Humanosis es el segundo poemario de Sandra Bruno (Toulon, Francia). En 2021 ha publicado el primero, La piel incierta. Licenciada en Ciencias Empresariales por el Instituto Superior de Gestión (ISG) de París, ha trabajado en empresas multinacionales y también en un proyecto educativo europeo. Lectora precoz y voraz, su pasión por la escritura, verdadera vocación de Sandra Bruno, se remonta a la infancia. Su poema «Mi tierra sureña» ganó el Premio Andalucía de poesía en el año 2001. Poemas y microrrelatos suyos forman parte de varias antologías. En 2022 con «La maleta», en Perales de Tajuña (Madrid), obtiene el XIII Certamen de Poesía.

La poeta uruguaya Circe Maia advierte de cómo «se considera muchas veces a la belleza como una esencia aislada de lo real, del vivir cotidiano —y aún en oposición con él—, de modo que las ocupaciones corrientes, la vida en compañía, serían trabas para el creador». Con ella compartimos la opinión de cómo, al contrario, la experiencia diaria, viva, genera una fuente poética auténtica. Las pesimistas radiografías de la actualidad desplegadas en este poemario descubren  —y no cubren —, con lenguaje directo, sobrio y abierto, valores y sentidos presentes en esta durísima segunda década del siglo XXI.

En un tiempo laico en el que Dios ya se fue, donde la única religión omnipresente es la del dinero, la poesía es la única religión que nos queda. Una poesía como la que Sandra Bruno regala en su Humanosis: comprometida, crítica, que sitúe al hombre en el contexto de los problemas de su tiempo y que, a la vez, incluya una toma de posición respecto a ellos. Una poesía a la que podemos denominar, en una terminología por desgracia algo vintage, «social». En ella, a las preocupaciones existenciales, se añaden las sociales. Poesía, en fin, que ejerce la crítica a una sociedad, la nuestra, caracterizada por la hipocresía, la ausencia de belleza y su falta de horizontes.

Y es que los versos de Sandra Bruno acaban siendo no solo necesarios, también inevitables. Porque comprometidos en el sentido que requiere la actualidad, en manos del lector alerta siempre encuentran una correspondencia. A veces será fulmínea, inmediata  —así nos ha pasado a nosotros. En otras ocasiones una poesía de la madurez como la de este libro precisa de una experiencia cuajada con el paso de los años, que sepa reinterpretar decepciones y heridas; esa experiencia que tanto aporta a la hora de cimentar personalidades adultas.

A modo de declaración de intenciones  —prólogo a las tres partes («Sin piel», «Crisálida» y «Sombra sin alas») que suman los treinta y cuatro poemas de Humanosis —, con el poema «Humanos sin piel» [0] la poeta descubre, sin las alas de antaño, a este ser humano del presente cubierto por una relucida crisálida que solo permite reflejos de la oculta belleza de mar y cielo.

[0] HUMANOS SIN PIEL

NOSOTROS, los humanos,
hemos mutado sin pedirlo a otra especie sin piel,
con los huesos empapados en incertidumbre
y los ojos llenos de presente ahogado
en un lago de proteicas condiciones.

[…]

«Recuerdos» [2] confronta un pasado, quizá edulcorado, con este desordenado presente, eterno y lloroso. «Silencio» [5] se ocupa de las mudas calles urbanas que nos alejan de una diferida primavera y de tanto beso perdido. «Brindis» [6] rememora los desbocados convites de la juventud que chocan con las vacías copas del presente. «Piel inexistente» [9] analiza esa epidermis deslucida y como la espera de que un amante se decida a escribir sobre ella palabras que la iluminen de nuevo. «Emoción» [13] utiliza a la pandemia como eficaz alegoría de la muerte en esa paradójica igualdad conseguida sobre un mundo deshumanizado en el que todos —por fin— han conseguido valer lo mismo: nada. «Verano sin nosotros» [14] recrea los estíos de alados niños convertidos hoy en vacíos reptiles a quienes los vientos alisios ni rozan. «Entre pavesas» [16], muestra, dentro de la corriente del presente, sueños a la deriva a los que apenas avivan ya los recuerdos. «Por tus calles» [17] informa sobre ese Madrid post pandemia, mudo y distante, con el que la poeta intenta un reenganche en rincones antiguos y queridos. En «Fantasmas» [26] espíritus del pasado y del presente se pasean frente a la poeta ofreciéndole rictus sin sonrisa que ella recibe con desdén. «No solo» [29] avisa de cómo piel, corazón, boca, ojos y manos cambian —para peor— en un presente que desgasta al ser humano. Con «Tatuajes» [32] descubrimos cómo los únicos tatuajes de la poeta —los de su inocencia y amor— hace tiempo se desdibujaron quedando bajo su rastro lágrimas cristalizadas. Y «Humanosis» [33], último poema que da título al libro, compendia y resume el desgaste de la piel de la poeta, en milimétrica correspondencia con el que se encuentra por la calle: pieles que ni comparten ni rozan, tan solo sombra de miedos sin ilusión.

[32] TATUAJES

OTRORA tenía tatuados en mi piel
el rostro de mi cercanía,
los ojos de mi inocencia
y las caricias de nuestra humanidad.

Más calló lluvia ácida
sobre cada pliegue de mi tatuaje.

Ya no queda rostro para la cercanía,
ni ojos para la inocencia,
ni amagos de caricias por la humanidad,
tan solo brasas de un calor
que se fue esfumando
por las rendijas del distanciamiento:
—cabe demasiado espacio entre tu piel y mi nombre—.

De nosotros, los humanos, quedan rescoldos
de lo que fue nuestra esencia
entre lágrimas cristalizadas
donde yacen, presos, los fantasmas
de una generación tatuada
con la sangre fresca de su asombro.
[33] HUMANOSIS

[…]

Afuera vi a personas sin brazos ni bocas,
sin sonrisas para enseñarme,
sin calor para regalarme,
sin piel para compartir y rozarme,
solo sombras sin alas que se deslizaban,
maniquíes de carne roída y huesos
cubiertos de miedos asfixiantes,
sin huecos de ilusión para colarse
y poder huir a cualquier otra parte.

[…]

Más albergo esperanza en alcanzar
otros bellos horizontes, otros oasis,
en esta extraña mutación nuestra
hacia lo borroso, nuestra antítesis:
				humanosis.

La humanosis detectada posa asimismo sus gelatinosas patas sobre la pareja. Hasta en cinco composiciones Sandra Bruno testimonia esta deplorable circunstancia. Ciudades sin sol aguardan a amantes separados que perciben su frío y silencio («Desolación» [11]); inocentes besos del verano agonizan en la escarcha que los amortaja («Los besos mudos» [15]); una pareja que no pasa por su mejor momento encuentra en la naturaleza presagios de desesperanza («Geometría de playas» [22]); una fotografía genera el recuerdo del amante pero no abarca tantos instantes grabados en el corazón («Mar de instantes» [23]), y besos que no se dieron y abrazos que quedaron sin recibir gritan ahora al silencio de la poeta sin alegría («El beso que no te di» [30]).

[30] EL BESO QUE NO TE DI

EL beso que no te di, te lo devolveré
mejor hecho, más redondo, en un paquete
con ángulos romos y miras al horizonte
de las mil caricias que el amor nos debe.

El abrazo que no recibiste, te lo mandaré
por correo postal con sello de mi libertad
pegada con la saliva de mis porqués
a todas nuestras preguntas sin salida.

El beso que no te di y el abrazo que no recibiste
son la cargazón de mis alas de pescador enjaulado
entre paredes borrosas y ventanas sin vistas decentes:

allá, montes sin reses, ríos sin peces, calles sin cascabeles,
casas mudas, risas cegadas, alborozo aherrojado;
el silencio cubre gritos que la alegría desconoce.

Dos memorables poemas amorosos permiten atisbar una compartida fuga de esta omnipresente humanosis que atenaza cualquier sentimiento. «Mientras el mundo se desmorona» [3] cuenta cómo, en este tiempo de destrucción, una pareja construye, ladrillo a ladrillo, la casa-refugio donde protegerse del miedo, y en «Marcharse» [18] la forzada separación del amante es reconvertida por la poeta en renovación y fortaleza, una suma que potencia el inmarchitable amor.

[3] MIENTRAS EL MUNDO SE DESMORONA

Mientras el miedo se cuela, sigiloso,
		por las arrugas del planeta,
la ataraxia abre paso
		entre las aristas de nuestro refugio,
lechada de oxígeno que toma asiento sin demora
en las venas obstruidas de este nuevo mundo

[…]

No es el amor la única manera para dar esquinazo a la humanosis. Sandra Bruno deja pistas para que tratemos de revitalizar nuestras existencias y encontremos un lugar en el mundo. Algunas las tenemos en espacios físicos como ese «Cuarto de baño» [4], ónfalo doméstico donde burlar el enojo creado por la piel de cemento. También en una ciudad como es «San Sebastián» [21], cuyos atardeceres limpian las heridas de una poeta que allí renace; o en algo incorpóreo: en ese «Olor a mar» [20] que la lleva a un elixir de pasión que lo llena todo con su aroma. Espacios (re)creados por el espíritu como el desarrollado por la poeta durante su último «Cumpleaños» [19], donde decide celebrar el presente y dejar de desenterrar el pasado, o en ese poema precisamente titulado «Espacios» [31] donde ella consigue un espacio íntimo propicio para las palabras que la lleva a la feliz escritura de libros como este.

[21] SAN SEBASTIÁN

DE la Concha al monte Igueldo
extiendes la elegante fragilidad de tu belleza,
como si en cristal estuviera esculpida
la mirada serena de tu pureza.

Paréntesis de arte en medio de la vorágine
de la palabra maltrecha y del verbo mal conjugado
—demasiadas veces al pasado, sin aliento para seguir—

te alzas en tu traje de luces y encaje de atardeceres
a cada cual más afanoso, más insuperable,
donde los pájaros graban su vuelo libre
para llegar donde la realidad no nos alcanza
y milagrear mi asombro por tus imposibles.

Allí, donde no recuerdas ni mi nombre
me despojé de mis harapos de hiel
y tiré el hueso de la fruta ya masticada
por una primavera herida en su piel.

Con José Manuel Caballero Bonald pensamos cómo «la poesía sirve para no decepcionarse del todo, para poder abrirse camino entre las zozobras de un mundo como el actual, tan lleno de miserias y corrupciones». Con Humanosis Sandra Bruno nos demuestra que la poesía se mueve en un ámbito diferente y en una escala distinta a la de la materialista sociedad actual.

Con #Humanosis Sandra Bruno nos demuestra que la poesía se mueve en un ámbito diferente y en una escala distinta a la de la materialista sociedad actual. @Olelibros. Share on X

Y sacudiéndola como desde un seísmo, criticándola desde el epicentro, esta poeta, desde la más radical modernidad, sabe representar realmente lo que uno es y lo que son las cosas que nos rodean. Describir el mundo actual con colores predominantemente oscuros es una realización compleja, mayormente en la más complicada de las realizaciones artísticas: la poesía. Ella lo ha logrado.

Poemario tan único e inolvidable como es Humanosis pone el rotundo broche de oro a nuestra VII edición de Poemarios para un verano sin crímenes.

La verdad es que cuesta imaginar poemarios que superen en calidad y emoción a estos ocho que hemos reseñado y editado durante estos meses de sol y calor generalizado y sin un solo bache durante nuestro prolongado entusiasmo.

Donostiatik eta Bilbotik, datorren udara arte, lagunok!
Desde Donosti y Bilbao: ¡Hasta el verano que viene, amigos!
Humanosis. Sandra Bruno. Olé Libros (2022)

Humanosis

Sandra Bruno

Olé Libros

Casa del Libro

Reseña de Manu López Marañón

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