejaban perfectamente sobre el pavimento con una nitidez y exactitud que justificaba plenamente el asombro de mi amiga. Como a pesar del cambio climático, no creo que las lluvias del monzón hayan llegado a Madrid, parece evidente que dicha foto estaba conseguida mediante el efecto espejo, reflejo invertido y simétrico de Photoshop. No me parece mal, cada uno es libre de divertirse como quiera y de utilizar las herramientas que tenga a su alcance; lo que no me parece lícito es intentar dar gato por liebre y enviar a la televisión, a Instagram, a las redes sociales, incluso a concursos, fotografías con alucinantes puestas de sol, cuyo color se ha forzado al máximo, paisajes con reflejos maravillosos, cielos arrebatados que nunca existieron y objetos y animales que aparecen por arte de magia en los lugares más inverosímiles.

Por supuesto, no digo que no me gusten los montajes y trucos fotográficos, al contrario, me encantan, pero siempre que estén bien hechos y no pretendan engañar ni convencer a nadie de que la foto magistral fue captada por casualidad, gracias a la rapidez de reflejos y a un manejo experto de la cámara.

En España existe, y ha existido siempre, una magnífica cantera de fotógrafos y algunos han elevado la técnica del montaje a la categoría de arte; por ejemplo, Ouka Lele, una fotógrafa que empezó siendo musa de la Movida Madrileña y cuyos montajes son, además de originales y creativos, muy divertidos o Soledad Córdoba, convertida en su propia y única modelo: en su obra, el cuerpo muta y se transforma de manera extraña y singular.

El beso. Ouka Leele
Chema Madoz, fotógrafo conceptual
Soledad Córdoba

Sin embargo, en este artículo no voy a referirme a ninguna de estas dos excelentes fotógrafas, sino a Chema Madoz, otro de mis fotógrafos favoritos, un autor que ha convertido la fotografía en puro arte conceptual. La imaginación que derrocha este fotógrafo es capaz de alterar la naturaleza y el uso de cualquier objeto por insignificante que sea, hasta transformarlo y reinterpretarlo, ayudado siempre por un dominio absoluto de la técnica.

La trayectoria fotográfica de Chema Madoz (Madrid, 1958), sin duda está influida por sus estudios de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid que simultaneó con los del (CEI) Centro de Enseñanza de la Imagen y también fue discípulo de Javier Valhonrat, prestigioso fotógrafo madrileño, educado en la Facultad de Bellas Artes y Premio Nacional de Fotografía en 1995.

La sombra incisa. Javier Valhonrat

Chema Madoz expuso por primera vez en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, en 1984 y, desde entonces, ha conseguido varios premios: Kodak España 1991, PhotoEspaña y Premio Nacional de Fotografía, en 2000 y, en este mismo año, obtuvo en Japón el premio Higasikawa. Ha expuesto en: Círculo de Bellas Artes, Museo Nacional de Arte Reina Sofía, Fundación Juan March, Fundación Telefónica, Galería Moriarty, IVAM y un largo etc.; así como en ferias, galerías internacionales y museos: Pompidou de París o el Fine Arts Museum de Houston, entre muchos otros. También ha editado varios libros.

Como he dicho que Chema Madoz es un fotógrafo conceptual, parece conveniente un breve recordatorio de lo que se entiende por arte conceptual, movimiento artístico en el que, las ideas, se consideran más importantes que el objeto que muestra o el motivo por el que se creó la obra. Este movimiento se desarrolló durante los años sesenta del siglo XX, como reacción a un formalismo que se había quedado anticuado, pero tiene su antecedente y precursor en el francés Marcel Duchamp y en sus trabajos llamados ready-mades que llevó a cabo entre 1910 y 1920.

A partir de 1990, Chema Madoz comienza a desarrollar el concepto utilizando elementos diversos hasta conseguir que sus fotografías tengan un estilo definido, propio e inconfundible. Él va recopilando infinidad de objetos y utensilios que recoge en cualquier lado: en las casas de sus amigos, en mercadillos, chamarileros, ferreterías etc. y convierte su casa en un taller o cuarto de coleccionista, poco o nada parecido al estudio de un fotógrafo.

Las fotografías de Chema Madoz son sencillas, minimalistas, con pocos elementos, incluso a veces, uno solo; siempre son en blanco y negro, y rara vez usa el flash. Esta economía es buscada a propósito pues él pretende sintetizar las ideas en cosas vulgares y anodinas subvirtiendo su naturaleza para convertirlas en algo nuevo o diferente. Chema Madoz intenta evitar que el espectador se fije solo en lo que tiene delante, sino que capte su esencia; es decir, lo que el objeto lleva implícito o queda sugerido por el contexto o la composición. Se podría decir que Chema Madoz es también un escritor, o quizás, un poeta que cuenta historias con fotografías con el fin de que sean interpretadas o completadas por la persona que las mira. En un principio, tal vez el espectador no sepa lo que está viendo, pero el autor sabe cómo provocarle fascinación y atraerle para que amplíe su mirada y se pregunte qué le sugiere la imagen; de esta manera, la apreciará, no solo con la vista y las emociones, sino también con la inteligencia, estimulada por la estética de una disposición aparentemente sencilla y, en realidad, muy elaborada.

Chema Madoz, fotógrafo conceptual, un poeta que cuenta historias con fotografías con el fin de que sean interpretadas por la persona que las mira. Un artículo de Amalia Hoya @analiagade. Share on X
Chema Madoz, fotógrafo conceptual 11
Nube y árbol. Chema Madoz

Según Chema Madoz el objeto es el crisol en el que se funden las emociones, y está convencido de que, en nuestras casas, tenemos infinidad de ellos que nos definen más como personas que cualquier otra cosa.

Bombilla pera. Chema Madoz

Chema Madoz prefiere y utiliza la fotografía analógica ya que considera a la digital fácilmente manipulable con la ayuda de programas informáticos, y a él le gusta manipular los objetos antes de fotografiarlos. Opina que la fotografía no es una cuestión solo de técnica, a pesar de que él la domine a la perfección, sino de un nuevo lenguaje e ideas; por tanto, puro concepto.

Pentagrama hormigas. Chema Madoz

Un artículo de Amalia Hoya

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