Welcome to my nightmare (Bienvenidos a mi pesadilla), así bautizaba, en 1975, su octavo álbum (sexto de su discografía oficial), un verdadero monstruo del espectáculo del rock: Alice Cooper. Un auténtico superviviente de aquellos años fascinantes para la música como fueron el final de la década de los 60 y principios de los 70. Un hombre que convulsionó el mundo del rock al dar un paso más allá y convertir los conciertos en un espectáculo visual inusitado, aunque fueran con imaginería propia del Infierno de Dante.

Alice Cooper fue pionero en otorgar a los conciertos de rock una puesta en escena donde las pesadillas, los miedos internos y la adrenalina se daban cita en un aquelarre del lado oscuro y salvaje del subconsciente del ser humano. Fueron muchos, y tal vez más conocidos (Ozzy Osborne, Kiss, Iron Maiden, Marylin Manson… el rock gótico) los que se prodigaron en este ambiente escénico, pero Alice Cooper fue su alma mater. Él fue quien abrió la Caja de Pandora, la puerta que separa la imaginación de la realidad, esa zona gris que conecta a cada uno de nosotros con nuestros temores más ocultos.

#AliceCooper fue pionero en otorgar a los conciertos de rock una puesta en escena donde las pesadillas, los miedos internos y la adrenalina se daban cita en un aquelarre del lado oscuro y salvaje del subconsciente del ser humano. Share on X

Alice Cooper llegó para sacudir nuestro yo inconsciente y, de paso, sacudió una sociedad convulsa que se desangraba ante las imágenes de TV de otros horrores, aunque estos fueran oficiales, como las guerras en Asia y África, sangrientos golpes de estado financiados por los dos titiriteros mayores en ambos lados del Telón de Acero.

Alice Cooper simplemente ponía en escena el instinto depredador del ser humano, y servía de espejo para aquellos que no podían (o no querían) ver la realidad.

#AliceCooper simplemente ponía en escena el instinto depredador del ser humano y servía de espejo para aquellos que no podían (o no querían) ver la realidad. Un artículo de #PepAlieOtto. Share on X

Alice Cooper fue el «Pepito Grillo» que, habitualmente, no queremos escuchar.

No era un «cantante protesta», ya que estos denunciaban con la intención de calar en las conciencias y buscar soluciones. Alice no buscaba soluciones. Se limitó a decir: «chicos, esto es lo que hay».

Nuestra historia comienza en la ciudad de los automóviles, Detroit, donde nació nuestro protagonista, el 4 de febrero de 1948. Su nombre es Vincent Damon Fournier y es hijo de un predicador evangelista. Esto marcó mucho su infancia, siempre envuelta por textos religiosos y, sobre todo, por la omnipresencia de aquel invento judeocristiano tan efectivo como es el pecado.

Cuando el pequeño Vincent tiene ocho años, se traslada con su familia a Phoenix (Arizona), donde cursa sus estudios. Vincent es un chaval problemático que siempre se mete en todos los follones.

Con la invasión de la música británica (Beatles, Stones, Who…) en 1965 decide formar una banda en su instituto, con cuatro colegas, también forasteros como él: Michael Bruce y Glenn Buxton, a las guitarras, Dennis Dunaway al bajo, y Neal Smith a la batería, junto con Vincent a la voz, comienzan a actuar en las fiestas del instituto y en algún que otro local de Phoenix. Se hacen llamar Earwings, nombre que les dura poco. Vincent era bastante popular (aunque no para bien) por su aspecto físico. Le llamaban bignose (narizotas), pero él, lejos de deprimirse, adopta para la banda el nombre de Muscle McNasal, y el de Nazz para él mismo.

Su estilo musical está muy influenciado por los británicos The Who, tanto musicalmente como la puesta en escena (Glenn Buxton llegó a destrozar un par o tres de guitarras, y Neal Smith envió, en una ocasión, su batería a tomar por el saco). Una canción muy tétrica de los Who, «Boris the Spider», les dio su nombre oficial (por el momento): The Spiders.

Vincent muestra mucho interés por el ocultismo, especialmente por la religión Voodoo. En una sesión de espiritismo, cuenta la historia de que tomó contacto con una chica acusada de brujería que fue quemada en la hoguera en el siglo XVII. Este «espíritu» le dijo que si adoptaba su nombre, sería escuchado por millones de personas. Así pues, Vincent decidió adoptar, para el grupo y para sí mismo, el nombre de esa bruja: Alice Cooper.

Vincent Fournier adoptaría el nombre de una chica acusada de brujería que fue quemada en la hoguera en el siglo XVII. Así nacía #AliceCooper, nombre que designaría al personaje y al grupo. Un artículo de #PepAlieOtto. Share on X
Alice Cooper
Neal Smith, Glen Buxton, Alice Cooper, Michael Bruce y Dennis Dunaway. Fotografía de Cindy Smith Dunaway

Esto fue muy bien recibido por su padre, Vincent, ya que los dos se llamaban igual, y un cambio de nombre, dado el camino que estaba tomando Vincent Jr., beneficiaba a los dos. El alivio del padre fue completo cuando su hijo y toda la banda se trasladan a California en 1967.

En plena fiebre musical vanguardista, obtienen algunos contratos para actuar. En esa época, cuanto más raro eras, más te contrataban… y Alice Cooper eran raros de narices. Sus conciertos comenzaban con mucha expectación, pero acababan con la sala de conciertos vacía. Cuando Alice empezaba a sacar serpientes al escenario, y toda suerte de trucos sanguinarios, la gente huía horrorizada. Para los productores eso estaba bien, pues las localidades se vendían y los comentarios de boca a oreja publicitaban mejor que nadie esos espectáculos. Pero la industria discográfica se mostraba reacia ya que lo único interesante de Alice Cooper no se podía plasmar en un vinilo.

Quiso el destino que un día, en uno de esos convulsos espectáculos en los que Alice Cooper iba vaciando de público, al final, solo quedase un espectador en medio de la desértica sala. Aquel individuo de bigote poblado, pelo largo y mirada sarcástica se llamaba Frank Zappa.

Zappa, que ya era toda una personalidad al frente de su banda, los Mothers, dedicados al noble arte de la agitación emocional del público, se levantó de su localidad y, aplaudiendo, se dirigió a Alice Cooper: «Chico… me gustas, me gustas mucho. Tenemos que hablar».

Zappa se convirtió en su mentor y les fichó para su sello discográfico, Straight Records. Fue entonces cuando Alice Cooper publicaron dos álbumes, que no consiguieron interesar al público. Pero Zappa seguía creyendo en ellos y les aconsejó que dejaran California, ya que allí solo interesaba lo hippie, las flores, el amor, los elefantes rosas y todo eso, y ese público aún no estaba preparado para todo ese torrente de fuerza que Alice Cooper desplegaba. Les aconsejó que se fueran al Este, donde ese buenrollismo no acababa de calar.

Cooper y su banda se instalan en Detroit en 1971 y, gracias a los contactos de Zappa, graban su tercer álbum: Love it to the death. Alice y su grupo comienzan a vestirse siguiendo una moda que está causando furor en Inglaterra: se calzan botas con plataformas, ropa con lentejuelas, mezclan satenes con cuero, y se maquillan. Las boas de plumas que utilizan ingleses como Bowie o Marc Bolan, Alice las sustituye por una boa de verdad, una boa constrictor que actúa con él, adosaba a su cuerpo…

Alice Cooper
Boa sin plumas

Y mientras su aspecto visual se torna ambíguo, su música es dura… muy dura.

Love it to the death es un álbum donde Cooper ya toma una personalidad muy marcada, lejos de la influencia de Zappa. La banda está perfectamente cohesionada, en la que el nombre de Alice Cooper, como solista a la vez como grupo, expone perfectamente la idea de una única entidad: Banda-Personaje.

La idea de Alice Cooper es básica: rock duro e impactante, con unas letras muy trabajadas, en ocasiones oscuras y muy directas.

[…] líneas marcan mi rostro y mis manos […] es una sensación que no puedo explicar. Soy un chaval y, a la vez, soy un hombre. Tengo dieciocho años y no sé muy bien lo que quiero. Dieciocho años y no sé muy bien qué decir. Solo sé que quiero largarme de aquí, o acabaré como mis viejos.

I’m eighteen

Love it to the death, y con canciones como «I’m eighteen», comienza a escalar posiciones en las listas de éxitos. Su rock directo, puramente americano, hace que tenga una audiencia cada vez más amplia. Y el hecho de que su aspecto sea muy diferente al resto de las bandas americanas despierta, como mínimo, curiosidad.

Pero Cooper no es tan solo un músico. Cooper va más allá. Sorprende en sus conciertos donde monta una historia que va hilvanando con sus canciones; historias que tienen mucho que ver con el lado oscuro del ser humano, desplegando un variado atrezzo de pesadilla: guillotinas, horcas, sillas eléctricas, maniquíes descuartizados… Algunas de estas parafernalias están muy estudiadas. En cambio otras son de pura improvisación.

En un concierto, no queráis saber cómo, apareció en el escenario una gallina. Cooper explicó así este hecho:

Yo soy de ciudad. Nunca había visto una gallina viva. De hecho pensaba que los pollos siempre eran como en las tiendas: sin cabeza y desplumados. Pues sucedió que vi la gallina en el escenario y pensé… es un pájaro, por lo tanto, vuela. La agarré  y la lancé al público pensando en que volaría… pero vi al pobre animal cómo se estrellaba entre el público.

Alice Cooper

La cuestión es que la prensa, al día siguiente, dijo que en los shows de Alice Cooper, se arrancaban cabezas de gallinas vivas y se lanzaban al público salpicándolo de sangre. Cooper estaba preocupado, pero Frank Zappa le tranquilizó aconsejándole que no hiciera ningún comentario: «Es fantástico, tío… ojalá me hubieran hecho a mí una campaña de propaganda tan buena como esta».

Pero estas cosas no acaban aquí, pues ya es de todos conocido que a veces en prensa, se trata de ver quién la dice más gorda. Por tanto, un sector de la prensa acusó a Alice Cooper de fomentar la violencia. Cooper respondió que eso era muy hipócrita, pues hacen remilgos con la violencia cuando esta forma parte innata del ser humano y es precisamente la prensa cuando, en ocasiones, tergiversa los hechos fomentando respuestas violentas en la gente. Cooper decía que él no fomentaba la violencia, que, en todo caso, como esta forma parte del ser humano, simplemente hacía que el público descargara su adrenalina en los conciertos y que, una vez hecho esto, salieran del recinto en «estado pacífico».

Con todos estos calificativos por parte de la prensa, Cooper contraatacó publicando en ese mismo 1971 un nuevo álbum… y con toda la mala leche lo tituló Killer (Asesino).

En la carpeta del álbum, como protagonista, un primer plano de Eva, una boa constrictor, su compañera en los escenarios.

De Killer se podría decir que es un álbum conceptual con los denominadores comunes del crimen, la muerte y el sexo. Y todo envuelto  en su ya característico ambiente turbio, inquietante y tenebroso, con unos registros vocales en Cooper que juega, a la vez, entre el murmullo y el grito, siendo este el elemento que conduce hacia esta atmósfera.

Soy un jugador. Soy un corredor. Pero eso tú ya lo sabes cuando caíste. Soy una película de historias feas. Soy un asesino. Soy un payaso.

Y te adentras en el callejón al anochecer. Y te adentras en tu último adiós. Tu eres un objetivo que tan solo vive, pero tu vida vale para mí tan solo veinte dólares.

Visto finas sedas. Visto cuero negro. Mi mano brilla en la culata de mi pistola. Mis disparos son limpios. Mis disparos son mortales. Mis disparos son definitivos. Y pronto todo termina.

Y tú te quedas rígido como el humeante cañón de mi pistola. Estás tan muerto como la noche del desierto. Tú eres una historia terminada y yo soy una leyenda. Tú estás en paz y yo me tengo que esconder.

Dime a dónde diablos puedo ir. Dónde puedo dejar caer mis huesos. Tú no puedes oir a todos esos fantasmas que me gritan mientras mi cuerpo empiece a pudrirse en el polvo.

Soy un asesino. Soy un payaso. Soy un predicador que llega a la ciudad.

Desperado

Es la canción «Desperado», que es el nombre que recibían los pistoleros en la zona del sur de antiguo Oeste.

Killer es un álbum impecable. Muy trabajado a nivel de producción, con ocho canciones muy elaboradas, tanto a nivel musical como en los textos. Cooper consigue con él un Disco de Platino y ya es todo un fenómeno en los Estados Unidos.

Un ilusionista llamado Amanzing Randy colabora en sus espectáculos, sobre todo cuando Alice Cooper pone su cabeza en la guillotina y la hoja cae pesadamente sobre su cuello. El verdugo, con las manos ensangrentadas, saca de la cesta la cabeza de Alice Cooper, y el éxtasis del publico es total.

Silencio. Alice pone su cabeza en la guillotina y la hoja cae pesadamente sobre su cuello. El verdugo, con las manos ensangrentadas, saca de la cesta la cabeza de #AliceCooper, y el éxtasis del publico es total. #PepAllieOtto. Share on X

«A veces pienso que el truco puede fallar y que me cortará la cabeza… joder, sería un espectáculo impresionante… lástima que no podría repetirlo», decía el propio Cooper.

Alice Cooper
A veces pienso que el truco puede fallar…

El aspecto visual de Alice Cooper consigue que en Inglaterra, en plena fiebre del glam rock, cause un interés especial: además, utiliza un nombre de mujer.

Cooper nunca afirmó ser homosexual, ni siquiera bisexual, pero en 1972 hace unas declaraciones muy destacables:

Todos somos, en nuestro interior, machos y hembras a la vez. El hombre, al menos el norteamericano medio, macho, fuerte y estúpido, piensa que es 100% masculino, pero se equivoca. Todo hombre tiene una parte femenina, igual que toda mujer tiene una parte masculina. Y desgraciado de aquel que no acepte su parte femenina.

Alice Cooper

Estas declaraciones convirtieron a Alice Cooper en un héroe del mundo gay en Inglaterra, a la vez que causó rechazo en ciertas clases en los Estados Unidos, como es evidente, donde el Glam Rock no era más que una «mariconada» propia de europeos, y ellos estaban más preocupados bombardeando vietnamitas para salvarles del comunismo.

Así pues, en 1972, el nuevo álbum de Alice Cooper, School’s out, tuvo mucha mejor acogida en Europa que en su país natal. Incluso su single, con el mismo título, llegó al nº 3 en las listas españolas, a pesar de su mensaje:

Bien, no tenemos más alternativa para nuestros niños y niñas que montar el follón porque tienen  juguetes nuevos. Pues bien, ya no les podemos obligar a saludar a la bandera. No es satisfactorio. Eso es arrastrase.

Se acabó la escuela para el verano. Se acabó la escuela para siempre. Escuelas rotas en pedazos. Basta de lápices, no más libros de texto, no más profes escupiendo mentiras.

Pues bien, ya no tenemos clase. Ya no tenemos principios. Ya no tenemos inteligencia. Ni tan siquiera podemos pensar en una sola frase con sentido.

Se acabó la escuela para el verano. Se acabó la escuela para siempre. Todo se ha desmoronado y ya no hay vuelta atrás.

Es eso lo que queríais?

School’s out

Un mensaje demoledor sobre el adoctrinamiento en la sociedad norteamericana de principios de los 70.

Y el pensamiento de Alice Cooper, aún se tornaría mucho más crítico. A los Estados Unidos cada vez le era más difícil echar tierra sobre el gran desastre en el Vietnam y, por ende, en su lucha encarnizada contra el comunismo, o lo que la Casa Blanca entendía como «comunismo». Y, por supuesto, la juventud norteamericana, en su gran mayoría, no aceptaba esa situación, ni mucho menos sus resultados. Gobernaba Richard Nixon, Dicky Tricky (Ricardito el tramposo), y este sería el blanco en la diana mordaz de Alice Cooper…

Pero eso lo contaremos en la segunda y última parte: La pesadilla que vino para quedarse.

Playlist de Alice Cooper en Spotify

Pero antes, ¡que continúe la pesadilla!

Un artículo de Pep Alie Otto
Diseño de portada: David Verdejo

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