A solas con la luna. Las sendas de Dôgen de Florencio Luque

Prólogo de Manuel Ángel Vázquez Medel

A solas con la luna. Las sendas de Dôgen, de Florencio Luque

Este nuevo libro de Florencio Luque supone la publicación de su tercer poemario gracias a la colección Perversa de la editorial granadina Averso, que viene realizando un excelente trabajo de difusión cultural en el ámbito de la poesía. Una obra con un hermoso título sobre la luna y un subtítulo que nos encamina por la senda del maestro budista Dôgen Zenji, fundador de la escuela Soto zen. Florencio recurre a la voz de Dôgen para ir exponiendo su visión poética del mundo con atención a todo lo que percibe.

Desde hace muchos años tengo recogida esta cita de Dôgen como muestra de sabiduría:

Conocer el camino es conocerse a sí mismo; conocerse a sí mismo es olvidarse de sí mismo; olvidarse de sí mismo es ser iluminado por todo; ser iluminado por todo es eliminar las barreras entre nuestro ser y los demás.

Como dice Vázquez Medel en su magnífico prólogo, Florencio es un artista integral que practica varias disciplinas relacionadas con la música, la pintura, el aforismo y la poesía. Y en todas ellas trasmina la hondura de su pensamiento filosófico y de su humanismo solidario. El prólogo es muy completo y recoge lo esencial de la obra y de la personalidad artística de Florencio.

El libro tiene un poema de apertura, tres secciones y un poema de cierre. En los poemas inicial y de cierre se nos dan las claves de su poética y del sentido del poemario: un canto a la vida sencilla, la belleza de la naturaleza y la humildad de las pequeñas cosas. Los títulos de las tres secciones también nos dan pistas del camino: «Recuerdos del monte Hiei», «Ir a pie» y «Detenerse y abrir las alas». El título de esta última sección recuerda un verso de Blanca Varela en su poema «Así sea»: «Donde todo termina abre las alas».

Los poemas de Florencio suelen ser breves, siguiendo el patrón oriental; con una métrica y ritmo notables y unos buenos finales, como este: «que el vuelo de las garzas / sea bálsamo en mi herida». El tono general es de serenidad, armonía y asombro ante el misterio de la vida.

Recuerdo a una maestra de meditación que definía el zazen como «meditación sentada a solas con el misterio», que se parece en cierto modo al título de esta obra A solas con la luna.

Algo curioso sobre la estructura del libro es el número de poemas de cada sección: la primera tiene seis poemas, la segunda tiene dieciocho (seis por tres) y la tercera veinticuatro (seis por cuatro). De esta forma se juega con una simbología de los números: el seis, el tres y el cuatro que es muy sugerente. No sé si Florencio lo ha hecho de forma consciente, pero es interesante. Además esta estructura creciente de poemas le da un ritmo escalonado y abre un despliegue progresivo por las sendas del maestro Dôgen.

La contemplación del mundo es un pilar central sobre el que gira el poemario. Contemplamos y nuestras palabras solo pueden ser ecos «que no alcanzan a revelarnos / el gozo inmarchitable de lo bello / y ebrios andamos presos en su luz… / como mariposas en torno a un candil». Todas las cosas nos hacen guiños y se abren a nuestra mirada.

La lectura de los poemas nos va llevando por un viaje, una peregrinación, que nos va acercando al «lenguaje de las cosas». Es inevitable recordar la obra de Matsuo Bashō Sendas de Oku, donde el autor nos va relatando sus experiencias del viaje en forma de haibun (prosa y haiku). Contemplamos las espigas del camino, el vuelo de los gorriones y la danza de los cipreses en esta «larga noche del corazón». El viaje de una paloma perdida, de las gotas de agua que bajan por la corteza del árbol, de «estas huellas / que solo aguardan la lluvia».

Por supuesto, para escribir un libro como este se necesita ser un buen practicante de la mirada y de la escucha abierta, para sentir «la fuente que canta / y la nube que llora / la paz del estanque / la tórtola herida» porque siempre «en tus ojos llevas / todo lo vivido». Estos últimos versos recuerdan los del Cántico espiritual: «los ojos deseados / que tengo en mis entrañas dibujados».

En toda poética que se acerca a lo esencial y al misterio se percibe el sello del silencio. Nuestras pobres palabras solo pueden rozar el fulgor de la presencia de las cosas: «Dejo aquí el falso testimonio que nombra / lo que solo el silencio revela». O como afirma Isabel Bono en su Frío Polar: «Escribir era esto: / tu voz sobre las cosas quietas / añadiendo luz al silencio».

Al final, como decíamos arriba, el poeta se va quitando de en medio, se olvida de sí mismo, deja de ser el protagonista. Como sostiene José Manuel Martín Portales, el poeta solo puede construir un nido (el poema) por si vienen los pájaros (las palabras) a anidar y cuidar las crías. El poeta solo intenta un desapego sin expectativas, como dice bellamente Florencio: «Cuando la lluvia llegue / y el corazón se torne / un transparente estanque, / seré junco en su orilla, / nada, / que nada espera».

La edición del libro está muy cuidada, con el esmero que ya caracteriza a Averso editorial: una hermosa cubierta, un papel de calidad, una tipografía clara y un marcapáginas elegante. El tacto del volumen es agradable lo cual invita aún más a la lectura.

Celebro esta nueva obra de Florencio que tanto se acerca a mi visión poética y a la de muchas personas que buscan en medio de la oscuridad. Invito a su lectura porque en sus poemas se aprecia el aroma de lo sencillo y la belleza de lo auténtico, el temblor «para quien sabe mirar / con la inocencia de un niño».

A solas con la luna, de Florencio Luque. Poemas en los que se aprecia el aroma de lo sencillo y la belleza de lo auténtico, el temblor «para quien sabe mirar / con la inocencia de un niño». Recomienda: Gregorio Dávila de Tena. Compartir en X
A solas con la luna

A solas con la luna. Las sendas de Dôgen

Florencio Luque

Colección Perversa, Averso Poesía, 2025. 96 páginas

Todos los artículos de Revista MoonMagazine están sujetos a derechos de propiedad intelectual. Está prohibida su utilización (copias, duplicados y capturas) en cualquier medio sin el consentimiento expreso y por escrito de los autores y de la revista. Copyright MoonMagazine.info © Todos los derechos reservados.

A solas con la luna, de Florencio Luque: el silencio de la hierba es una reseña de Gregorio Dávila de Tena

Sobre Gregorio Dávila de Tena

Gregorio Dávila de Tena (Quintana de la Serena, Badajoz, 1959) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y reside en Sevilla.

Es autor de varios libros de poesía, entre ellos: Madre del agua Por las huellas del Tao (Cuarto Centenario, 2019); Un hombre que no conoce Nueva York (Renacimiento, 2022); Entre el diamante y la penumbra (Barcarola, 2023); La limosna de los días (Cántico, 2024) y De la mano del aire (Averso, 2024).

Ha recibido varios Premios de poesía como el Eladio Cabañero, Juana Castro, Mario López, Barcarola o Ricardo Molina, entre otros, y ha participado en varias antologías de haiku y de poesía.

Es editor del foro de haiku Paseos.net y del blog Grego.es

Puedes seguirle en sus perfiles de Facebook e Instagram

Todos los artículos de Revista MoonMagazine están sujetos a derechos de propiedad intelectual. Está prohibida su utilización (copias, duplicados y capturas) en cualquier medio sin el consentimiento expreso y por escrito de los autores y de la revista. Copyright MoonMagazine.info © Todos los derechos reservados.