Como dijimos en nuestro anterior capitulo, 1972 fue el año triunfal de Alice Cooper. Su nuevo álbum, School’s out se podría considerar como conceptual, si bien, ni la crítica en general ni el propio Alice Cooper lo denominaron así.

Al propio tema, «School’s out», que era un éxito completo en medio mundo, había que añadir toda una serie variopinta de canciones, todas con el nexo común de la adolescencia sometida a una educación escolar hipócrita. «Alma Mater» es un grandioso canto, en tono de country, a esa adolescencia, cantada con una voz con sordina, como si se tratara de una emisión antigua de radio. También cabe destacar «Blue turk», un mal viaje por caminos lisérgicos, en el que la banda experimenta musicalmente hacia el Jazz contemporáneo. El resto de canciones son tratadas como si se tratara de un musical… de hecho, la idea original de School’s out fue la de un musical, pero Broadway no se avino… o no se atrevió.

El álbum se presentó en el mercado con una carpeta original: la carátula es la mesa de un pupitre de colegio, lleno de garabatos, y en sus primeras ediciones esta se abría precisamente como una tapa de pupitre. Para que el vinilo no cayera, estaba sujetada por unas braguitas de plástico. Naturalmente, en España, cuando las autoridades veían unas braguitas, se amontonaban en un rincón, presas del pánico, para apartar las braguitas con un palo, por lo que aquí se editó como un álbum normal y corriente para que braguita alguna necesitara sujetarlo.

De este mismo modo se publicó el álbum en Europa (y las sucesivas ediciones en los Estados Unidos, aunque respondiendo más a causas económicas que morales).

El contenido del disco, y los shows de Alice, cada vez más dramáticos y viscerales, con apuñalamiento de muñecas y descuartizamiento de maniquíes, hace que el propio Parlamento Británico se reuniera para tratar de impedir los conciertos programados de la banda en Inglaterra. Pero de nada sirvió: la canción «School’s out» era nº 1 en las listas británicas.

Cooper, consciente de la popularidad que gozaba, pensó que esta no servía para nada si no atizaba las conciencias sociales en un país como los Estados Unidos, en el que muchos de sus jóvenes volvían a casa desde tierras lejanas, envueltos en bolsas de plástico.

Así pues, en 1973, Alice Cooper fueron más allá de las historias de terror con serpientes, arañas, guillotinas, cadáveres y monstruos en general, para hablar de otro tipo de «monstruos».

Y publicaron el álbum Billion dollar babies, su trabajo más reconocido y comercial.

En 1973, Alice Cooper fueron más allá de las historias de terror con serpientes, arañas, guillotinas y cadáveres para hablar de otro tipo de «monstruos». Y publicaron Billion dollar babies, su trabajo más reconocido y comercial. Clic para tuitear

El álbum ya tuvo un mal comienzo puesto que la idea original de la carpeta se trataba de una idea de Salvador Dalí, a quien conoció un año antes en una fiesta celebrada en casa de Groucho Marx, gran amigo de «juergas» (junto con Peter Sellers y Keith Moon, batería de los Who) de Alice Cooper. Cooper y el genio de Cadaqués congeniaron de inmediato. Dalí llegó a decir, refiriéndose a Alice Cooper, que le alegraba conocer a alguien «tan serio como yo». La admiración fue mutua, puesto que Cooper era un entusiasta de la obra del pintor catalán.

Pero volvamos a la idea original de la carpeta.

Se trataba de una fotografía de Alice Cooper con su banda, con un bebé con la cara pintada con el mismo maquillaje característico de Cooper, y todos envueltos en montones de dólares.

La idea partió de unas declaraciones de un senador republicano (de cuyo nombre no quiero acordarme) que, a causa de la irrupción del Gay Power, y de las reivindicaciones contra la discriminación de la comunidad homosexual (en algunos estados estaba incluso penalizada por la ley), y sobre todo, a causa del tremendo éxito popular del activista Harvey Milk, este senador quiso burlarse de los homosexuales y dijo que, «para que se equiparasen los homosexuales en derechos, estos deberían tener la capacidad de parir como las mujeres». Añadió que estaba dispuesto a dar un billón de dólares «al primer hombre que fuera capaz de parir un hijo».

La fotografía y el título del álbum fueron la respuesta a esas desafortunadas declaraciones.

Alice Cooper quiso hacer una parodia de esta tontería conservadora, pero había una ley en los Estados Unidos que prohíbe reproducir en color la moneda nacional (para evitar falsificaciones), y la foto fue sustituída en la carpeta, por una funda que imitaba la piel de una serpiente (Eva, sin lugar a dudas). Pero Alice Cooper no se quedó ahí: la fotografía se reproducía en el interior. Y aún fue más allá: el disco incluía un pequeño póster de un billete de dólar, aunque, eso sí, debidamente «modificado».

Billion dollar babies abordaba tres temas principalmente: la muerte, como ya era habitual, con canciones como «I love the dead», un cántico fúnebre y tenebroso, con clímax sexual al final de la canción, o «Sick things», el sexo, incluido el sexo duro («Raped and Freezin» y «Unfinished sweet»), y, por primera vez, un asedio musical contra la situación política en general, y, en particular, contra el presidente Nixon.

En el tema «No more Mr. Nice Guy», que fue un éxito comercial en single, sin citar nombres, dispara con bala:

Yo solía ser un chico muy dulce hasta que me corrompí. Abría las puertas a las abuelitas y ayudaba a los ciegos a cruzar la calle. Pero ahora no tengo amigos, porque leen los periódicos. No quieren dejarse ver conmigo porque tienen que cuidar su reputación… y me siento tan sucio.

Mi propio perro me ha mordido en una pierna y mi gato me ha arañado un ojo. A mi madre la han echado de su círculo social, y mi padre se ha tenido que esconder. He ido a la iglesia, de incógnito, cuando todo el mundo rezaba. El Reverendo Smith me ha reconocido y ha venido corriendo a darme un puñetazo.

Basta ya, Señor Simpático… Basta ya, Señor Limpio. Dicen que soy un enfermo, que soy obsceno.

No more Mr. Nice Guy

Alice Cooper arremetía contra la Gran Parodia Americana, iniciando el disco con un tema-himno sobre la verdad del «sueño americano», «Hello hoorray», y desplegaba toda su bilis con el frenético tema «Elected», donde hacía su particular campaña electoral para la presidencia:

Soy tu pedazo de carne de primera, soy la alternativa… y quiero ser elegido. Soy tu héroe yankee doodle en un Rolls Royce de oro… y quiero ser elegido. Los niños necesitan un salvador y no un fraude… y quiero ser elegido. Enviaré a tomar por el saco todas las normas que dicte yo mismo… quiero ser elegido. Nunca mentiré, seré sincero… quiero ser elegido. Tengo que conseguir el voto en cada colegio electoral y seré elegido… elegido!

Aleluya! Seré elegido Presidente de los Estados Unidos de América!

Lo conseguiré esta vez, tomaré el país de un zarpazo… seré elegido. Tú y yo, juntos, fuertes… seremos elegidos. Respetado, seleccionado, requerido… seré elegido!

Si soy elegido prometo la formación de un nuevo partido, un tercer partido, un partido salvaje. Sé que tenemos problemas aquí mismo, en la ciudad. Tenemos problemas en el norte, en el sur, en el este y en el oeste… en Nueva York, Saint Louis, Philadelphia, Los Angeles, Detroit, Chicago…

Todo el mundo tiene problemas… pero, personalmente, me importa un bledo.

Yo seré un problema más.

En fin… que si no formas parte de la solución, formas parte del problema.

Elected

En Billion dollar babies, Cooper retomaba la ferocidad del Killer y recuperaba su calidad rockera, ya que en el álbum anterior, a causa de sus experimentos musicales, esta había menguado un poco. Para ello, Cooper cuenta en este álbum con una colaboración de lujo, con músicos como Keith Moon (batería de los Who, y gran amigo de Cooper), Marc Bolan (líder de los T.Rex), o Harry Nilsson.

En la puesta en escena, espectacular, contó con la colaboración de Salvador Dalí, y nos sumergía en un mundo surrealista (obviamente), tenebroso, con tintes trágicos y delirantes.

En la puesta en escena de Billion dollar babies #AliceCooper contó con la colaboración de Salvador Dalí y nos sumergía en un mundo surrealista (obviamente), tenebroso, con tintes trágicos y delirantes. Un #artículo de #PepAlieOtto. Clic para tuitear

Pero… siempre hay un pero, ¿verdad? Alice Cooper ya comienza a mostrar una cierta fatiga. Y no es precisamente una fatiga física. Es más bien una fatiga creativa.

La prensa se obstinaba en incluir a Alice Cooper en el movimiento glam y, consecuentemente como pasaba en la mayoría de los músicos de ese movimiento (salvo la honrosa excepción de Bowie), con una cierta falta de interés musical, centrándose todo en el aspecto estético. Es decir: no escuchaban a Cooper, tan solo le veían. Y si, es cierto, sus espectáculos eran únicos, pero su mensaje no llegaba. Y la culpa, en gran medida era del propio Cooper que había puesto gran parte de la carne en el asador para que todo el mundo mirara en esa dirección. Él mismo había llegado a afirmar que «la forma más completa y profunda de expresarse era a través del espectáculo, y no de la música».

A Cooper le interesaba principalmente el aspecto visual, hacer cuadros vivos, y conseguir la participación y complicidad del público, utilizando sus reacciones como fuente de inspiración. Los espectáculos de Alice Cooper estaban cuidadosamente ideados para provocar en el espectador una reacción violenta, pero una reacción, al fin y al cabo: una catarsis, que le hiciera salir de ese estado catatónico que la sociedad quería inmovilizar a la juventud.

Cooper no buscaba «divertir» al público. Al contrario, quería escandalizarlo, aterrorizarlo incluso, y provocar una reacción de repulsa o identificación para que tomara partido de manera activa. Es por ello que intentaba excitar los dos centros más sensibles del ser humano: el sexo y la muerte.

Alice Cooper no buscaba «divertir» al público. Al contrario, quería escandalizarlo, aterrorizarlo para que tomara partido de manera activa. Para ello, intentaba excitar los dos centros más sensibles del ser humano: el sexo y la muerte. Clic para tuitear

Pero el problema radicaba en que todo esto funciona cuando es una novedad. Pero cuando la gente lo asimila, deja de ser efectivo, se «aburguesa».

Cooper lo sabía… y tenía que cambiar de rumbo.

En 1974 publica un nuevo álbum, Muscle of love.

La idea original del disco era la de un álbum conceptual sobre unos jóvenes que abandonan un pequeño pueblo de Ohio, atraídos por la hechizante magia de la Gran Manzana: Nueva York.

Pero Nueva York no es aquella amante que te recibe con los brazos abiertos de la clemencia. Nueva York es dura, cruel incluso. No es como ir de vacaciones. Nueva York nos espera, a ti y a mí… nos espera para devorarnos. El sueño de la Gran Manzana yace bajo un suelo de madera… serás alguien mientras tengas pasta.

Big Apple dreamin

Así rezaba la canción «Big Apple dreamin» con la que abre el disco.

 Y claro, cuando descubres que el sueño de oro no es más que un armatoste de yeso pintado en dorado, que el resplandor del sol no es más que una fría luz de neón, despiertas en la realidad más angustiante en la que compruebas que quemaste tus barcos. Son canciones que hablan de soledad, de desesperación, como una formidable e injustamente poco conocida «Hard hearted Alice»:

La vida, de un lado hacia el otro, tiene la esencia de un fantasma cuando vives en una cuenta atrás. El tiempo está libre como un pájaro enjaulado, o al menos así lo parece cuando vives en un escondrijo. El amor llega con facilidad, pero solo cuando se trata de carne, y llega de manera sucia cuando vives en un cuartucho de motel.

El amor corta profundamente como una navaja… e incluso puede ser divertido cuando vives en una enfermedad terminal. El cerebro hierve como huevos escaldados, se quema y desintegra, cuando vives en una confusión. El ruido, que parece razonable, te taladra los oídos cuando vives al lado de un aeropuerto.Alicia, la del corazón duro.

Eso es lo que quiero ser.Alicia, la del corazón duro.

Eso es solo lo que verás de mí.

Hard hearted Alice

The muscle of love fue un álbum injustamente castigado por la crítica. Su calidad, tanto a nivel creativo como en producción, era excepcional. Contaba, además de la banda original (calificada por aquel entonces como una de las mejores), con el refuerzo del guitarrista y del bajista, habituales de Lou Reed, Dick Wagner y Tony Levin, con el teclista Bob Dolin, así como colaboraciones de lujo en los coros de, nada menos, Liza Minelli, Ronnie Spector, el trio LaBelle y las Pointer Sisters.

Alice Cooper sigue agitando conciencias y escandalizando al personal. Segunda y última parte de este

Alice Cooper, en este álbum, jugaba con todos los estilos musicales, atreviéndose incluso con el Jazz de Nueva Orleans en su brillante «Crazy Little child», un tema que recordaba, en su historia, al tradicional «House of Rising Sun».

También cabe mencionar un tema que compuso para la película de James Bond, El hombre de la pistola de oro, siguiendo la estela marcada en 1973 con 007: Vive y deja morir, en la que la productora cinematográfica responsable de la serie «007» contó para la banda sonora con Paul McCartney y George Martin (intérprete y productor, respectivamente). Para la nueva película, la productora decidió volver a contar con el compositor John Barry, y este compuso un tema, epónimo por supuesto, para la británica Lulu. Cooper, decepcionado, incluyó el tema en su álbum. Escuchándolo, no cabe duda de que es muy «jamesbondiano».

Y bien, como ya se iba anunciando, a finales de 1974 llegó lo que todo el mundo esperaba. Alice Cooper y su banda deciden seguir caminos separados. Bruce, Buxton, Dunaway y Smith continuaron adoptando el nombre de Billion Dollar Babies. El grupo, a pesar de ser coautores de casi todos los éxitos de Alice Cooper, no tuvo éxito alguno, y tras la publicación de su único álbum Battle axe, se disolvieron.

Alice Cooper, por su parte, recluta una nueva banda en la que son pilares fundamentales los guitarristas Dick Wagner y Steve Hunter, y el bajista Tony Levin (protagonistas del excelente álbum en vivo Rock and Roll animal de Lou Reed.

Pero esto ya es otra historia que, tal vez, debería ser explicada en otra ocasión.

Diremos tan solo que Cooper, con su nueva banda, publica en 1975 el álbum Welcome to my nightmare, como anunciando que su «pesadilla» iba a seguir azotando, cual electroshock, las mentes del público. En este nuevo trabajo, contaría con la participación de su gran amigo, el actor Vincent Price (y su privilegiada e inconfundible voz), y que en ese abanico de pesadillas, Cooper abordaría por primera vez el tan vigente, desgraciadamente, tema de la violencia machista, en su maravilloso y sobrecogedor «Only women bleed».

El hombre toma a la mujar para sembrar su semilla… el posee la fuerza, y ella la necesidad. Ella pasa su vida sirviendo al hombre, haciéndole la vida más agradable… cocinando… haciendo lo que puede. Pero ella llora, muy a menudo, sola en las noches. Él fuma, bebe, y se larga de casa cuando le da la gana.

El hombre ha hecho encanecer sus cabellos a la mujer. Para ella, él ha sido el error más grande de su vida… y aún así, busca una razón en cada bronca. Él, constantemente, le miente… y ella ya está más que harta de este juego.

Y un día, cae el primer golpe… y elle ve como su amor se convierte en dolor.

Y llora, muy a menudo, en la oscuridad.

Sólo las mujeres sangran.

Sólo las mujeres sangran.

Ojos amoratados constantemente… sin escapatoria… limpiando la suciedad. Ahí está ella, arrodillada, suplicando el final: miradme cómo sangro!

Sólo las mujeres sangran…

Sólo las mujeres sangran…

Only women bleed

Alice Cooper, a fuerza de traernos pesadillas, en poco tiempo él entraría en las suyas, en una dura batalla con el alcohol, y con un internamiento en un hospital psiquiátrico incluido. Un bache que duró poco tiempo ya que, en la década de los 80, resurgió para liderar el panorama del heavy metal, al frente de una incesante legión de músicos.

En el 2015, Cooper lideró un nuevo proyecto ocasional, junto con el actor y guitarrista Johnny Depp, y el guitarra de Aerosmith, Joe Perry, llamado Hollywood Vampires…

Pero, como dije hace un momento, esa ya es otra historia…

Playlist de Alice Cooper en Spotify

Y la pesadilla suena así…

Un artículo de Pep Alie Otto
Diseño de portada: David de la Torre

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