Borja Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965) narró en Los Gondra («una historia vasca») cien años de la historia de una familia vasca, la suya, repleta de enemistades, luchas fratricidas y rencillas que se remontan a las guerras carlistas, cuando uno de sus tatarabuelos escribió en el centro de una diana el nombre de uno de sus familiares.

Ahora, en Los otros Gondra, el autor acude a su tierra natal, a Algorta, a recoger un premio literario, y su prima le reprocha no tener ni idea de lo que ocurrió, no haber contado en Los Gondra las cosas como realmente sucedieron.

Ortiz de Gondra recibió por la primera de estas obras el Premio Max 2018 a la mejor autoría teatral. Por la segunda, recibió en 2017 el Premio Lope de Vega. En ambas, se interpreta a sí mismo.

El autor se refiere a este procedimiento como «autoficción». Los elementos psicológicos y contextuales que configuran la narración se extraen de la historia vital de uno mismo, de manera que se otorga al pasado una segunda oportunidad: tal vez no ocurrió todo como se cuenta, pero podría haber ocurrido así. La estilización, la reinterpretación del pasado sirve para poner el propio pasado sobre un escenario y comprenderlo mejor.

Borja Ortiz de Gondra y Jesús Noguero

Borja Ortiz de Gondra y Jesús Noguero. Foto: Sergio Parra

El pasado que afronta Ortiz de Gondra no es un pasado cualquiera. La saga de su familia representa la historia del País Vasco, desde el siglo XIX hasta la actualidad, pasando por los años del terrorismo más duro de ETA. Hay una voluntad explícita de responder a las razones inmediatas y lejanas del enfrentamiento y de la violencia en el País Vasco. Se rememora un ambiente de txakurras, zulos, dianas, borroka, parabellum, intimidación, secuestros, goma 2, tiros en la nuca…, elementos que forman parte real de la memoria de unas cuantas generaciones.

Hay además un elemento específicamente trágico, pues el conflicto se sitúa, a lo largo de las generaciones, en el lugar natural de la tragedia: la familia. Los que tuvieron que marcharse y los que hicieron todo lo posible para que aquellos se marcharan tienen la misma sangre.

Ese regreso a Algorta del autor está cargado de esperanza. Es la vuelta al escenario de una batalla una vez calladas las armas. Los rescoldos, sin embargo, aún humean. La enemistad perdura. Ainhoa aborda a su primo Borja y le espeta que le ha arruinado la vida, que no tiene ni idea de lo que ocurrió durante la boda de Juan Manuel, hermano de Borja, en 1985, en ese mismo frontón donde están ahora. Que no sabe nada de nada. ¿Quién pintó las iniciales J.M. en el centro de una diana? ¿Debe ahora recordarse aquel episodio en una obra de teatro y hacer imposible la vida a aquellos que treinta años antes se la imposibilitaron a los demás? ¿Han pagado ya quienes acosaron y extorsionaron? ¿Tienen derecho al olvido, a la rehabilitación?

Lander Otaola. Foto: Sergio Parra

Lander Otaola. Foto: Sergio Parra

La memoria se vive como una agresión. Pero estamos en el terreno de la autoficción. Ese encuentro plausible no se produjo realmente. Al encontrarse con su personaje, Borja cobra conciencia de las consecuencias de su teatro. Tratar la herida puede ser sanador y perturbador al mismo tiempo. El procedimiento es de una delicadeza absoluta, pues no olvida lo que ocurrió y, al mismo tiempo, considera todas las consecuencias del proceso de memoria.

La visión del adversario como semejante no es el único rasgo cervantista del teatro de Ortiz de Gondra. Lo acaecido en torno a Los Gondra, incluido el estreno de la obra y su éxito, sacude las conciencias de los personajes en Los otros Gondra. La ficción y la realidad se entreveran de modo que se produce el mismo efecto sobre las tablas y frente a ellas.

Bajo la dirección de Josep Maria Mestres (que ya dirigió Los Gondra) y la presencia sobre el escenario del propio autor, el montaje adquiere un fuerte compromiso con la realidad. El espectador está avisado de que lo que verá no es pura ficción.

El trabajo del elenco es irreprochable. Sonsoles Benedicto da vida a la ama, la matriarca del clan, tierna y firme al mismo tiempo, centro de cuanto ocurre en torno a los Gondra. Lander Otaola encarna a Juan Manuel, hijo de la primera y hermano mayor de Borja. Fue Juan Manuel quien discutió en aquel frontón con Ainhoa, su prima, a quien da vida Cecilia Solaguren. Esta tiene una hija adoptiva, Leire, interpretada por Fenda Drame, que pertenece a otra generación y no quiere arrastrar un pasado con el que no siente ninguna conexión. El autor se desdobla en dos actores que, en ocasiones, coinciden sobre el escenario, el propio Borja Ortiz de Gondra y Jesús Noguero. Desgajado de sí mismo, el autor puede juzgar su propia actuación en el drama familiar. Todos, ellos y ellas, forman verdaderamente una familia dividida y condenada a entenderse.

La escena se divide entre la entrada a la casa familiar y el frontón de las discordias. Clara Notari es la responsable de esta escenografía notable.

Los otros Gondra. Memoria de los años de plomo

Los otros Gondra. Foto: Sergio Parra

La obra de Ortiz de Gondra se sitúa en el proceso de sanación de aquellas heridas que produjo el terrorismo en el País Vasco y que ha permitido en los últimos años la aparición de diversas manifestaciones artísticas (en la novela y el teatro fundamentalmente) en las que se aborda incipientemente la violencia pasada. Este abordaje, además, tiene un cariz plenamente humanista, de manera que importan menos los avatares políticos y policiales y mucho más las consecuencias sobre las personas que vivieron y sufrieron aquella situación.

Patria, de Fernando Aramburu, quien declara que «la derrota literaria de ETA aún está pendiente», es tal vez el ejemplo más notorio. También la novela de Edurne Portela, Mejor la ausencia, o su ensayo El eco de los disparos; así como El comensal, de Gabriela Ybarra; etc.

En el teatro, el díptico de Ortiz de Gondra se suma a la extraordinaria trilogía de María San Miguel (Proyecto 43-2, La mirada del otro y Viaje al fin de la noche), ciclo de teatro documental que se inicia cuando aún está activa la banda terrorista y que alcanza los años inmediatos a su abandono de las armas.

Amortiguados el ruido, la furia y la sangre, surge la voz que busca una explicación. Los otros Gondra se encuadra por derecho propio en este renacimiento.

Quedan pocos días para ver la SOBERBIA #LosOtrosGondra, de Borja Ortiz de Gondra, en el @TeatroEspanol, en Madrid. NO SE LA PIERDAN. Reseña @avazqvaz Clic para tuitear

Los otros Gondra estará en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, en Madrid, hasta el 17 de febrero. Luego iniciará una gira y llegará en enero de 2020 al Teatro Arriaga, en Bilbao.

No se la pierdan.

Los otros Gondra

Autor: Borja Ortiz de Gondra

Dirección: Josep Maria Mestres

Intérpretes: Sonsoles Benedicto, Fenda Drame, Jesús Noguero, Borja Ortiz de Gondra, Lander Otaola, Cecilia Solaguren

Diseño de escenografía: Clara Notari

Diseño de vestuario: Gabriela Salaverri

Música original: Iñaki Salvador

Coreografía: Jon Maya Sein

Diseño de iluminación: Juanjo Llorens (AAI)

Diseño de videoescena: Álvaro Luna (AAI) 

Asesor de canto: David R. Peralto

Ayte. de dirección: David Blanco

Ayte. de escenografía: Francisco Bassi

Ayte. de vestuario: Raquel Porter

Ayte. de iluminación: Rodrigo Ortega

Ayte. de videoescena: Elvira Ruiz Zurita

Ayte. en prácticas: Rosa del Cerro

REALIZACIONES

Escenografía: Mambo Decorados + Sfumato

Vestuario: Galán Grosso S.L.

Sistema de nebulización: Eris Rehabilitaciones y Clima S.L.

Atrezzo: Miguel Delgado

Reseña de Alfonso Vázquez